* Psicoanalista. Docente del CID, del Instituto Oscar Masotta de
Tucumán y miembro de la Asociación Freudiana de
Psicoanálisis.
PL: Ante la pregunta ¿Qué es un niño? Encontramos
una posible respuesta en S. Freud en su
escrito:»Tres Ensayos para una teoría sexual», allí va
a denominarlo como »polimórficamente perverso».
Esta es una presentación del niño que produce una
ruptura con los ideales educativos y el discurso común.
¿Cómo hay que entender estas palabras freudianas?
MTP: Para Sigmund Freud la perversión se organiza
alrededor del hecho de mantener la atribución de un
pene a la madre , y en ese sentido es coherente hablar
de perversión polimorfa infantil, cuando el niño se mantiene
aún en un más acá del reconocimiento de la diferencia
de sexos y de la castración materna; Freud en “
Análisis de una fobia en un niño de cinco años” , compara
a Juanito con otros niños “que no hacen constar
lo que ven, esto es , la falta absoluta de la cosita “, y
llama a esto disposición perversa poliforme o “perversión
prematura del intelecto infantil”.
La sexualidad infantil por su particular especificidad
determina al perverso polimorfo que es el niño, pero
no se confunde con la perversión como estructura. El
objeto y el fin sexual no aparecen como fijos en la sexualidad
humana. Freud ubica el comienzo de aquella en
el apoyo que encuentra en las funciones orgánicas
basadas en la necesidad, de las que luego se independiza
(succión, expulsión o retensión, masturbación, etc.). Son
estas pulsiones parciales que buscan una satisfacción
autoerótica.
La sexualidad infantil es en definitiva el gran descubrimiento
al que Freud llegó gracias a la ruptura que
realizó con otras concepciones contemporáneas a su
elaboración teórica como son el romanticismo, el
naturalismo, y el utilitarismo.
PL: Eric Laurent formula: «Para lacan, la investigación
sobre la sexualidad femenina era una cuestión
preliminar a todo tratamiento posible de los niños.»
Entiendo esto como un viraje, desde un estudio
enfocado en la relación niño-madre, hacia la sexualidad
femenina. ¿Por qué resulta necesario atender esta
dimensión como preliminar?
MTP: Las precisiones logradas por Jacques Lacan
sobre la sexualidad femenina permiten desplazar el
acento de los avatares de la relación madre-hijo (que en
algunos momentos del movimiento del psicoanálisis,
sobre todo con niños, llegó hasta la fascinación) (1).
Dicho desplazamiento implica hacer hablar a la dimensión
silenciosa de la sexualidad femenina, sustituyendo
de ese modo el discurso sobre el niño cuando el
domina u ocupa aquel lugar silente. No son pocos los
casos de consultas por problemas de o con los hijos
que derivan en análisis de quien llega con sus quejas
en tanto madre. Es decir que una madre necesariamente
tiene que enfrentarse con las aporías de la sexualidad
femenina.
Por otro lado tenemos la necesaria consideración de
la dimensión de la sexualidad femenina en tanto incide
en la constitución subjetiva del niño; entre los numerosos
desarrollos de J Lacan al respecto recortamos las
siguientes citas;
- “Por cuales caminos pasan los fantasmas para ir
de la madre al hijo”.J Lacan,, La Juventud de Gide. Escritos
2.
-“la clave de su indecible y entupida existencia”.J
Lacan, De una cuestión preliminar a todo tratamiento de
la psicosis. Escritos 2.
- “servicio sexual de la madre”.J Lacan, Del Trieb de
Freud .Escritos 2
Se trata en definitiva de responder a la pregunta
sobre la función estructurante de la madre.
Al respecto Freud sostuvo sin ambigüedad la función
central para los dos sexos de la castración materna
en cuanto a la salida del Complejo de Castración.
Sin embargo los post-freudianos sostuvieron el papel
insustituible de la presencia y el amor de la madre.
