Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

*
Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

parlêtre en la feria del libro 2010









Topología y psicoanálisis (Por Carlos Díaz y Francisco E. Ruiz)

Topología y psicoanálisis

(Por Carlos Díaz y Francisco E. Ruiz)

Silencios interrumpidos, mayo del 2010

“Desprenderse de las categorías recibidas de la lógica equivaldría para ellos a perder pie…, Lacan comprendió esta necesidad al retomar por cuenta del psicoanálisis unas investigaciones inauguradas por otros. Dotó al psicoanálisis de una topología del sujeto que lo liberó de las categorías clásicas, y a la que no podría considerarse como una disciplina auxiliar.”

J-M. Vappereau,

Estofa, 1988

Primera exposición

Introducción

Adentrarse un poco en la topología de Lacan, ha implicado un antes y un después en la comprensión de nuestros esquemas de pensamiento habituales.

Para la primera exposición hemos abordado textos de Víctor Korman y J-A. Miller, de quienes extraemos la siguiente proposición: la topología no es materia anexa o secundaria en psicoanálisis. Al decir de Miller, considerarla así sería una amputación del sostén matemático topológico de la enseñanza de Lacan. Moëbius no ilustra al sujeto, sino que es lo real en juego de la experiencia.

Entonces hay que decir también que las intervenciones en un análisis por parte del analista operan según categorías matemáticas, por ejemplo, topológicas.

En la explosión llevamos a cabo ejemplos prácticos, utilizando tijeras, cinta de pegar, hojas y bolsas de plástico para desarrollar algunas ideas centrales para la topología como ser las invariantes topológicas. Las invariantes topológicas se definen de esta manera: a pesar de las sucesivas modificaciones en la métrica y en la forma de un objeto determinado, la estructura y sus relaciones internas se conservan intactas.

La topología entonces, según Korman, se define por el estudio de los fenómenos de continuidad en las transformaciones.

Hemos desarrollado por eso los siguientes puntos: antecedentes de la topología, posiciones de diferentes autores respecto de su lugar en psicoanálisis, y la banda de Moëbius.

Banda de Moëbius

La banda de Moëbius es una figura topológica de características particulares. Ellas son:


Figura principal para captar el sujeto del inconsciente, porque permite abordar la pregunta de Freud: ¿Qué pasa con las representaciones cuando cambian de status tópico? ¿Cómo es que un contenido puede transitar de lo consciente a lo inconsciente, y viceversa?

Porque el punto principal en que el psicoanálisis se apoyará en lo referente a esta banda es que la misma es una superficie “no orientable”. Su propiedad fundamental. No orientable quiere decir que al poseer una sola cara, si ubicamos un punto en esa cara, ese punto no se ubica ni de un lado ni de otro. Simplemente porque no existen dos caras, sino una sola.

Con esta propiedad ya no podemos pensar de ahora en más en términos de un “adentro” y de un “afuera”. O en términos de “yo” interior y un “mundo” exterior”.

Y a Lacan, la topología le servirá de sostén para construir la “lógica del significante”:

- el analista está implicado en la transferencia. Ni un adentro ni un afuera de un espacio físico (por ejemplo el consultorio) sino implicado en la transferencia en tanto formando parte del inconsciente del sujeto.

- este inconsciente no es ni intrapsíquico ni extrapsíquico sino “descentrado” del sujeto que habla. El inconsciente no está ni adentro ni afuera sino en la red significante misma.

- relaciones paradójicas entre lo consciente y lo inconsciente; el significante y el significado; pulsión de vida y de muerte; sadismo y masoquismo; lo un-heimlich; el pasado y el presente. Relaciones paradójicas porque a pesar de ser estos términos polos opuestos, desde Moëbius estos opuestos desaparecerían, dando cuenta quizás una continuidad entre ellos.

También un trabajo de Freud, que no fue citado por los autores mencionados, creemos necesario traerlo ahora. Es “Conclusiones, ideas y problemas”, en donde Freud explicita estas cuestiones en forma aproximada.

“La espacialidad podría ser la proyección de la extensión del aparato psíquico. Ninguna otra derivación es probable. En lugar del a priori kantiano, las condiciones de nuestro aparato psíquico.”

Para terminar observamos, ya esto es una opinión nuestra, que lo planteado en relación Moëbius, nos evoca al estilo tanto en la escritura como en el coloquial de Lacan, un estilo que no permite una lectura ligera. Creemos que Lacan es un pensamiento de las paradojas mismas y eso también se plasma en su transmisión. De aquí que en sus neologismos por ejemplo, se encuentran a veces polos opuestos. O por ejemplo, al decir “reverso” del psicoanálisis, esto es un pensamiento del psicoanálisis en términos también topológicos.

Hay una frase que circula bastante, en la que Lacan dice “no se puede hablar con alguien que no comprende que una palabra puede significar algo, y todo lo contrario”.

Segunda exposición

Después de la banda de Moëbius, la segunda figura que hemos desarrollado es la del “Toro”, superficie topológica que se representa bien en la imagen de un neumático o de un flotador.


El toro es principalmente una superficie que intentará organizar un agujero, un vacío. Un vacío que es exterior al toro pero a la vez interior y central.


En Lacan el toro permite abordar la pregunta sobre cómo algo puede devenir interior, exterior, y central al mismo tiempo. Es por eso que Lacan lo usa para pensar la “identificación”. Fundamentalmente el toro permite el desarrollo de las identificaciones simbólicas con el Otro. Será entonces el soporte imprescindible que dejará a un costado la figura de la “esfera” en las representaciones del sujeto y del inconsciente.



La figura del toro tiene múltiples complejidades pero solamente nos referiremos a sus puntos más característicos.

El toro, en sus tres variaciones, posibilita el abordaje de los tres tipos de identificaciones establecidas por Lacan: identificación primaria (al padre, incorporativa), secundaria (edípica, al rasgo unario) e histérica.

En el toro, la operación topológica que transforma a cada una de las variedades de toros es la “reversión”. La reversión consta de “cortes” y “repliegues” de las superficies tóricas. Al realizar estos experimentos se observa claramente cómo lo exterior se vuelve interior, y viceversa.

