Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

*
Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

EDITORIAL 7 (por Adriana Congiu de Flaja )


La presente edición de Parlêtre es un encuentro de inquietos pensadores santiagueños. Sensibles a lo que leen, escuchan, ven o sienten, se disponen luego a escribir.

Esta es la maravilla de los seres que aceptan dejarse tomar por sus sentidos. Les basta con ver una película, con leer dos líneas cortas de una página sencilla, con retener la aparente nimiedad de un detalle que se escapa…Y zas! Ya están del otro lado, trepando por sus pensamientos porque no pueden quedarse impávidos, en un suelo plano!

Es esto para mí extraordinario! Cada sensación suscitada va subiendo poco a poco, salta a veces atrapando misterios dormidos en la mente y, provocada como está, va diciendo cada vez más lo suyo. No se conforma., busca más espacio, quiere cubrirlo todo, como la enredadera que vive sin detenerse a pensar nada.

Entonces, se sabe ya que la magia ha operado: cuando los afectados del principio son ahora los que nos afectan. Y el ciclo vuelve a iniciarse.

Claro…..si cada quien puede también sentir esas llamadas.

Hasta la próxima!

Adriana Congiu de Flaja

Walter Benjamin: Pensar poéticamente la historia (Por Mariam Basbus)


Walter Benjamin: Pensar poéticamente la historia

(Por Mariam Basbus)

  

 

Hay un cuadro de Klee que se llama Ángelus Novus. En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene pasmado. Sus ojos están desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Y este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irresistiblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras que los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin: “Tesis de Filosofía de la Historia”, Discursos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1971.

 

Al estudiar el grandioso cuadro de Paul Klee, Walter Benjamin realiza un análisis fascinante, brindando una visión lucida, inteligente y sui generis a la filosofía de la historia, el Ángelus Novus es la representación ideal del flaneur, pues solo este paseador recibe el mensaje verdadero que relampaguea un instante, el pasado se disuelve, y donde el historicismo ve una cadena de acontecimientos el ve una catástrofe única, aquí la idea de progreso se revela como el huracán que solo deja montones de ruinas, tempestad que lo arrastra hacia el futuro sin que el Ángel de la Historia logre detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado.

Este montón de escombros bien podría también haberse llamado su vida, cuyos hilos simulaban tantas veces para el, ser movidos por el “jorobadito” que lo aterraba.

 

“A mí me producía horror. El jorobado era de la misma casta. Sólo ahora sé cuál era su nombre. Mi madre me lo reveló sin saberlo. "El Torpe" te envía saludos, decía cuando había roto algo o me había caído. Y ahora comprendo de qué hablaba. Hablaba del hombrecillo jorobado que me había mirado. A quien este hombrecillo mira, no pone atención ni en sí mismo ni tampoco en el hombrecillo. Se encuentra sobresaltado ante

un montón de pedazos.”[i]

Las situaciones que rodearon su muerte podrán ser leídas en relación a ello. En el invierno de 1939-40, el peligro de un bombardeo lo hizo abandonar Paris huyendo hacia Meaux en donde, al serle negado el visado para pasar a España y desde allí embarcar rumbo a América, se suicida en un hotel cuando huía del nazismo que dominaba Europa. Meaux, a donde fue Benjamin, era un centro de concentración de tropas y probablemente uno de los pocos lugares en Francia que estuvo amenazado de gravedad en esos meses, pero nuestro autor carecía, inexplicablemente, de cualquier noción acerca del peligro real.

La vida de Walter Benjamin (Berlín, 15 de julio de 1892- Portbou, 27 de septiembre de 1940), se encontró irremediablemente sometida a sus propios discursos, ya nos dice Hanna Arendt en su “Introducción a Walter Benjamin” que “el sabia muy bien la misteriosa interacción, el lugar en el que coinciden la debilidad y el genio, que tan magistralmente había diagnosticado en el caso de Proust (…).  Murió de la misma inexperiencia que le permitió escribir sus obras… como Proust era totalmente incapaz de cambiar las condiciones de su vida incluso cuando estaban a punto de aplastarlo” [ii].

 

Para los judíos de la generación de Benjamin las formas disponibles de rebelión eran el sionismo y el comunismo, ambas eran vías de escape de la ilusión de la realidad y del engaño de si mismos a una existencia honesta, ambas ideologías se enfrentaban con la máxima hostilidad, aun así mantuvo abiertas para si ambas vías durante años, lo cual evidencia que poco le interesaba de cada una su aspecto “positivo” y que, en uno y otro caso, le  importaba el factor “negativo” de la critica a las condiciones existentes, un despegue de la falsedad y de las ilusiones burguesas, una posición fuera de lo establecido.

Benjamin fue probablemente el marxista más peculiar surgido de este movimiento, el aspecto teórico que habría de fascinarlo era la doctrina de la superestructura, uso la misma solo como estimulo heurístico-metodológico, apenas se intereso en su fondo histórico o filosófico.

Por su figura central, el flaneur, se confirma los remotos que estaban estos estudios del marxismo y del materialismo dialéctico. Las cosas se revelan a si mismas en su secreto significado a aquel que pasea sin objeto a través de las multitudes de las grandes ciudades en contraste con su actividad apresurada e intencional. El verdadero aspecto del pasado se disuelve y solo el flaneur que pasea ociosamente recibe el mensaje.

A su vez,  nada más distante del materialismo dialéctico que la actitud en la que el “ángel de la historia” no avanza dialécticamente hacia el futuro sino que tiene su rostro vuelto hacia el pasado.

Por sus consideraciones acerca del arte no podríamos comprender que Benjamin no reconociera una tesis tan fundamental representada tan magníficamente en el cuadro de Paúl Klee, tan adialectico era nuestro autor que concebía la teoría de la superestructura como la doctrina final del pensamiento metafórico, sin aparato alguno y evitando todas las mediaciones relacionaba directamente la superestructura con la infraestructura denominada “material”, que para el significaba, la totalidad de los datos sensualmente experimentados.