Lacan formalizo al complejo de Edipo freudiano recurriendo
a la lingüística, bajo la forma de la metáfora
paterna; destacando de ese modo el deseo de la madre;
desplazando de ese modo a la madre del amor hacia lo
que hay de mujer en la madre. Lacan avanza sobre el
tema al ir más allá del complejo de Edipo freudiano lo
que significa situar en la madre, no sólo a la mujer del
padre sino, a la mujer barrada , Otra , no toda ocupada
por el niño o el hombre.
Estos desarrollos se corresponden con la enseñanza
de J. Lacan de los años 70 cuando formaliza la relación
entre la falta fálica y el suplemento de goce en la
sexualidad femenina, cuyos antecedentes ya los encontramos
por ejemplo en 1958 en su escrito “Ideas
directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”
(3) , cuando plantea “interrogar si la mediación
fálica drena todo lo pulsional que puede manifestarse
en la mujer , y en particular toda la corriente del instinto
maternal”.
Entonces: si se trata para el psicoanálisis de la
emergencia del sujeto y de la huella que recibe del Otro;
conviene distinguir en la ausencia materna , es decir
en el deseo femenino en tanto que en él la madre esta
ausente, qué es descifrable de aquello que sobrepasa
a lo fálico, y que por definición calla .Ese goce otro que
el fálico , indescifrable, y que por lo tanto deja al niño
en este caso, sin recursos para simbolizarlo.
Pero también es conveniente destacar que esta
orientación del psicoanálisis opera siguiendo no sólo
las consecuencias del avance de J Lacan sobre la sexualidad
femenina sino también el reexamen del lado masculino,
que realiza por ejemplo, en el Seminario XVII (4).
Por lo tanto las consecuencias a considerar son de ese
modo tener en cuenta que la condición de posibilidad
para un niño de separarse de su identificación fálica ,
implica no sólo que ella no sea toda de él y que ella no
esté tampoco en otro lugar insondable, sino que además
es necesario que su amor de mujer sea referible a
un nombre, nombre de un hombre que puede ser cualquiera
, pero en tanto se nombra se constituye en un
límite a la metonimia del falo y a la opacidad del Otro
absoluto; son estas condiciones las que permitirán a
un niño su inscripción en un deseo particularizado.
Por lo tanto en esa operación de separación no es el
amor de una madre, sino su división por un objeto que
causa su deseo.
PL: Los niños han tomado la escena social en este
último siglo, obteniendo protagonismo en los diferentes
discursos: el derecho, la economía, la pedagogía,
la ciencia, etc Se conocen cada vez más denominaciones
para nombrar el síntoma del niño y, la
medicalización de ese malestar está a la orden del día.
¿Qué posición toma el Psicoanálisis ante
estas políticas, la medicación específicamente?
MTP: En primer lugar, me parece conveniente recordar
lo siguiente:
Paul Bercherie sostiene en la “Clínica Psiquiátrica
del Niño”-(2) que una clínica especifica del niño, con
sus propios conceptos , se elaboró a partir de los años
1930;es en el tercero de los tres grandes períodos en la
estructuración de esta clínica del niño, donde ubica el
nacimiento de una clínica pedo-psiquiátrica .Periodo
caracterizado por la influencia dominante sobre la clínica
del niño de los desarrollos psicoanalíticos , y cuyos
comienzos coinciden con la extinción de la investigación
clínica en la psiquiatría del adulto y el relevo
de la investigación psicopatológica por el psicoanálisis.
Destacando que mientras la clínica del adulto tiene
un origen pre-psicoanalítico y en su desarrollo continua
marcada por el pensamiento médico que la constituyó,
la clínica del niño se construye sobre bases muy
diferentes que determinarían un futuro optimista en su
avance. (2)
En los DSM (Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales), creación del discurso médico
norteamericano de la mano de ciencia, la tecnología y en
relación al discurso del mercado; la noción de niño queda
borrada. Esa creación se sostiene en el paradigma
que se impuso en la medicina en general y que la psiquiatría
adopto a partir de la mitad del SXIX , uno de
cuyos efectos es que se constituye una clínica
psiquiatrita del niño que es un calco de la nosología
del adulto.