Toro garrote


Sirve para abordar el baño del lenguaje, la introducción del rasgo unario, en donde lo exterior deviene interior. La incorporación del Otro. Aquí no habría todavía sujeto.

Toro con anillo


Se borda las relaciones entre la Demanda y el deseo del sujeto, y las Demandas y el deseo del Otro. El sujeto se inscribe en el campo del Otro. El Otro guarda en su interior al sujeto. Identificación simbólica por excelencia al rasgo unario. Se constituye el deseo del sujeto, el inconsciente y el sujeto barrado.

Toro embutido


Permite el desarrollo de la identificación histérica. Aquí también vemos las relaciones entre la demanda del Otro y el deseo del sujeto. Se produce también recién aquí el “cuerpo” como diferente a “organismo”.

Habíamos dicho que el vacío es un elemento principal en la superficie tórica. Este vacío, central a la vez que exterior e interior es también lo que define a esta superficie como la más adecuada para matematizar el sujeto. Más que la esfera. El vacío es también la “falla” en sentido lacaniano, el sujeto como falta-en-ser, sujeto dividido. Y a la vez es un vacío que organiza.


Bibliografía

Korman, Victor: “El espacio psicoanalítico”, Ed. Síntesis.

Granon - Lafont, Jeanne: “La topología básica de Jacques Lacan”, Ed. Nueva visión.

Veppereau, Jean - Michel: “Estofa”, Ed. Kliné.

Miller, Jacques - Alain: “Suplemento topológico a "De una cuestión preliminar". Matemas I.

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Aproximaciones al sinthome lacaniano. Joyce y su obra. Por Gabriela Céspedes

Aproximaciones al sinthome lacaniano. Joyce y su obra.

Para entrar sin rodeos al tema, Miller aclara el concepto de Sinthome en El Partenaire-síntoma.

Repetimos a menudo, el significante tiene un efecto de mortificación sobre el cuerpo. Veamos un cambio de perspectiva, el significante no tiene de entrada un efecto de mortificación sobre el cuerpo, lo esencial es que él es causa, por lo tanto se trata de pensar la unión del significante y el goce, que el significante tiene una incidencia de goce sobre el cuerpo. Hacia la segunda enseñanza, Lacan va privilegiando el efecto de goce del significante y no su efecto de mortificación.

¿A qué llama Lacan sinthome? Llama así a la incidencia de goce sobre el cuerpo que tiene el significante, y crea el concepto de sinthome precisamente porque está más allá del fantasma. El fantasma está esencialmente ligado al cuerpo mortificado y a este resto de goce que es el objeto a, en esta configuración, el sinthome se refiere al cuerpo vivificado por el significado, el cuerpo en tanto que goza intensamente a consecuencia del significante.

Para aclararnos, Miller se remite al fantasma “Pegan a un niño”, ese gesto augusto del que pega y decirnos: aquí está el cuerpo en tanto que está mortificado y marcado por el significante vemos allí la representación, abatido quizás, de la mortificación, pero en esta misma imagen también podemos leer, por el contrario, la producción de goce por parte del significante. Estropear el cuerpo, golpearlo, chocarlo, incluso destruirlo, son también las vías de su goce. La mortificación tiene como reverso la intensificación del goce.

Esta es la conversión de perspectiva de Lacan en esta época. Se trata de si vamos a pensar de algún modo al objeto a partir del sujeto, otorgando el predominio al sujeto dividido, o bien, si vamos a pensar a $ mismo a partir de a. Es decir, privilegiar el significante como causa de goce por sobre el significante mortificante. Miller dice que por eso mismo Lacan pasa del síntoma al sinthome.

Si Lacan modifica el término para hablar de sinthome, lo hace por que pone en primer plano el efecto de goce, el síntoma-goce, que nos fue presentado por Freud en Inhibición, síntoma y angustia. De donde resulta una nueva definición del significante, el significante se refiere al cuerpo bajo la modalidad del sinthome.

¿Cuál es lugar teórico del síntoma para Lacan? El síntoma viene precisamente al mismo lugar en el que Freud inscribe a la pulsión. Es el concepto de la relación del inconsciente con el cuerpo, por lo tanto el sinthome va a ese mismo lugar. Por ello Lacan es conducido a decir que el sinthome es real, pero para comprender esta fórmula, como toma su verdadero sentido, es cuando la oponemos a la fórmula de Freud: las pulsiones son nuestros mitos.

La fórmula es: “el síntoma es del orden de lo real” y cobra su sentido por la vía freudiana, es decir, para pensar la relación del inconsciente con el cuerpo Freud recurrió al concepto-mito, con el sinthome Lacan intenta elaborar un concepto operatorio. El mito es una manera de acercarse a lo real. Cuando desfallecen los medios operatorios de lo simbólico, se recurre al mito para designar el punto real. Para decirlo de otro modo, detrás de la pulsión de Freud está el sinthome de Lacan.

La pulsión freudiana es la interfaz todavía mítica entre lo psíquico y lo somático, mientras que el síntoma lacaniano es la conexión real del significante y del cuerpo.

Nos detenemos en El seminario 23. El Sinthome:

Lacan comienza el seminario planteando la cuestión del Sinthome a partir de los nudos borromeos. Hay tres anillos: real, simbólico e imaginario y plantea un cuarto anillo que es el sinthome, que el padre es un síntoma o un sinthome. Una versión hacia el padre.

Plantear el lazo enigmático de lo imaginario, lo simbólico y lo real implica o supone la existencia del síntoma

En Introducción a la Clínica Lacaniana. Conferencias en España, Miller tiene un capítulo llamado Lacan con Joyce. Dirá sobre Joyce: hay dos formas de tomarlo. Se puede tomar lo esencial, tomando como decía Rebeláis “la médula sustancial” en un nivel conceptual, teórico, tomando unas pocas frases. O por el contrario, decir que todo significa.

La clínica lacaniana siempre estuvo acompañada de la literatura (Hamlet, etc). Lo principal siempre estuvo en relación al personaje, pero con Joyce el autor es lo central, la relación del autor con la obra, el uso que este hace con la obra.