Una metáfora establece una conexión que se percibe sensualmente en su inmediatez y no requiere una interpretación, son los medios por los que se efectúa poéticamente la unidad del mundo, máximo don del lenguaje. La transferencia lingüística nos permite dar forma material a lo invisible y hacerlo de esta forma capaz de ser experimentado.

En su preocupación por hechos concretos, directa y realmente demostrables, acontecimientos particulares y casos cuya significación sea manifiesta debería nombrar un elemento mas que resaltara Benjamin de la mano de Brecht, la practica del pensamiento crudo, pensamiento sin labrar “los pensamientos crudos… deben informar y participar del pensamiento dialéctico, porque no ilustran mas que la referencia de la teoría a la practica, un pensamiento debe ser crudo para convertirse en acción ”[iii] , a nuestro pensador le atraía sobretodo la referencia a la realidad contenida en este pensar crudamente, pues en los modismos y proverbios del lenguaje cotidiano era donde esta realidad se manifestaba mas directamente.

 

Su intento, influido por el surrealismo, era captar el aspecto de la historia en las representaciones más insignificantes de la realidad, como si dijéramos en sus desperdicios, tenía una pasión por las cosas pequeñas, diminutas, su repulsión por la consideración de la mera utilidad se evidenciaba a su vez en su actitud de coleccionista.

El “tamaño”, o podríamos decir su utilidad, estaba en relación inversamente proporcional con su significancia, pues es en estos momentos, en donde la verdadera imagen del pasado pasa súbitamente, se deja fijar solo en la imagen, en el fenómeno que fue lo que desde el principio  fascino a Benjamin, mas que en ideas o teorías, es allí donde aparece la historia real que no tiene que ver con la de los dominadores sino con los vencidos, debería poderse narrar la historia de estos, de las pequeñas cosas, pues la historia no es la obra de los grandes hombres, esto es lo que logra ver el cronista y no el historicismo. [iv]

 

Nos dice Benjamin citando a Fustel de Coulanges “al historiador que quiera revivir una época le recomienda que se quite de la cabeza todo lo que sabe del curso sucesivo de la historia”. El procedimiento con el cual historiador historicista intenta adueñarse de la imagen histórica auténtica que relampaguea un instante es la compenetración con el vencedor que resulta cada vez ventajosa para el amo del momento “quien quiera que haya conducido la victoria hasta el día de hoy, participa del cortejo triunfal en el cual los dominadores de hoy pasean sobre aquellos que yacen en tierra. La presa, como ha sido siempre costumbre, es arrastrada en el triunfo”el materialista histórico deberá ser un observador distante del patrimonio cultural puesto que este tiene su origen en el horror “no existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie”, la misión del materialista histórico será “pasar por la historia el cepillo a contrapelo”.[v]

Benjamin a mi parecer no niega la necesidad de una filosofía de la historia pero si declara la urgencia del fin de la historia si esta es entendida como la ve el historicismo estableciendo nexos causales entre los diversos momentos de la historia “una masa de hechos para llenar el tiempo vacío y homogéneo”, fundada en la idea de progreso haciéndose cómplice de las clases dominantes.

En una de sus citas a Nietzsche parafrasea “necesitamos la historia, pero la necesitamos no como el holgazán malcriado en los jardines del saber”.

La historia es objeto de una construcción cuyo lugar es el tiempo actual, no el tiempo homogéneo y vacío, que elimina diferencias y libre de escombros que se arrojan contra ella.

En el fundamento de la historiografía materialista hay un principio constructivo.

 

Faltaría algo mas antes de terminar, la consideración de Benjamin sobre la verdad, que me atrevo a decir junto con Arendt, se acerca demasiado a la posición Heideggeriana, desde el principio el problema de la verdad se le había aparecido como una “revelación… que debe oírse, es decir que esta situada en la esfera metafísicamente acústica”, hay un lenguaje de la verdad, deposito, libre de tensiones e incluso silencioso, de los mas profundos secretos en que se ocupa todo pensamiento y este es el verdadero lenguaje, la actitud de Benjamin sigue siendo no indagar en las funciones utilitarias o comunicativas de las creaciones lingüísticas sino entenderlas en su forma cristalizada y en definitiva fragmentaria como manifestaciones no-comunicativas y sin intención de una “esencia del mundo”, el lenguaje es un fenómeno esencialmente poético, el poema filosóficamente beneficia el defecto de las lenguas y es su complemento superior.

El pensar poéticamente, tal como el lo hizo con su impresionante técnica del mosaico, trabaja con los fragmentos de pensamiento que puede arrancar del pasado y reunir en torno a si, lo que guía a este pensamiento es la convicción de que aunque lo vivido este sujeto a la ruina de la época, el proceso de podredumbre es a su vez el proceso de cristalización, de una transformación donde en el fondo del mar sobreviven formas y figuras en espera de aquel buscador de perlas que las lleve a la superficie, con tanta razón Hanna Arendt lo llamo “el pescador de perlas”.

 

 

Mariam Basbus

Profesora en Filosofía

Actualmente cursa la Licenciatura en Filosofía en la UNSE

 

 



[i] Walter Benjamin, «El hombrecillo jorobado», Infancia en Berlín hacia 1900, Ed. Alfaguara.

[ii] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007. Introducción por Hanna Arendt.

[iii] Opt., cit.

[iv] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007, sobre el concepto de la historia, 3.

[v] Benjamin, Walter. Conceptos de filosofía de la historia.1ª ed. La Plata.: Terramar, 2007, sobre el concepto de la historia, 7.

 

¿Era un niño el Lazarillo? (por Gabriela L. Céspedes)




¿Era un niño el Lazarillo?