El sustrato del paradigma en medicina es el soma y
en tanto no habría especificidad de la infancia, a nivel
del cuerpo no se diferencia del adulto.
El problema mental puede ser pensado a partir de
esos parámetros , como una constelación de enfermedades
del cerebro; lo que no responde a causas exógenas
es considerado como déficit o exceso del desarrollo de
las facultades cerebrales o del desequilibro en la
neurotransmisión.
Podemos decir que el supuesto avance optimista
por parte de P. Bercherie no calculó al menos la magnitud
del avance de la ciencia ; lo cual no significa ser
pesimista al respecto , sino tomar nota de los hechos
dominantes de nuestra actualidad y ver como el psicoanálisis
responde ante ello.
La exclusión por parte de estas concepciones de la
psiquiatría, las que sostienen los DSM, de cualquier referencia
a la subjetividad, tiene consecuencias en todas
las prácticas que atañen al niño; ejercidas por todos los
adultos a cargo de su crianza, como así también a los
educadores.
Hay padres que demandan medicación para sus hijos
.La distracción por parte de los niños en la escuela
(“trastornos por déficit de atención y comportamientos
perturbados con hiperactividad”-DSM IV-), se
diagnóstica ADD, y se medica con Ritalina.
Para los casos de la vieja angustia fóbica tildados
“ataques de pánico”, asociado o no a un TOC-DSM IV,
se indica la fluoxetina: nos encontramos de ese modo
con la tendencia de la uniformidad diagnóstica y el automatismo de las terapéuticas
psicofarmacológicas.
El psicoanálisis cuestiona ese
diagnóstico que por masivo e impreciso
deja de lado cualquier particularidad
subjetiva.
La enseñanza de Freud y
Lacan ofrecen una orientación
precisa para intervenir en la clínica
actual sosteniendo la investigación
del caso por caso , lo cual
es una prevención ante el riesgo
de ser seducidos por diagnósticos
masivos y homogéneos.
La exclusión de cualquier referencia
a la subjetividad, dejan un
lugar vacante , para nuestra intervención
desde el psicoanálisis, y
es nuestra decisión ocuparlo o
no.
Esa clasificación, la de los
DSM, desconoce el valor del síntoma
como respuesta del niño en
tanto sujeto, al Otro encarnado en
los padres.
El Psicoanálisis no se opone a
la medicación , si ella fuera necesaria;
ello implica que un analista se
sitúa en la perspectiva que reconoce
al síntoma como una respuesta
articulada, que incluye una
vertiente a descifrar, respecto del
lugar del niño en el Otro y una vertiente
otra, la atinente al goce que
queda por fuera de la representación.
En la infancia, de manera
paradigmática y como en ningún
otro momento de la vida, el padecimiento
y la angustia del sujeto
se articulan en una relación evidente
con el Otro.
Gisela Yuse
[Lic. en Psicología; Psicoanalista,
Miembro de la Asociación Freudiana
de Psicoanálisis (Tucumán) y de
Grupo de Estudios Psicoanalíticos (Sgo. del Estero)]
(1). German García: ¿Existe un Psicoanálisis del Infans?, Psicoanálisis.
Una Política del Síntoma. Alcrudo Editor Zaragoza, 1980.
(2)Paul Bercherie: “La Clínica Psiquiátrica del Niño”, Ornicar?
Nº 26-27 Navarin –Paris.1983.
(3) Lacan, J: “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad
femenina “. Escritos 2.
(4)Eric Laurent: “Psicoanálisis con niños y sexualidad femenina”,
Hay un fin de análisis para los niños. Colección Diva.
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