¿Cómo se explica? Joyce hace un uso del lenguaje particular. ¿La poesía que hace? Pensamos desde la articulación S1-S2, esta articulación es la condición de los efectos de sentido. La poesía multiplica las resonancias de una palabra, pero a la vez vacía de sentido claro y unívoco, explota las reservas metonímicas de la palabra. La gente cuando va al análisis habla de las cosas de su infancia, se vuelve memorioso. Lacan se pregunta ¿por qué en vez de ser memoriosos no se vuelven poetas?

Lacan señala que Freud, en la conferencia XXIII, “se imagina que lo verdadero es el núcleo traumático”, lo señala para contradecirlo: este supuesto núcleo que es el corazón de la conferencia, no tiene existencia. ¿Cómo se explica? Para Lacan el núcleo de lo traumático no es la seducción, ni la amenaza de castración, ni la observación del coito, no es la transformación de todo eso en el estatuto del fantasma, no es el Edipo. EL VERDADERO NÚCLEO DE LO TRAUMÁTICO ES LA RELACIÓN CON LA LENGUA. Es lo que Joyce pone en evidencia.

En el Seminario 23, el lenguaje no es en sí mismo un mensaje, sino que solo se sustenta en la función de lo que Lacan llama el agujero en lo real. (Pág. 32)

Lacan recuerda que Joyce deseó inmortalizar su nombre, hacerse un nombre, inmortalizarlo haciéndose un lugar en la memoria universal. Lacan lo refiere a la carencia paterna de la que padecía Joyce: habría llegado con su propio nombre, a hacer una clase de Nombre-del Padre.

La perspectiva de ocupar para siempre la memoria de los hombres con un Nombre-del-Padre artificial, un artificio, hecho a partir de su propio nombre se debe a la falta de un punto de almohadillado normal, común. Se puede interpretar todo Joyce, entonces, a partir del como colmar el punto de almohadillado que faltaba. Joyce sabía que algo le faltaba a su nombre y su obra lo complementa.

Joyce alcanzó con su arte de manera privilegiada, el cuarto término, el sinthome. Ulises es el testimonio de lo que mantiene a Joyce arraigado al padre mientras reniega de él. Ese es justamente su síntoma. (Pág. 68). El síntoma principal está constituido por la carencia propia de la relación sexual.

En Ulises, Stephen les da al final de una clase un enigma a sus alumnos, nadie pudo desentrañarlo. Es una tontería. Junto a la coherencia de la enunciación del poema, el zorro enterrando a su abuela una cosa verdaderamente miserable dice Lacan. El análisis es eso, una respuesta a un enigma, y una rta., como en este ejemplo, completa y especialmente tonta. Por eso no hay que soltar la cuerda. Es decir si no se tiene idea de donde desemboca la cuerda, en el nudo de la no relación, se corre el riesgo de farfullar.

En el análisis, se trata de suturas y empalmes. Pero es preciso considerar las instancias como realmente separadas. Imaginario, simbólico y real no se confunden.

Lacan habla de un dispositivo joyceano. Normalmente, toda palabra contiene un equívoco o varios posibles, con un poco de forzamiento o sin él. A partir de un mismo sonido, una multiplicidad de sonidos son posibles. En Joyce no es el caso, es lo contrario de tratar una escritura de lo fonético. En Joyce lo que hay es movimiento de retorno, de retroacción, que hace volver la cadena significante al significante mismo. Es un artificio, por que no hay punto de almohadillado.

El camino es el siguiente: a partir de una palabra, obtener otras que tengan con la primera un parentesco fónico y posibles efectos de sentido y volver atrás para modificar la primera condensando las palabras. El resultado es un significante de neologismo puro. En après-coup. Así es como escribe Joyce. En la poesía se apunta a hacer resonancia. Joyce escribe un paso más adelante. Lo que vuelve sobre todo el S1 inicial es todo el enjambre. El 1er sgte se conserva, y los otros vienen a superponérsele en una condensación. El enjambre modifica el S1, lo trocea, le hace agujeros, hace entrar otros sgtes y lo que obtiene es esta mezcla, esta cosa heterogénea. La operación no es metafórica, pero tampoco es metonímica. Comprime varios significantes.

Es como si la línea misma del significante volviera un momento sobre ella misma, y produjera un significante sintomático nuevo, en lugar de desarrollarse entre significante y significado. Por eso hay algo metonímico, pero no es como la alusión, en la cual hay un sentido pero no se puede captar cual: en Joyce se trata de una súper metonimia, y decir que hay un sentido es imposible. El movimiento del significante es volver sobre si mismo, no se vincula al sonido ni a un objeto de la realidad, sino que se apunta a sí mismo.

Joyce se opone a todo medio decir, por el contrario, es un súper decir, en absoluto alusivo. Miller trae un lindo ejemplo, la poesía china se concentra en una frase “él viento mueve al árbol”. No dice nada, vacía, deja casi un vacío. “Joyce en cambio llena de material: llenar de material cierto vacío de sentido no me parece que sea alusivo. No, aquí no hay poesía de ninguna manera”.

Gabriela Céspedes

Bibliografía:

J. Lacan: Seminario 23. El Sinthome. Ed Paidós. 2006

J.A.Miller: El Partenaire-Sintoma. Ed Paidós. 2008

J:A:Miller: Introducción a la Clinica Lacaniana. Conferencias en España. Ed. E.L.P.

J.Joyce: Ulises. Ed. Losada. 2005

EDITORIAL 7 (por Adriana Congiu de Flaja )


La presente edición de Parlêtre es un encuentro de inquietos pensadores santiagueños. Sensibles a lo que leen, escuchan, ven o sienten, se disponen luego a escribir.

Esta es la maravilla de los seres que aceptan dejarse tomar por sus sentidos. Les basta con ver una película, con leer dos líneas cortas de una página sencilla, con retener la aparente nimiedad de un detalle que se escapa…Y zas! Ya están del otro lado, trepando por sus pensamientos porque no pueden quedarse impávidos, en un suelo plano!

Es esto para mí extraordinario! Cada sensación suscitada va subiendo poco a poco, salta a veces atrapando misterios dormidos en la mente y, provocada como está, va diciendo cada vez más lo suyo. No se conforma., busca más espacio, quiere cubrirlo todo, como la enredadera que vive sin detenerse a pensar nada.