 

Hace poco tiempo volví sobre la lectura de algunas piezas de la literatura española.  El Lazarillo de Tormes fue una de ellas, esta es considerada como una novela picaresca. Su protagonista es un “pícaro”, un “bribón”, dicen algunos de los tantos comentarios que sobre ella hube de hallar. El niño es entregado por su madre a los ocho años de edad, a un ciego para que lo cuide y eduque. En algunos de sus párrafos Lázaro, hambriento, es sorprendido haciendo trampas, robando comida, mintiendo, su amo de turno le propinaba castigos correctivos, mientras algunos adultos que presenciaban la escena, ríen a carcajadas. Entre esos castigos con finalidad educativa por parte de su amo ciego,  Lázaro recibe golpes en la cabeza ocasionándole un fuerte dolor que le dura tres días o con jarro de vino le aciertan en la boca rompiéndole algunos dientes.

“Contaba el mal ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y dávales cuenta una y otra vez, así de la del jarro como la del racimo, y agora de lo presente. Era la risa de todos tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; más con tanta gracia y donaire contaba el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en no reírselas”.

 Más adelante un clérigo, su segundo amo, lo golpea dando por finalizada una serie de mentiras que habría urdido Lázaro para hacerse de comida, tan fuerte fue aquél golpe que el niño quedó inconsciente durante tres días, y quince días más le llevó recuperarse de tamaña paliza.

Para este tiempo, Lázaro ya había aprendido a beber vino en exceso, a odiar a sus amos, a vengarse, a mentir,  a esperar la muerte como salida a sus miserias. 

Me preguntaba a que le llaman novela picaresca?  Es una reacción en la literatura a la falsa idealización de la vida narrada en  la novela sentimental, caballeresca y pastoril. Es una creación genuinamente española, en un tiempo donde el estamento servil de la península, vivía sumida en la pobreza, sin poder quizás cubrir sus necesidades más básicas, por que debía sostener a la corona y sus ejércitos. La novela picaresca critica los valores imperantes, se ríen de ese Imperio que lo había perdido casi todo, que había perdido a Dios entre los clérigos, al amor entre las cortesanas y donde la única verdad era el hambre, el deshonor, el desencanto.

 El Lazarillo de Tormes fue publicado en 1553, se desconoce su autor, por ello mismo pudo haber sido escrito por alguno o varios. Lo cierto es que es una representación satírica de su época. Su protagonista es un niño, llevado por el maltrato de sus amos y el hambre a realizar todo tipo de pillerías para sobrevivir, hasta que alcanza cierta edad, hacia el final de varios tratados  encontramos a un Lázaro con un oficio, el de pregonero. Logrando un ascenso social desde la apariencia, con espada y ropas usadas y casado con una mujer de dudosa reputación. El contraste mas crudo de los héroes de caballería de epopeyas legendarias, es Lázaro de Tormes. Su propia epopeya fue sobrevivir al hambre, la miseria, y para ello poco valor tenía el virtuosismo.

Desde siempre la Literatura Universal ha mostrado un vector crítico de cada época en particular. España no ha sido la excepción por cierto.

Volviendo a la pregunta por este tipo de novelas, aquello de picaresco resonaba en particular al continuar la lectura del Lazarillo. En efecto, Lázaro se valía de la estafa y el engaño desde muy temprana edad. En circunstancias actuales, un niño en tal condiciones podría ser pensado no como un pícaro, sino como una “víctima de maltrato infantil” o, por que no, como un “niño con problemas de conducta”.

Ello lleva a pensar en la idea de niño imperante en la época.  En los tiempos donde fuera escrita la novela del Lazarillo, el niño no era considerado diferente a los adultos, salvo por su tamaño. Aparecía junto a los adultos tanto para el trabajo, sin una clara diferenciación entre unos y otros, como para la diversión, en tanto objeto de burlas por su aspecto pequeño y gracioso.

 

El niño desde el surgimiento de las Ciencias modernas

El concepto de niño es una construcción que parte desde la época moderna, antes era ubicado como un objeto mas entre las pertenencias de algún señor, como objeto de placer, como objeto de goce. Lo cual hace entendible por que en el relato del Lazarillo, ningún personaje es llamado a dar auxilio ante los castigos corporales, por el contrario esto es considerado un justo castigo o motivo de diversión. Nadie se opone a que el niño consuma alcohol en exceso, “Yo, como estaba hecho al vino, moría por él...”, el castigo propinado no fue a razón de preservar su salud, sino por motivos otros. Ningún personaje reprueba que  sea partícipe de estafas, que pase hambre  y así durante todo el relato.

Será entonces a partir de la ciencia moderna  que comenzará la construcción del concepto de infancia. Luego, hacia mediados del siglo XIX aparecerán muchos estudios con la finalidad de ubicar al niño como objeto, considerando su desarrollo y poniendo énfasis en sus cuidados.

De hecho el concepto fue variando su significado por su uso cultural, en otros tiempos no tenía el mismo sentido que en la actualidad donde es posible recortar de los discursos imperantes el valor del niño como un objeto cultural, objeto de múltiples saberes y prácticas, hoy muchos discursos prosperan a partir del uso del objeto infancia, por que concentra un valor de mercado.

Habremos de notar entonces que el niño es nombrado, con diferentes connotaciones. Hablado por los padres, por educadores, por médicos, por el mercado de consumo, hablado en el sentido de “esto es un niño”, “esto debe hacer un niño”, etc. En cierto sentido, a mi parecer, el niño pasó de no existir como concepto, a ser atravesado por conceptos idealizantes en las diferentes prácticas sociales, a ser un objeto de valor para el mercado. Al parecer, con o sin concepto, siempre en el lugar de objeto o muy próximo a él.

 

El niño desde el surgimiento del Psicoanálisis.

