Edito
rial Atuel – Anáfora
Serie IMPAR
Dirigida por Germán L. García
“No pretendemos someter a la óptica particular
que preside esta antología una obra cuyos
múltiples horizontes comienzan únicamente
a descubrirse en nuestra época. Sin duda, no a
existido nada mas grave que ella, y eso en la
medida en que en plena sociedad “civilizada”
sigue pesando sobre ella el tabú de una prohibición
casi total”
La cita, que transcribimos íntegra, pertenece a la célebre
“Antología del humor negro” (editada en 1939) de
André Bretón. Con ella inicia su prólogo a la obra de D.
A. F de Sade. Sorprende constatar que sus palabras no
han perdido la más mínima actualidad.
¿Qué condiciona la extraña suerte que corrieron los
escritos del Marqués? Nada más perseguido y
defenestrado en la historia de la modernidad, se
empecinan en flotar livianos e indemnes sobre las arenas
del olvido. Absolutamente refractarios al típico desgaste
que impone a las obras el comercio cultural, la
mismidad de lo universitario; se inmortalizan por las plumas
de selectos adeptos. Además de nuestros contemporáneos,
de los cuales el libro que presentamos significa
una pequeña muestra ¿deberemos recordar los nombres
de Swinburne, de Baudelaire, de Bretón, de
Lautréamont entre tantos devotos que no dejaron de
admirarse, de encontrar nuevos sentidos y nuevos enigmas
en la obra sadiana? ¿Cabría esperar tanto revuelo y
admiración por un simple pornógrafo?
No creemos que ese sea ni remotamente el caso, más
bien, para empezar a divisar esos múltiples horizontes
que menciona Bretón mas arriba, debe reconocerse a
Sade como una figura de primerísimo orden para comprender
el moderno occidente; un límite, una frontera en
la historia, que marca un antes y después en la relación
del hombre consigo mismo y con su pensamiento1. Sade
es la parte mas oculta y rechazada de esa gran revolución
occidental que se llamó modernidad, es monumento
y efecto de esos sismos culturales.
Repasemos una perspectiva, destacada por Lacan:
La “república” sadiana hipotética, base de su doctrina,
que se sustentaría en un (inconcebible) derecho universal
al goce (al goce absoluto, a la disposición irrestricta
del cuerpo del otro). No ha de escapársenos la relación
entre la construcción de esta utopía con los movimientos
iniciados por Galileo y Newton: la caída del objeto
phático, aristotélico, como eje de las ciencias físicas y la
consiguiente búsqueda de leyes universales. Este rasgo
de estructura común2 es el que permite a Lacan poner
a Sade en una relación de simetría con Kant y su nueva
ética: la que promulga la obediencia irrestricta a la máxima
universal (el imperativo categórico), que se autoriza
en un desprecio absoluto por el objeto “patológico”.
¿Pero como puede acercarse uno a los escritos
Sadianos, a la pluma misma del Marqués, para constatar
in situ si está a la altura de tanto revuelo?
Una excelente opción es este pequeño libro. Encontramos
como plato fuerte la impresión bilingüe de un
poema inédito de Sade, que da su título al tomo: “La
verdad” (La vérité). Siguiendo el cuidadoso prólogo en que G. Lely presenta el poema, comentamos, por ejemplo, la “heteronimia” que parece haber practicado
el Marqués, tal ves por temor, tal ves por desprecio, firmando estos versos como “La Mettrie”. La
métrica es alejandrina y la rima es plana; aunque no hay ninguna precisión respecto a la fecha de
redacción, ciertos indicios hacen sospechar que fue compuesto en La Bastilla, alrededor de 1877.
Más allá del anecdotario, lo valioso de este poema es que presenta en forma condensada lo
específicamente Sadista, tanto en cuestiones estilísticas como doctrinales3: en los furiosos arrebatos
contra Dios y sus representantes en que Sade se complace a lo largo de las estrofas, afloran fragmentos
de su particular sistema de pensamiento. No veo nada mas adecuado que transcribir aquí las
acertadas frases con que Lely concluye su prólogo: “Si todos los trabajos de Sade hubieran perecido,
exceptuando este poema, sin duda los mas ávidos movimientos de su lenguaje nos habrían sido
robados a nuestra imaginación, pero al menos lo que resuena como el mandamiento inaugural de
su papado demoníaco hubiera llegado hasta nosotros”
Acompaña este poema una serie de artículos, reunidos bajo la rúbrica “Sade en la actualidad”. Abre
la serie “Y, cada tanto, Sade”, un escrito de Germán Leopoldo García que le revista “Parletre” tiene la
alegría de poder acercar en este número a sus lectores. Prosigue una galería de reconocidos intelectuales,
cada uno aportando su lectura y su concepción de la obra sadiana. Nombraremos a Roland
Barthes, Michel Foucault y Jean Paulham entre varios otros. El lector no podrá dejar de interesarse y,
arrastrado por las páginas, advertirá hacia el final del camino que fue obligado a construir y deconstruir
una opinión personal sobre el divino marqués y su obra y que, erguido sobre
ella, ha avistado múltiples
horizontes.
Guillermo Zimmermann
Licenciado en Psicología
Miembro del Grupo de Estudios
Psicoanalíticos de Santiago del Estero.
1- “… consideramos que el tocador sadiano se iguala a aquellos lugares de las escuelas de la filosofía antigua: Academia, Liceo,
Stoa. Aquí como allá se prepara la ciencia rectificando la posición de la Ética” Lacan. Kant con Sade. En Escritos 2 Pág. 759
2- Que hay que diferenciar de analogía.
3- Pero no, lamentablemente, estéticas. En efecto, el lector no encontrará aq
uí los peculiares, y a veces repetitivos
elementos de los que Sade se sirvió para ilustrar sus historias: las bellas e indestructibles víctimas, los
acantilados sin fondo, las húmedas mazmorras y los crueles torturadores están ausentes. Respecto a éstos
últimos, alcanzo al lector unos versos de Baudelaire, que Jean Paulhan refiere en su artículo “Ni pornógrafo
ni Literato” publicado en el libro que comentamos.
Y que, ocultando un látigo bajo sus largos ropajes
Mezclan en el bosque sombrío y las noches solitarias.
La espuma del placer con las lágrimas de los tormentos
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