Entonces, se sabe ya que la magia ha operado: cuando los afectados del principio son ahora los que nos afectan. Y el ciclo vuelve a iniciarse.

Claro…..si cada quien puede también sentir esas llamadas.

Hasta la próxima!

Adriana Congiu de Flaja

Walter Benjamin: Pensar poéticamente la historia (Por Mariam Basbus)


Walter Benjamin: Pensar poéticamente la historia

(Por Mariam Basbus)

  

 

Hay un cuadro de Klee que se llama Ángelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin: “Tesis de Filosofía de la Historia”, Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1971.

 

Al estudiar el grandioso cuadro de Paul Klee, Walter Benjamin realiza un análisis fascinante, brindando una visión lucida, inteligente y sui generis a la filosofía de la historia, el Ángelus Novus es la representación ideal del flaneur, pues solo este paseador recibe el mensaje verdadero que relampaguea un instante, el pasado se disuelve, y donde el historicismo ve una cadena de acontecimientos el ve una catástrofe única, aquí la idea de progreso se revela como el huracán que solo deja montones de ruinas, tempestad que lo arrastra hacia el futuro sin que el Ángel de la Historia logre detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado.

Este montón de escombros bien podría también haberse llamado su vida, cuyos hilos simulaban tantas veces para el, ser movidos por el “jorobadito” que lo aterraba.

 

“A mí me producía horror. El jorobado era de la misma casta. Sólo ahora sé cuál era su nombre. Mi madre me lo reveló sin saberlo. "El Torpe" te envía saludos, decía cuando había roto algo o me había caído. Y ahora comprendo de qué hablaba. Hablaba del hombrecillo jorobado que me había mirado. A quien este hombrecillo mira, no pone atención ni en sí mismo ni tampoco en el hombrecillo. Se encuentra sobresaltado ante

un montón de pedazos.”[i]

Las situaciones que rodearon su muerte podrán ser leídas en relación a ello. En el invierno de 1939-40, el peligro de un bombardeo lo hizo abandonar Paris huyendo hacia Meaux en donde, al serle negado el visado para pasar a España y desde allí embarcar rumbo a América, se suicida en un hotel cuando huía del nazismo que dominaba Europa. Meaux, a donde fue Benjamin, era un centro de concentración de tropas y probablemente uno de los pocos lugares en Francia que estuvo amenazado de gravedad en esos meses, pero nuestro autor carecía, inexplicablemente, de cualquier noción acerca del peligro real.

La vida de Walter Benjamin (Berlín, 15 de julio de 1892- Portbou, 27 de septiembre de 1940), se encontró irremediablemente sometida a sus propios discursos, ya nos dice Hanna Arendt en su “Introducción a Walter Benjamin” que “el sabia muy bien la misteriosa interacción, el lugar en el que coinciden la debilidad y el genio, que tan magistralmente había diagnosticado en el caso de Proust (…).  Murió de la misma inexperiencia que le permitió escribir sus obras… como Proust era totalmente incapaz de cambiar las condiciones de su vida incluso cuando estaban a punto de aplastarlo” [ii].

 

Para los judíos de la generación de Benjamin las formas disponibles de rebelión eran el sionismo y el comunismo, ambas eran vías de escape de la ilusión de la realidad y del engaño de si mismos a una existencia honesta, ambas ideologías se enfrentaban con la máxima hostilidad, aun así mantuvo abiertas para si ambas vías durante años, lo cual evidencia que poco le interesaba de cada una su aspecto “positivo” y que, en uno y otro caso, le  importaba el factor “negativo” de la critica a las condiciones existentes, un despegue de la falsedad y de las ilusiones burguesas, una posición fuera de lo establecido.

Benjamin fue probablemente el marxista más peculiar surgido de este movimiento, el aspecto teórico que habría de fascinarlo era la doctrina de la superestructura, uso la misma solo como estimulo heurístico-metodológico, apenas se intereso en su fondo histórico o filosófico.

Por su figura central, el flaneur, se confirma los remotos que estaban estos estudios del marxismo y del materialismo dialéctico. Las cosas se revelan a si mismas en su secreto significado a aquel que pasea sin objeto a través de las multitudes de las grandes ciudades en contraste con su actividad apresurada e intencional. El verdadero aspecto del pasado se disuelve y solo el flaneur que pasea ociosamente recibe el mensaje.

A su vez,  nada más distante del materialismo dialéctico que la actitud en la que el “ángel de la historia” no avanza dialécticamente hacia el futuro sino que tiene su rostro vuelto hacia el pasado.

Por sus consideraciones acerca del arte no podríamos comprender que Benjamin no reconociera una tesis tan fundamental representada tan magníficamente en el cuadro de Paúl Klee, tan adialectico era nuestro autor que concebía la teoría de la superestructura como la doctrina final del pensamiento metafórico, sin aparato alguno y evitando todas las mediaciones relacionaba directamente la superestructura con la infraestructura denominada “material”, que para el significaba, la totalidad de los datos sensualmente experimentados.

Una metáfora establece una conexión que se percibe sensualmente en su inmediatez y no requiere una interpretación, son los medios por los que se efectúa poéticamente la unidad del mundo, máximo don del lenguaje. La transferencia lingüística nos permite dar forma material a lo invisible y hacerlo de esta forma capaz de ser experimentado.

En su preocupación por hechos concretos, directa y realmente demostrables, acontecimientos particulares y casos cuya significación sea manifiesta debería nombrar un elemento mas que resaltara Benjamin de la mano de Brecht, la practica del pensamiento crudo, pensamiento sin labrar “los pensamientos crudos… deben informar y participar del pensamiento dialéctico, porque no ilustran mas que la referencia de la teoría a la practica, un pensamiento debe ser crudo para convertirse en acción ”[iii] , a nuestro pensador le atraía sobretodo la referencia a la realidad contenida en este pensar crudamente, pues en los modismos y proverbios del lenguaje cotidiano era donde esta realidad se manifestaba mas directamente.

 

Su intento, influido por el surrealismo, era captar el aspecto de la historia en las representaciones más insignificantes de la realidad, como si dijéramos en sus desperdicios, tenía una pasión por las cosas pequeñas, diminutas, su repulsión por la consideración de la mera utilidad se evidenciaba a su vez en su actitud de coleccionista.