Las diferentes modalidades de nombrar al niño responden al interés de cada práctica discursiva, eso no tiene nada de malo, como dice Antonio Di Ciaccia, en la oportunidad de las Terceras Conferencias “Oscar Masotta” en Barcelona: “La educación, la rehabilitación, la terapia, y la prevención participan del mundo imaginario y participan de las producciones fantasmáticas que pueblan las realidades de los hombres en el mundo. El Psicoanálisis es otra cosa.”

Por cierto, en Psicoanálisis, al menos en la orientación lacaniana, no hablamos del niño en general, sino de cada niño en particular.

 No será sino con la aparición del Psicoanálisis y el descubrimiento del Inconsciente, que efectivamente el niño adquiere una posición diferente, distinta de las perspectivas que lo ubican como una etapa normal de un momento cronológico y biológico en el hombre, o aquellas que se ubican en la referencia a una cierta normalidad imaginaria de la infancia.

Puntualmente el descubrimiento freudiano de la sexualidad infantil es lo que cambiará la perspectiva: el niño vive su propia sexualidad y su normalidad y normatividad estarán bajo las insignias del falo, siguiendo a Di Ciaccia.

En la operación que actúa en el dispositivo analítico no se tiende al reforzamiento del yo, ni a aportar significantes nuevos al niño, sino a poner en evidencia que no todo es significante, que es a esa falta de significante que se reduce el sujeto y el goce correlativo no se inscribe en el registro simbólico. Dirá Di Ciaccia “el Psicoanálisis no consiste en la adquisición de nuevos significantes que permitan al individuo situarse en la vida, ni en la búsqueda de la cadena significante, sino que consiste en esa operación que permite situar la cusa del sujeto mas allá de la cadena significante.”

El análisis se ocupa del trauma que no es otro que el encuentro del sujeto humano con el sexo, con la realidad sexual decía Freud. Desde sus primeros escritos sobre la sexualidad infantil Freud indica  que el niño o la niña descubren ser objeto de un deseo que es del orden del goce sexual por parte de otro.

Lacan, a propósito de Hans, dirá que el encuentro con el goce no es autoerótico, si bien se produce en su propio cuerpo, es sentido como extraño, se trata de un encuentro hétero.

Consideramos que un niño puede ser analizante, por cuanto entendemos que es sujeto del inconsciente. Por otra parte, el analista no está en función de aportar significantes, de responder a la demanda de identificaciones, de ser el objeto que obtura la falta en el fantasma del Otro, sobre todo del Otro materno.

Si bien es cierto que no podremos suponer una atravesamiento del fantasma en un análisis con un niño, y devenir  analista. Si podrá saber identificar su posición respecto del deseo materno, la respuesta a este deseo será el falo, por medio del cual, el niño identificado al significante, saldrá de la problemática del Edipo. Teniendo en claro que es una respuesta parcial, hasta un nuevo encuentro con lo real del goce.

 

Desde un niño inexistente, como el Lazarillo, equiparado a los adultos en la vida cotidiana, encontramos luego  la aparición de las ciencias modernas que dieron lugar a la aparición de diversas prácticas que obturaron de definiciones al niño, observándolo, experimentando, codificándolo, situándolo en el discurso pedagógico, médico, religioso, político, económico y tantos otros a la medida de sus respectivas prácticas. El Psicoanálisis propone hacer lugar a lo que no se dice en cada niño, y como escribiera Ricardo Gandolfo “ El Psicoanálisis con niños, entonces, implica trascender la deferencia hacia el Ideal del niño que impera en nuestra cultura y atender, por el contrario, a ese niño particular cuyo goce puede ser transmutado en una decisión por la vía de la palabra”. 

 

Gabriela L. Céspedes

Lic. en Psicología

Miembro del Grupo Editorial de Revista Parletre

Miembro Asociado al Instituto Oscar Masotta

Cid. Santiago del Estero

 

Bibliografía:

Autor Anónimo: El Lazarillo de Tormes. Edición digital. Ed. Libros en Red.

Antonio Di Ciaccia: El niño. La familia y el Inconsciente. Terceras Conferencias Oscar Masotta en Barcelona. Ed. Atuel. Eolia. 1997

Marcela Antelo: El infans en la cultura. Psicoanálisis con niños. Los fundamentos de la práctica. Ed. Grama. 2004

Ricardo Gandolfo: Ensayos analíticos. Ed. Descartes. 2000

Psicoanálisis como una práctica ética, política y social (por Gala Aznarez Carini y Mercedes Vargas)


En el siguiente ensayo proponemos partir de los postulados del Psicoanálisis lacaniano para abordar la ética, la política y lo social, ya que la articulación de estas nociones permite reflexionar sobre la práctica profesional en las condiciones de nuestra actualidad. Nos interrogamos sobre las coordenadas en las que se inscribe el Psicoanálisis en un contexto capitalista. Esto se hace necesario si consideramos la importancia de tener en cuenta las demandas que se ponen de manifiesto en los nuevos emergentes sociales. Destacamos el papel que cumple lo político, tanto a nivel del sujeto como del discurso analítico y su práctica.

Partimos de que la dimensión ética es central en Psicoanálisis, en la experiencia analítica y en lo concerniente al sujeto. La especificidad de este campo es que tiene una ética que le es propia, diferenciable de la noción de ética tradicional. Esta última se caracteriza por referirse al Deber Ser y la búsqueda de un Ser Supremo, universal. La ética en psicoanálisis, en cambio, se concibe como un acto a posteriori que lleva al sujeto a cuestionarse sobre su deseo y su sufrimiento, sostenido en un saber inconsciente. Pensamos a la experiencia analítica en tanto ética, ya que posibilita que el sujeto pueda implicarse en lo que le pasa.