El “tamaño”, o podríamos decir su utilidad, estaba en relación inversamente proporcional con su significancia, pues es en estos momentos, en donde la verdadera imagen del pasado pasa súbitamente, se deja fijar solo en la imagen, en el fenómeno que fue lo que desde el principio  fascino a Benjamin, mas que en ideas o teorías, es allí donde aparece la historia real que no tiene que ver con la de los dominadores sino con los vencidos, debería poderse narrar la historia de estos, de las pequeñas cosas, pues la historia no es la obra de los grandes hombres, esto es lo que logra ver el cronista y no el historicismo. [iv]

 

Nos dice Benjamin citando a Fustel de Coulanges “al historiador que quiera revivir una época le recomienda que se quite de la cabeza todo lo que sabe del curso sucesivo de la historia”. El procedimiento con el cual historiador historicista intenta adueñarse de la imagen histórica auténtica que relampaguea un instante es la compenetración con el vencedor que resulta cada vez ventajosa para el amo del momento “quien quiera que haya conducido la victoria hasta el día de hoy, participa del cortejo triunfal en el cual los dominadores de hoy pasean sobre aquellos que yacen en tierra. La presa, como ha sido siempre costumbre, es arrastrada en el triunfo”el materialista histórico deberá ser un observador distante del patrimonio cultural puesto que este tiene su origen en el horror “no existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”, la misión del materialista histórico será “pasar por la historia el cepillo a contrapelo”.[v]

Benjamin a mi parecer no niega la necesidad de una filosofía de la historia pero si declara la urgencia del fin de la historia si esta es entendida como la ve el historicismo estableciendo nexos causales entre los diversos momentos de la historia “una masa de hechos para llenar el tiempo vacío y homogéneo”, fundada en la idea de progreso haciéndose cómplice de las clases dominantes.

En una de sus citas a Nietzsche parafrasea “necesitamos la historia, pero la necesitamos no como el holgazán malcriado en los jardines del saber”.

La historia es objeto de una construcción cuyo lugar es el tiempo actual, no el tiempo homogéneo y vacío, que elimina diferencias y libre de escombros que se arrojan contra ella.

En el fundamento de la historiografía materialista hay un principio constructivo.

 

Faltaría algo mas antes de terminar, la consideración de Benjamin sobre la verdad, que me atrevo a decir junto con Arendt, se acerca demasiado a la posición Heideggeriana, desde el principio el problema de la verdad se le había aparecido como una “revelación… que debe oírse, es decir que esta situada en la esfera metafísicamente acústica”, hay un lenguaje de la verdad, deposito, libre de tensiones e incluso silencioso, de los mas profundos secretos en que se ocupa todo pensamiento y este es el verdadero lenguaje, la actitud de Benjamin sigue siendo no indagar en las funciones utilitarias o comunicativas de las creaciones lingüísticas sino entenderlas en su forma cristalizada y en definitiva fragmentaria como manifestaciones no-comunicativas y sin intención de una “esencia del mundo”, el lenguaje es un fenómeno esencialmente poético, el poema filosóficamente beneficia el defecto de las lenguas y es su complemento superior.

El pensar poéticamente, tal como el lo hizo con su impresionante técnica del mosaico, trabaja con los fragmentos de pensamiento que puede arrancar del pasado y reunir en torno a si, lo que guía a este pensamiento es la convicción de que aunque lo vivido este sujeto a la ruina de la época, el proceso de podredumbre es a su vez el proceso de cristalización, de una transformación donde en el fondo del mar sobreviven formas y figuras en espera de aquel buscador de perlas que las lleve a la superficie, con tanta razón Hanna Arendt lo llamo “el pescador de perlas”.

 

 

Mariam Basbus

Profesora en Filosofía

Actualmente cursa la Licenciatura en Filosofía en la UNSE

 

 



[i] Walter Benjamin, «El hombrecillo jorobado», Infancia en Berlín hacia 1900, Ed. Alfaguara.

[ii] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007. Introducción por Hanna Arendt.

[iii] Opt., cit.

[iv] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007, sobre el concepto de la historia, 3.

[v] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007, sobre el concepto de la historia, 7.

 

¿Era un niño el Lazarillo? (por Gabriela L. Céspedes)




¿Era un niño el Lazarillo?

 

Hace poco tiempo volví sobre la lectura de algunas piezas de la literatura española.  El Lazarillo de Tormes fue una de ellas, esta es considerada como una novela picaresca. Su protagonista es un “pícaro”, un “bribón”, dicen algunos de los tantos comentarios que sobre ella hube de hallar. El niño es entregado por su madre a los ocho años de edad, a un ciego para que lo cuide y eduque. En algunos de sus párrafos Lázaro, hambriento, es sorprendido haciendo trampas, robando comida, mintiendo, su amo de turno le propinaba castigos correctivos, mientras algunos adultos que presenciaban la escena, ríen a carcajadas. Entre esos castigos con finalidad educativa por parte de su amo ciego,  Lázaro recibe golpes en la cabeza ocasionándole un fuerte dolor que le dura tres días o con jarro de vino le aciertan en la boca rompiéndole algunos dientes.

“Contaba el mal ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y dávales cuenta una y otra vez, así de la del jarro como la del racimo, y agora de lo presente. Era la risa de todos tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; más con tanta gracia y donaire contaba el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en no reírselas”.

 Más adelante un clérigo, su segundo amo, lo golpea dando por finalizada una serie de mentiras que habría urdido Lázaro para hacerse de comida, tan fuerte fue aquél golpe que el niño quedó inconsciente durante tres días, y quince días más le llevó recuperarse de tamaña paliza.

Para este tiempo, Lázaro ya había aprendido a beber vino en exceso, a odiar a sus amos, a vengarse, a mentir,  a esperar la muerte como salida a sus miserias. 

Me preguntaba a que le llaman novela picaresca?  Es una reacción en la literatura a la falsa idealización de la vida narrada en  la novela sentimental, caballeresca y pastoril. Es una creación genuinamente española, en un tiempo donde el estamento servil de la península, vivía sumida en la pobreza, sin poder quizás cubrir sus necesidades más básicas, por que debía sostener a la corona y sus ejércitos. La novela picaresca critica los valores imperantes, se ríen de ese Imperio que lo había perdido casi todo, que había perdido a Dios entre los clérigos, al amor entre las cortesanas y donde la única verdad era el hambre, el deshonor, el desencanto.