Al mismo tiempo, la dimensión ética no se encuentra aislada de la noción de sujeto. Retomamos los aportes de Miller[1] cuando expresa que en la práctica analítica el sujeto no es objetivable, sino que corresponde a una decisión del analista producir un nivel propio del sujeto. El concepto mismo de sujeto, en Psicoanálisis, sostiene en sí mismo la imposibilidad de la armonía y la totalización. Este es definido a partir de una falta-en-ser, se inscribe como una discontinuidad, una ruptura. Por esto, la práctica analítica no puede ser pensada como una práctica mecánica, estadística ni de cuantificación.

En Psicoanálisis la noción de ética se encuentra ligada a la de responsabilidad. Se trata, retomando a Lacan[2], de que “de nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”. Lo que se aprende en el análisis es que uno es siempre responsable de lo que le ocurre, asumiendo una posición subjetiva frente a su queja, que Lacan denomina rectificación subjetiva. En este sentido, el discurso analítico se dirige a un sujeto en la medida que éste se asuma como sujeto ético y de derecho.

La práctica analítica, en tanto se dirige a un sujeto, requiere que el analista posibilite un espacio que permita la emergencia de la singularidad del sujeto. Laurent señala que el analista debe hacer de los momentos de discontinuidad y sorpresa, momentos ocasionales que hay que construir.

Pensar el discurso y la práctica analítica, lleva a interrogarnos sobre las coordenadas sociales en las que estos se inscriben. Tradicionalmente, lo social ha sido definido desde la noción de ideología como falsa consciencia, visión en la que la sociedad se concebía como una totalidad inteligible, idea que se basa en una concepción esencialista, tanto de la sociedad como de los agentes sociales. En oposición, surgen desarrollos que intentan resaltar la infinitud de lo social, el hecho de que todo sistema estructural es limitado, que implica un exceso de sentido imposible de ser dominado. La sociedad como un objeto unitario e inteligible es una imposibilidad.

Para Laclau[3], lo social es definido como un juego infinito de diferencias, identificado con lo que se denomina un discurso. Un juego en el que se trata de establecer puntos nodales de fijación, de referencia, que permiten domesticar la imposibilidad estructural mediante la construcción de la finitud de un orden. Lo ideológico sería aquella forma mediante la cual la sociedad trata de instituir un cierre, una fijación de sentido que intenta lograr una totalización mediante el no reconocimiento de la diferencia, forma de lidiar con lo imposible: la sociedad como un todo homogéneo.

El capitalismo, producto de las corrientes liberales postula como principios básicos la libertad y la igualdad de todos los individuos, defiende una noción fuerte de derechos individuales y la restricción de la intervención de instituciones sociales. Funciona como un discurso tendiente a la totalización y homogeneización en un intento de suturar la imposibilidad. Su consolidación por medio del discurso científico y técnico está orientada por un rechazo a la castración, sólo se admite lo imposible de un modo transitorio que, a través del progreso y el desarrollo, dejará de serlo.

El discurso capitalista es definido por Lacan[4] como un movimiento sin corte, sin estructura, donde el mundo simbólico ha perdido su eje organizador, y conlleva un goce desenfrenado. Si bien, pensamos el capitalismo como un discurso, éste presenta la particularidad de no contar con el rasgo definitorio de todo discurso: posibilitar el lazo social. Tomando los aportes de Gorostiza[5] en el capitalismo el sujeto no encuentra anclaje significante ni marcas para identificarse u orientarse.

Aquí se introduce la dimensión política en el campo del Psicoanálisis, central para todo análisis sobre lo social. Como lo resalta Alemán[6], el pensamiento lacaniano permite relacionar lo político con la dimensión de lo imposible. La enseñanza de este pensamiento es que toda totalidad es un fantasma inalcanzable, no hay posibilidad de una identidad ni una comunidad plena, siempre hay una fractura incurable. De lo que se trata en lo político es de saber hacer algo con eso, construir en ese vacío. Este resto no asimilable por lo simbólico puede jugar de manera mortífera o puede cambiar de estatuto y ser trabajado políticamente. Por esto proponemos reivindicar la experiencia política como un modo de apropiación que permite al sujeto leer y ser partícipe de su realidad social.

Siguiendo a Zizek[7], la posición del sujeto como agente social se establece a partir de una identificación ideológica pero que implica siempre el reconocimiento del antagonismo social, definido por Laclau y Mouffe[8] no como una oposición con un otro externo, sino como la imposibilidad de alcanzar una identidad, ya que esta está en sí misma bloqueada. Resaltamos de la experiencia política que permite captar la imposibilidad misma que se juega en todo lazo social. A partir de la construcción de un nosotros, como identidad, permite momentos de creación e invención política en el encuentro con el vacío estructural. Desde Badiou[9] la política se define como un acontecimiento (sorpresivo, imprevisible y colectivo), una discontinuidad que pone límite al poder indeterminado del Estado; permite crear espacios y tiempos de invención, sentidos y posibilidades promoviendo condiciones para la emergencia de sujetos éticos y de derecho.

Para este autor estos movimientos se definen como un acontecimiento, una ruptura que aparece como respuesta a lo imposible, que a través de luchas, reivindicaciones y significados  funcionan como puntos nodales y anclajes simbólicos, impidiendo  la destitución subjetiva que las condiciones actuales  generan. Es decir, en tanto discurso, el establecimiento del lazo social podría pensarse como una respuesta-síntoma que mediante la estructuración simbólica pone límite a lo imposible, posibilitando por medio de la producción de sentido (traducido en los objetivos, intereses y proyectos comunes), la recuperación de la dimensión del deseo y el reconocimiento de la singularidad.

 

 

 

 

Bibliografía:

            Alemán, J. (2002) El analista memorioso y la prisa. Incidencias memorables en la cura analítica, Buenos Aires. EOL Paidós.

---------------------------- (2006) Previo a la ética: un mundo incalculable. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

---------------------------- La lectura en psicoanálisis. Una arqueología de la formación del analista. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

---------------------------- Antifilosofías. Tecnología: Rizoma: Discurso capitalista. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

----------------------------  Una experiencia política. El porvenir del inconsciente. Ed. Grama. Bs. As. Argentina.

            Badiou A. (2000) Conferencias de Alain Badiou. Publicado en Antroposmoderno.

            Gargarella, R. (2002) Liberalismo frente a Socialismo. En libro: Teoría y filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano Segunda Parte. Visiones acerca de la justicia, la democracia y el mercado en el capitalismo tardío.

            Gómez, M. (2004) Práctica del Psicoanálisis y Posición Ética. Aesthethika Vol. 1. Nº 1. Apunte de Deontología y legislación profesional. Facultad de Psicología Universidad Nacional de Córdoba.  

            Gorostiza L. (2003) El poder de la palabra y los límites del sentido. Logos 2/3. Nueva Escuela Lacaniana/ NEL-Miami. Ed. Grama.

            Lacan J. (1964) El inconsciente freudiano y el nuestro. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. El seminario. Libro 11. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

--------------------- Del sujeto de la certeza. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. El seminario. Libro 11. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

            Laclau, E. (1990) La imposibilidad de la sociedad. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión.

-------------------------------- El psicoanálisis y el marxismo. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión.

            Laurent, E. (2001) El analista memorioso y la prisa. Apunte del Seminario no permanente electivo La escritura del caso en el Psicoanálisis. Facultad de Psicología, UNC.

            Miller, J. A. (1997) Introducción a un discurso del método analítico. Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

------------------------- Diagnóstico Psicoanalítico y localización subjetiva. Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

-------------------------- Introducción al inconsciente Introducción al método Psicoanalítico. Ed. Paidós Bs. As. Argentina.

------------------ (1989) seminario “patologías de la ética” Lógicas de la vida amorosa. Ed Manantial.

--------------------------- La ética en psicoanálisis.  Lógicas de la vida amorosa. Ed Manantial.

            Zizek, S. (1987) Más allá del análisis del discurso. En libro: Ernesto Laclau. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed Nueva Visión.

 

 

Aznarez Carini, Gala.*

Vargas, Mercedes.*

* Estudiantes de Lic. en Psicología en la UNC.  Actualmente realizando el Trabajo Final de la carrera titulado “El Movimiento Campesino de Santiago del Estero como síntoma social”. 


[1]            Miller, J. A. (1997) Introducción al método psicoanalítico. Ed. Paidós. Bs. As. Argentina.

[2]           Miller, J. A. (1989) pp. 83. 

[3]           Laclau, E. (1990) Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión, Bs. As. Argentina

[4]             Alemán, J. (2006) El porvenir del inconsciente. Ed. Gama. Bs. As. Argentina.

[5]             Gorostiza, L. (2003) Logos 2/3. Nueva Escuela Lacaniana/ NEL-Miami. Ed. Grama.

[6]               Alemán, J. (2006) El porvenir del inconsciente. Ed. Gama. Bs. As. Argentina.

[7]              Zizek, S. (1987) Más allá del análisis del discurso. En libro: Ernesto Laclau. Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed Nueva Visión.

[8]               Laclau, E. (1990) Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Ed. Nueva Visión, Bs. As. Argentina

[9]             Badiou, A. (2000) Conferencias de Alain Badiou. Publicado en Antroposmoderno.


Sobre los vínculos amorosos (por Paola Frías)


Harto sabido es, para cualquier lector de las obras freudianas, que no existe en la vida de un sujeto elecciones azarosas ni direccionamientos casuales. Ante la pérdida de lo natural –concomitante al segundo nacimiento humano- lo que queda es una construcción que estará gobernada por una serie de lógicas, lógicas fundamentales pues se desprenden de ardides estructurales, que van tejiéndose con piezas contingentes de la historia individual de cada sujeto.

En Freud, el amor queda despojado de toda estética romanticista y es catalogado como una repetición. Siendo la piedra angular de la subjetividad, la castración rodea toda la problemática del objeto amoroso y de los impasses de la vida erótica. La Ley y su operatoria, arrojan al bastardo humano a naufragar por los caminos exogámicos y a iniciarse en la incansable empresa de hallar el objeto perdido -del objeto en realidad nunca poseído- y de vivenciar con cada partenaire sustituto, la añoranza del goce interdicto, de sentir en carne viva la fustigación del precepto “no hay complementariedad entre ambos sexos”.

A Freud le debemos la conciliación de las aguas, antaño divididas entre normalidad y perversidad. Aún en la sexualidad más próxima a la normal, se pueden encontrar rasgos perversos, claro que ello no supone desdibujar las estructuras clínicas, sino admitir la diferenciación rasgo-estructura y ser coherentes con las apreciaciones sobre la vida infantil perversa y polimorfa… si todos hemos sido niños, pues todos habremos de cargar con esta condición. Lo que en lenguaje corriente se conoce como “amor a primera vista” o bajo la rúbrica de la mitología griega “el flechazo de Cupido”, no es otra cosa que lo que se llama en psicoanálisis, condiciones de amor o condiciones de goce. Es en este sentido que se habla de rasgo perverso de la sexualidad, en tanto no cualquier objeto despierta el deseo sexual, sino que requiere de ciertas características para producir el enganche. No basta ser hombre para ligarse a una mujer ni viceversa, pues los mecanismos no son ni automáticos ni innatos sino que responden a complejos y meandros contenidos fundamentales de la vida anímica de un sujeto. Son las fantasías inconscientes en Freud y un poco más escudriñado, es el fantasma en Lacan. Del vienés se pesquisan algunas funciones atribuidas a las fantasías inconscientes, a saber: determinan los síntomas, intentan responder a enigmas fundamentales de la condición humana, son un medio del cual se puede obtener placer, nacen a partir de una situación de angustia, etc. En cuanto al francés, y amojonando la cuestión a sus tres (RSI), el fantasma está anclado en elementos imaginarios, en un ordenamiento simbólico y, lo más fundamental, en un real que es inmodificable: el sujeto evanescente está punzado por un imposible, por un más allá del placer.