 El Lazarillo de Tormes fue publicado en 1553, se desconoce su autor, por ello mismo pudo haber sido escrito por alguno o varios. Lo cierto es que es una representación satírica de su época. Su protagonista es un niño, llevado por el maltrato de sus amos y el hambre a realizar todo tipo de pillerías para sobrevivir, hasta que alcanza cierta edad, hacia el final de varios tratados  encontramos a un Lázaro con un oficio, el de pregonero. Logrando un ascenso social desde la apariencia, con espada y ropas usadas y casado con una mujer de dudosa reputación. El contraste mas crudo de los héroes de caballería de epopeyas legendarias, es Lázaro de Tormes. Su propia epopeya fue sobrevivir al hambre, la miseria, y para ello poco valor tenía el virtuosismo.

Desde siempre la Literatura Universal ha mostrado un vector crítico de cada época en particular. España no ha sido la excepción por cierto.

Volviendo a la pregunta por este tipo de novelas, aquello de picaresco resonaba en particular al continuar la lectura del Lazarillo. En efecto, Lázaro se valía de la estafa y el engaño desde muy temprana edad. En circunstancias actuales, un niño en tal condiciones podría ser pensado no como un pícaro, sino como una “víctima de maltrato infantil” o, por que no, como un “niño con problemas de conducta”.

Ello lleva a pensar en la idea de niño imperante en la época.  En los tiempos donde fuera escrita la novela del Lazarillo, el niño no era considerado diferente a los adultos, salvo por su tamaño. Aparecía junto a los adultos tanto para el trabajo, sin una clara diferenciación entre unos y otros, como para la diversión, en tanto objeto de burlas por su aspecto pequeño y gracioso.

 

El niño desde el surgimiento de las Ciencias modernas

El concepto de niño es una construcción que parte desde la época moderna, antes era ubicado como un objeto mas entre las pertenencias de algún señor, como objeto de placer, como objeto de goce. Lo cual hace entendible por que en el relato del Lazarillo, ningún personaje es llamado a dar auxilio ante los castigos corporales, por el contrario esto es considerado un justo castigo o motivo de diversión. Nadie se opone a que el niño consuma alcohol en exceso, “Yo, como estaba hecho al vino, moría por él...”, el castigo propinado no fue a razón de preservar su salud, sino por motivos otros. Ningún personaje reprueba que  sea partícipe de estafas, que pase hambre  y así durante todo el relato.

Será entonces a partir de la ciencia moderna  que comenzará la construcción del concepto de infancia. Luego, hacia mediados del siglo XIX aparecerán muchos estudios con la finalidad de ubicar al niño como objeto, considerando su desarrollo y poniendo énfasis en sus cuidados.

De hecho el concepto fue variando su significado por su uso cultural, en otros tiempos no tenía el mismo sentido que en la actualidad donde es posible recortar de los discursos imperantes el valor del niño como un objeto cultural, objeto de múltiples saberes y prácticas, hoy muchos discursos prosperan a partir del uso del objeto infancia, por que concentra un valor de mercado.

Habremos de notar entonces que el niño es nombrado, con diferentes connotaciones. Hablado por los padres, por educadores, por médicos, por el mercado de consumo, hablado en el sentido de “esto es un niño”, “esto debe hacer un niño”, etc. En cierto sentido, a mi parecer, el niño pasó de no existir como concepto, a ser atravesado por conceptos idealizantes en las diferentes prácticas sociales, a ser un objeto de valor para el mercado. Al parecer, con o sin concepto, siempre en el lugar de objeto o muy próximo a él.

 

El niño desde el surgimiento del Psicoanálisis.

Las diferentes modalidades de nombrar al niño responden al interés de cada práctica discursiva, eso no tiene nada de malo, como dice Antonio Di Ciaccia, en la oportunidad de las Terceras Conferencias “Oscar Masotta” en Barcelona: “La educación, la rehabilitación, la terapia, y la prevención participan del mundo imaginario y participan de las producciones fantasmáticas que pueblan las realidades de los hombres en el mundo. El Psicoanálisis es otra cosa.”

Por cierto, en Psicoanálisis, al menos en la orientación lacaniana, no hablamos del niño en general, sino de cada niño en particular.

 No será sino con la aparición del Psicoanálisis y el descubrimiento del Inconsciente, que efectivamente el niño adquiere una posición diferente, distinta de las perspectivas que lo ubican como una etapa normal de un momento cronológico y biológico en el hombre, o aquellas que se ubican en la referencia a una cierta normalidad imaginaria de la infancia.

Puntualmente el descubrimiento freudiano de la sexualidad infantil es lo que cambiará la perspectiva: el niño vive su propia sexualidad y su normalidad y normatividad estarán bajo las insignias del falo, siguiendo a Di Ciaccia.

En la operación que actúa en el dispositivo analítico no se tiende al reforzamiento del yo, ni a aportar significantes nuevos al niño, sino a poner en evidencia que no todo es significante, que es a esa falta de significante que se reduce el sujeto y el goce correlativo no se inscribe en el registro simbólico. Dirá Di Ciaccia “el Psicoanálisis no consiste en la adquisición de nuevos significantes que permitan al individuo situarse en la vida, ni en la búsqueda de la cadena significante, sino que consiste en esa operación que permite situar la cusa del sujeto mas allá de la cadena significante.”

El análisis se ocupa del trauma que no es otro que el encuentro del sujeto humano con el sexo, con la realidad sexual decía Freud. Desde sus primeros escritos sobre la sexualidad infantil Freud indica  que el niño o la niña descubren ser objeto de un deseo que es del orden del goce sexual por parte de otro.

Lacan, a propósito de Hans, dirá que el encuentro con el goce no es autoerótico, si bien se produce en su propio cuerpo, es sentido como extraño, se trata de un encuentro hétero.

Consideramos que un niño puede ser analizante, por cuanto entendemos que es sujeto del inconsciente. Por otra parte, el analista no está en función de aportar significantes, de responder a la demanda de identificaciones, de ser el objeto que obtura la falta en el fantasma del Otro, sobre todo del Otro materno.