En un pasaje de su ya conocido Introducción del Narcisismo (1914), el Dr. repara en la siguiente observación: las relaciones amorosas de los individuos, parecen reeditar dos modelos que pertenecen a la pretérita situación cuando niño. El tipo narcisista, en la que el objeto de amor se figura como si fuera uno mismo y el tipo anaclítico, en la que el objeto de amor se figura como si fueran el padre o madre. No seguido por un pensamiento maniqueista, agrega que la distinción no es tajante y se puede encontrar caracteres de ambos en un mismo vínculo amoroso. Para Miller, la versión lacaniana de esta señalización se la encuentra en el par imaginario (a-a’, donde se juega la identificación) y su par simbólico (S-A, donde se juega el reconocimiento), con todas las consecuencias de ambas formaciones, en la constitución subjetiva del hombre.

Y se podría seguir. Hablar del amor y el rebajamiento de la autoestima del amante a favor de la exaltación del amado. Hablar de amor y su nexo indisoluble con la culpa. Hablar de amor y su cruce con el síntoma. Hablar de amor y tomar la vertiente punitiva del superyó. Hablar de amor y la posición subjetiva de la mujer y el hombre ante esto. Hablar de amor y su particularidad en las estructuras clínicas. Hablar de amor y las entregas sacrificiales en su nombre. Hablar de amor y más, y más allá del amor.

Las relaciones amorosas son una vasta y preciosa exposición sobre las tragedias humanas. Constituyen una puesta en escena, especial para localizar el posicionamiento subjetivo de sus partenaires ante conceptos cruciales como la castración, el goce, el deseo, el Otro, el objeto a. Este es el motivo por el que he traído una historia de vida real. Una pieza para pensar, sin dogmas ni dictámenes acabados, las lógicas que determinaron el curso de los sucesos y que van en sentido opuesto de lo aparente y de lo que puede ser considerado heroico.

Evita, tras las sombras de un Padre Ideal

Eva María Ibarguren es hija de Juana Ibarguren y de Juan Duarte… al menos es lo que ella escribe en su novela familiar. De hecho, siendo la menor de cinco hermanos, es la única que recibe la injuria de no ser reconocida por el padre. La duda sobre la paternidad de esta última hija, según rumores de la época, parece ser el disparador de la ruptura entre Duarte e Ibarguren. ¿Carlos Rosset o Juan Duarte? he aquí el primer enigma que debe resolver Eva. Nacida de una relación adúltera, por cuanto su madre era no sólo la empleada doméstica de este hombre sino también su amante, tuvo que soportar una vida de pobreza y miseria, de calumnias e infamias.

La primera vez que conoce a su padre, todavía muy pequeña, lo hace en el marco de una situación verdaderamente siniestra. Además de ser espectadora de las violentas discusiones entre su madre y quién -después lo supo- sería la esposa legítima de Juan Duarte, tuvo que confrontarse con la imagen de este hombre en un féretro: “Eva este es tu padre” diría su genitora. Lo sucedido después, no puede menos que ser una justa metáfora del lugar que ocuparía Eva en sus relaciones amorosas de la juventud; mientras los acompañantes y deudos del muerto caminaban en procesión por un sendero (el de la aristocracia, el de la legalidad, el de la aceptación, el del reconocimiento), Juana y sus hijos, a escondidas peregrinaban por otro camino (el de las sombras, el de la marginación, el de los ilegítimos, el de los rechazados). Esta ignominia será su condena y su fuerza para reivindicarse muchos años después. Ignominia que para borrar, pagó un alto precio.

A los 15 años de edad, sola y decidida, Eva se instaló en Buenos Aires con el sueño de ser actriz. Aquí es donde pueden rastrearse ciertas particularidades sobre su vida amorosa. Damián Gómez, Agustín Magaldí, José Franco, Pablo Suero, Emilio Karstulovicz, Pedro Quartucci, Guillermo Vassena, Olegario Ferrando, entre otros fueron sucesivos amantes de Eva antes de conocer a Juan Perón.

Solo para ilustrar, contaré las circunstancias en que conoció a uno de sus primeros amores, Damián Gómez. Escuchó una voz que leía, se acercó y lo vio apoyado en el marco de la puerta de un vagón, leyendo un ejemplar de A mi amigo el campesino, de Eliseo Reclus. He aquí tal vez, lo que cautiva a esta jovencita: la imagen de un hombre mucho mayor que ella, pero también el objeto voz. La voz parece tener una radical importancia en su vida erótica y no por casualidad, decía que le gustaba declamar ni por casualidad tampoco, trabajó después en radioteatro.

De pronto, los diferentes hombres que pasaron por la vida de esta mujer parecen responder a ciertas características: mayores de edad, con beneplácito económico, con poder en algún rubro y casados. Eva siempre ocupó el lugar de amante, de aquella que sirve solo a los fines del uso sexual… aprovechado el objeto, era descartado. Esta historieta parece reiterarse con cada encuentro, pues cada vez es la tercera excluida en las relaciones secretas e ilegítimas… vivir siempre a la sombra, como un objeto que causa el deseo sexual de los hombres pero que no consigue salir de ese lugar de degradación. Se puede oler una mezcla de automatismo (pues aparecen ciertas articulaciones significantes en sus elecciones) con compulsión a la repetición (pues todas las relaciones, la dejaban en un margen de suma peligrosidad).