Si bien es cierto que no podremos suponer una atravesamiento del fantasma en un análisis con un niño, y devenir  analista. Si podrá saber identificar su posición respecto del deseo materno, la respuesta a este deseo será el falo, por medio del cual, el niño identificado al significante, saldrá de la problemática del Edipo. Teniendo en claro que es una respuesta parcial, hasta un nuevo encuentro con lo real del goce.

 

Desde un niño inexistente, como el Lazarillo, equiparado a los adultos en la vida cotidiana, encontramos luego  la aparición de las ciencias modernas que dieron lugar a la aparición de diversas prácticas que obturaron de definiciones al niño, observándolo, experimentando, codificándolo, situándolo en el discurso pedagógico, médico, religioso, político, económico y tantos otros a la medida de sus respectivas prácticas. El Psicoanálisis propone hacer lugar a lo que no se dice en cada niño, y como escribiera Ricardo Gandolfo “ El Psicoanálisis con niños, entonces, implica trascender la deferencia hacia el Ideal del niño que impera en nuestra cultura y atender, por el contrario, a ese niño particular cuyo goce puede ser transmutado en una decisión por la vía de la palabra”. 

 

Gabriela L. Céspedes

Lic. en Psicología

Miembro del Grupo Editorial de Revista Parletre

Miembro Asociado al Instituto Oscar Masotta

Cid. Santiago del Estero

 

Bibliografía:

Autor Anónimo: El Lazarillo de Tormes. Edición digital. Ed. Libros en Red.

Antonio Di Ciaccia: El niño. La familia y el Inconsciente. Terceras Conferencias Oscar Masotta en Barcelona. Ed. Atuel. Eolia. 1997

Marcela Antelo: El infans en la cultura. Psicoanálisis con niños. Los fundamentos de la práctica. Ed. Grama. 2004

Ricardo Gandolfo: Ensayos analíticos. Ed. Descartes. 2000

Psicoanálisis como una práctica ética, política y social (por Gala Aznarez Carini y Mercedes Vargas)


En el siguiente ensayo proponemos partir de los postulados del Psicoanálisis lacaniano para abordar la ética, la política y lo social, ya que la articulación de estas nociones permite reflexionar sobre la práctica profesional en las condiciones de nuestra actualidad. Nos interrogamos sobre las coordenadas en las que se inscribe el Psicoanálisis en un contexto capitalista. Esto se hace necesario si consideramos la importancia de tener en cuenta las demandas que se ponen de manifiesto en los nuevos emergentes sociales. Destacamos el papel que cumple lo político, tanto a nivel del sujeto como del discurso analítico y su práctica.

Partimos de que la dimensión ética es central en Psicoanálisis, en la experiencia analítica y en lo concerniente al sujeto. La especificidad de este campo es que tiene una ética que le es propia, diferenciable de la noción de ética tradicional. Esta última se caracteriza por referirse al Deber Ser y la búsqueda de un Ser Supremo, universal. La ética en psicoanálisis, en cambio, se concibe como un acto a posteriori que lleva al sujeto a cuestionarse sobre su deseo y su sufrimiento, sostenido en un saber inconsciente. Pensamos a la experiencia analítica en tanto ética, ya que posibilita que el sujeto pueda implicarse en lo que le pasa.

Al mismo tiempo, la dimensión ética no se encuentra aislada de la noción de sujeto. Retomamos los aportes de Miller[1] cuando expresa que en la práctica analítica el sujeto no es objetivable, sino que corresponde a una decisión del analista producir un nivel propio del sujeto. El concepto mismo de sujeto, en Psicoanálisis, sostiene en sí mismo la imposibilidad de la armonía y la totalización. Este es definido a partir de una falta-en-ser, se inscribe como una discontinuidad, una ruptura. Por esto, la práctica analítica no puede ser pensada como una práctica mecánica, estadística ni de cuantificación.

En Psicoanálisis la noción de ética se encuentra ligada a la de responsabilidad. Se trata, retomando a Lacan[2], de que “de nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”. Lo que se aprende en el análisis es que uno es siempre responsable de lo que le ocurre, asumiendo una posición subjetiva frente a su queja, que Lacan denomina rectificación subjetiva. En este sentido, el discurso analítico se dirige a un sujeto en la medida que éste se asuma como sujeto ético y de derecho.

La práctica analítica, en tanto se dirige a un sujeto, requiere que el analista posibilite un espacio que permita la emergencia de la singularidad del sujeto. Laurent señala que el analista debe hacer de los momentos de discontinuidad y sorpresa, momentos ocasionales que hay que construir.

Pensar el discurso y la práctica analítica, lleva a interrogarnos sobre las coordenadas sociales en las que estos se inscriben. Tradicionalmente, lo social ha sido definido desde la noción de ideología como falsa consciencia, visión en la que la sociedad se concebía como una totalidad inteligible, idea que se basa en una concepción esencialista, tanto de la sociedad como de los agentes sociales. En oposición, surgen desarrollos que intentan resaltar la infinitud de lo social, el hecho de que todo sistema estructural es limitado, que implica un exceso de sentido imposible de ser dominado. La sociedad como un objeto unitario e inteligible es una imposibilidad.

Para Laclau[3], lo social es definido como un juego infinito de diferencias, identificado con lo que se denomina un discurso. Un juego en el que se trata de establecer puntos nodales de fijación, de referencia, que permiten domesticar la imposibilidad estructural mediante la construcción de la finitud de un orden. Lo ideológico sería aquella forma mediante la cual la sociedad trata de instituir un cierre, una fijación de sentido que intenta lograr una totalización mediante el no reconocimiento de la diferencia, forma de lidiar con lo imposible: la sociedad como un todo homogéneo.

El capitalismo, producto de las corrientes liberales postula como principios básicos la libertad y la igualdad de todos los individuos, defiende una noción fuerte de derechos individuales y la restricción de la intervención de instituciones sociales. Funciona como un discurso tendiente a la totalización y homogeneización en un intento de suturar la imposibilidad. Su consolidación por medio del discurso científico y técnico está orientada por un rechazo a la castración, sólo se admite lo imposible de un modo transitorio que, a través del progreso y el desarrollo, dejará de serlo.

El discurso capitalista es definido por Lacan[4] como un movimiento sin corte, sin estructura, donde el mundo simbólico ha perdido su eje organizador, y conlleva un goce desenfrenado. Si bien, pensamos el capitalismo como un discurso, éste presenta la particularidad de no contar con el rasgo definitorio de todo discurso: posibilitar el lazo social. Tomando los aportes de Gorostiza[5] en el capitalismo el sujeto no encuentra anclaje significante ni marcas para identificarse u orientarse.

Aquí se introduce la dimensión política en el campo del Psicoanálisis, central para todo análisis sobre lo social. Como lo resalta Alemán[6], el pensamiento lacaniano permite relacionar lo político con la dimensión de lo imposible. La enseñanza de este pensamiento es que toda totalidad es un fantasma inalcanzable, no hay posibilidad de una identidad ni una comunidad plena, siempre hay una fractura incurable. De lo que se trata en lo político es de saber hacer algo con eso, construir en ese vacío. Este resto no asimilable por lo simbólico puede jugar de manera mortífera o puede cambiar de estatuto y ser trabajado políticamente. Por esto proponemos reivindicar la experiencia política como un modo de apropiación que permite al sujeto leer y ser partícipe de su realidad social.

Siguiendo a Zizek[7], la posición del sujeto como agente social se establece a partir de una identificación ideológica pero que implica siempre el reconocimiento del antagonismo social, definido por Laclau y Mouffe[8] no como una oposición con un otro externo, sino como la imposibilidad de alcanzar una identidad, ya que esta está en sí misma bloqueada. Resaltamos de la experiencia política que permite captar la imposibilidad misma que se juega en todo lazo social. A partir de la construcción de un nosotros, como identidad, permite momentos de creación e invención política en el encuentro con el vacío estructural. Desde Badiou[9] la política se define como un acontecimiento (sorpresivo, imprevisible y colectivo), una discontinuidad que pone límite al poder indeterminado del Estado; permite crear espacios y tiempos de invención, sentidos y posibilidades promoviendo condiciones para la emergencia de sujetos éticos y de derecho.

Para este autor estos movimientos se definen como un acontecimiento, una ruptura que aparece como respuesta a lo imposible, que a través de luchas, reivindicaciones y significados  funcionan como puntos nodales y anclajes simbólicos, impidiendo  la destitución subjetiva que las condiciones actuales  generan. Es decir, en tanto discurso, el establecimiento del lazo social podría pensarse como una respuesta-síntoma que mediante la estructuración simbólica pone límite a lo imposible, posibilitando por medio de la producción de sentido (traducido en los objetivos, intereses y proyectos comunes), la recuperación de la dimensión del deseo y el reconocimiento de la singularidad.

 

 

 

 

Bibliografía:

            Alemán, J. (2002) El analista memorioso y la prisa. Incidencias memorables en la cura analítica, Buenos Aires. EOL Paidós.

---------------------------- (2006) Previo a la ética: un mundo incalculable. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

---------------------------- La lectura en psicoanálisis. Una arqueología de la formación del analista. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

---------------------------- Antifilosofías. Tecnología: Rizoma: Discurso capitalista. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

----------------------------  Una experiencia política. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

            Badiou A. (2000) Conferencias de Alain Badiou. Publicado en Antroposmoderno.

            Gargarella, R. (2002) Liberalismo frente a Socialismo. En libro: Teoría y filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano Segunda Parte. Visiones acerca de la justicia, la democracia y el mercado en el capitalismo tardío.

            Gómez, M. (2004) Práctica del Psicoanálisis y Posición Ética. Aesthethika Vol. 1. Nº 1. Apunte de Deontología y legislación profesional. Facultad de Psicología Universidad Nacional de Córdoba.  

            Gorostiza L. (2003) El poder de la palabra y los límites del sentido. Logos 2/3. Nueva Escuela Lacaniana/ NEL-Miami. Ed. Grama.

            Lacan J. (1964) El inconsciente freudiano y el nuestro. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. El seminario. Libro 11. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

--------------------- Del sujeto de la certeza. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. El seminario. Libro 11. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

            Laclau, E. (1990) La imposibilidad de la sociedad. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión.

-------------------------------- El psicoanálisis y el marxismo. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión.

            Laurent, E. (2001) El analista memorioso y la prisa. Apunte del Seminario no permanente electivo La escritura del caso en el Psicoanálisis. Facultad de Psicología, UNC.

            Miller, J. A. (1997) Introducción a un discurso del método analítico. Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

------------------------- Diagnóstico Psicoanalítico y localización subjetiva. Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

-------------------------- Introducción al inconsciente Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

------------------ (1989) seminario “patologías de la ética” Lógicas de la vida amorosa. Ed Manantial.

--------------------------- La ética en psicoanálisis.  Lógicas de la vida amorosa. Ed Manantial.

            Zizek, S. (1987) Más allá del análisis del discurso. En libro: Ernesto Laclau. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed Nueva Visión.

 

 

Aznarez Carini, Gala.*

Vargas, Mercedes.*

* Estudiantes de Lic. en Psicología en la UNC.  Actualmente realizando el Trabajo Final de la carrera titulado “El Movimiento Campesino de Santiago del Estero como síntoma social”. 


[1]            Miller, J. A. (1997) Introducción al método psicoanalítico. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

[2]           Miller, J. A. (1989) pp. 83. 

[3]           Laclau, E. (1990) Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión, Bs. As. Argentina

[4]             Alemán, J. (2006) El porvenir del inconsciente. Ed. Gama. Bs. As. Argentina.

[5]             Gorostiza, L. (2003) Logos 2/3. Nueva Escuela Lacaniana/ NEL-Miami. Ed. Grama.

[6]               Alemán, J. (2006) El porvenir del inconsciente. Ed. Gama. Bs. As. Argentina.

[7]              Zizek, S. (1987) Más allá del análisis del discurso. En libro: Ernesto Laclau. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed Nueva Visión.

[8]               Laclau, E. (1990) Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión, Bs. As. Argentina

[9]             Badiou, A. (2000) Conferencias de Alain Badiou. Publicado en Antroposmoderno.


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