Quedé marcada a muerte. Conocer a Perón fue mi día maravilloso. Fue el comienzo de mi nueva vida” (Eva Duarte a Vera Pichel en Evita íntima. El negrito es mío) El peso de los significantes me obliga a escandir la primera expresión. Lo que para el ideal social se constituye en un logro, en tanto consigue salir del anonimato y formalizar una relación legal, es para la mirada del analista un acontecimiento sísmico que pone a prueba sus identificaciones, su lugar ante la castración, su relación con el significante Nombre del Padre, en definitiva toda su subjetividad.

Nuevamente Eva es cautivada por la voz de este General, sus conversaciones se reducían a monólogos de él y poco a poco consigue recibir los dones de un hombre: un apellido, aquello que le fuera negado en el origen de su vida. Sin embargo, este ingreso al ordenamiento simbólico está contaminado por un fraude. Se modifica el acta de su nacimiento: nacida en Junín (no en los Toldos) el 7 de mayo de 1922 (o sea después de la muerte de la esposa legítima de Juan Duarte) y siendo hija reconocida por Juana Ibarguren y Juan Duarte, es nominada como María Eva Duarte (ya no Eva María Ibarguren). Y es que la mujer de un presidente no podía ser producto de una vergonzosa relación adúltera. Con Perón logra poner a su servicio los organismos representantes de la Ley, pervierte lo que debiera funcionar como regulador en un intento de cambiar su historia, de enajenarse de ella… claro que el retorno siempre es más cruel, puesto que lo hace desde lo real.

Se puede marcar un antes y un después en la vida matrimonial de los Perón. Eva es mandada por el Presidente a un viaje a Europa por el tiempo de algunos meses, su regreso a nuestro país estuvo signada por su militancia política, su acción social y creo también, por una modificación en su postura subjetiva: algunos de sus comportamientos empiezan a dar muestra de la asunción de cierta posición fálica (desde el cambio en su vestimenta, pasando por las transformaciones en la relación con su marido hasta en su misma ocupación).

Ella, que había sufrido el estigma de la clase eclesiástica y de los más favorecidos, azota sin miramientos sus intereses y comienza a velar por los desamparados, por la clase obrera, por ella misma en cada rostro de un pobre. Casi un efecto psicotizante desprendido del poder que ahora tenía y estratagemas casi perversos personificados en el nombre de Juan Perón, no le permitieron a esta mujer aceptar el límite de su cuerpo. Con visibles signos de su enfermedad, Eva obstinadamente o se reía o minimizaba o negaba o generaba todo un delirio paranoico sobre el diagnóstico de su patología (por ejemplo, culpando a la oligarquía de querer inventarle una enfermedad). Su resistencia a ser operada (a ser castrada), sus conductas para falsear los estudios médicos (ponerse el termómetro al revés o desayunar a escondidas para realizarse controles que requerían estar en ayunas) hablan de este arrojo de su cuerpo a una caída sin retorno. Infatuada y embelesada consigo misma, terminó por encontrar una muerte temprana.

El cuerpo, verdadero fetiche para Perón, fue cuidadosamente preparado: mandó a coser un vestido de raso blanco, a teñir el cabello, pintar las uñas, maquillar el rostro y embalsamarlo. Sostener la imagen narcisista, un todo perfecto. Esto no era más que la extensión de una misión a la que se encomendó cuando Eva ya estaba deteriorada: sostener el brillo de la imagen, aun cuando para esto fuera necesario valerse de una ortopedia (por ejemplo, cuando mandó a construir el arnés que la sostuviera en pie durante un desfile protocolar) o de intencionados engaños (por ejemplo, cuando “arregló” la balanza para que Eva no supiera de su pérdida de peso).

Dice Néstor Braunstein que la ética del heroísmo no es más que la otra cara de la ética del sacrificio. Y uno podría preguntarse en nombre de quién se inmoló Evita… ¿acaso fue un intento de inscribirse, de ser aceptada a raíz de la espuria que recibió del no reconocimiento de su padre? de niña pobre y marginada a una mujer poderosa y admirada, ¿acaso fue este el pase de admisión para yacer en el mausoleo de los Duarte? ¿O perseguir una causa (la causa de los cabecitas negras) a costa de su propia vida, fue una forma de borrar los lastres de su pasado? Un intento de taponar las máculas, las faltas de garantías erigiéndose ella misma en fiadora de esta salvación, un Otro no barrado. ¿O acaso fue la caída de las identificaciones maternas lo que la precipitó a este suicidio? ¿Como ser la mujer legal de un hombre? ¿Como ser Jefa Espiritual de la Nación o La Mujer del Látigo o La Capitana? Nominaciones todas que comportan un nuevo posicionamiento subjetivo, que apelan al significante Nombre del Padre, que demandan el pasaje de un Yo Ideal a un Ideal del Yo, que confrontan con la propia inconsistencia y con la del Otro… no habiendo atravesado todos estos duelos y siempre queriendo cargar con las culpas y fallas del Otro, Eva hizo su propia entrega sacrificial: su vida.

Paola Frías

Miembro del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Sgo. Del Estero. Actualmente escribe su Trabajo Final para la Lic. en Psicología en la UCSE


Bibliografía consultada:

*Braunstein, N. Freudiano y Lacaniano Ed. Manantial. 1999

*Freud, S. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I) 1910.Tomo XI.

*Freud, S. Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (Contribuciones a la psicología del amor, II). 1912. Tomo XI

*Freud, S. El tabú de la virginidad (Contribuciones a la psicología del amor III). 1918-1917. Tomo XI.

*Freud, S. Introducción del Narcisismo. 1914 Tomo XIV

*Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo. 1921. Tomo XVIII

*Gerez, M. Entre deudas y culpas: sacrificios. Letra viva. Bs. As. 2008

*Miller, J. Lógicas de la vida amorosa. Manantial. 1991

*Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Paidós. Bs. As. 1997

*Sucarrat, M. Vida sentimental de Eva Perón. Ed. Sudamericana. 2006.

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