Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

*
Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

SIEMPRE ADOLESCENTES (por Clarisa Kicillof)

Buscando la forma de acceder al tema y a los problemas de la adolescencia, me encontré con la idea cierta de que buscaba, para no perderme en los laberintos sociales, expresar lo típico en la adolescencia. Se trata de problemas como la pérdida de referentes, de identificaciones, los cambios en los límites del cuerpo, las distintas expresiones de inmadurez e incertidumbre, las diversas formas de hacer lazo. De ahí que en la consulta, desde nuestro portal: Pos.Te.ame.org decidimos en la conversación que “Siempre adolescentes por su equivocidad transmitía algo de nuestro pensar.


De ahí seleccioné la referencia al “Despertar de la Primavera”, de Wedekind, en el punto preciso sobre el valor de “los sueños” . Este dramaturgo de fines el siglo XIX , comprendió, como buen artista, algo que vendría a poner en juego Freud en 1905 en sus “Tres ensayos sobre una teoría sexual” y que más tarde Lacan actualizaría así:” de este modo aborda un dramaturgo, en 1891, el asunto de qué es para los muchachos hacer el amor con las muchachas, marcando que no pensarían en ello sin el despertar de sus sueños”. Esta referencia del siglo XIX muestra la actualidad de la problemática del adolescente.


Recordemos que el desarrollo sexual comienza bien temprano en la infancia, atraviesa la vida escolar de un niño, se presenta en dos tiempos y finalmente es en la pubertad, con los cambios de los límites del cuerpo, cuando sostenido por lo que en la cita se denomina “los sueños” se intentan los encuentros; segundo tiempo de la sexualidad humana.


Repasemos algunos mojones en los que nos fue situando Freud. El historial del pequeño Hans; correlativo a ese primer tiempo de la infancia donde el “wiwimacher” - el hace pipi - queda en relación a la educación de la época centrada sobre la prohibición del onanismo. Se trataba de perseguir en los niños los perjuicios de la masturbación. Había que interesarse en el fenómeno y se aconsejaba la observación de aquel que obtiene placer en su cuerpo. También nos muestra el mismo historial a los padres cumpliendo las indicaciones de Freud.


Quizás esto da la atmósfera de la época - lo individual y lo colectivo – “del despertar de la primavera” cuando eso que comienza en el propio cuerpo debe pasar a vincularse con el otro.


Del encuentro entre dos adolescentes disponemos del cuento de Dafnis y Cloe, fábula que Lacan cita para mostrar que el encuentro sexual lo debe asumir el inocente que desconoce; aunque en el relato no se ahorran episodios violentos y de muerte que rodean a esta inocencia.


Muerte y sexualidad se entrecruzan.


A los fines de este encuentro esta introducción viene a cuento del sesgo que me interesa subrayar del film “Entre muros” que ubico en la línea del despertar de la sexualidad. Cómo eso ingresa y se desplaza entre los muros de esa escuela.


Quizás, valdría la pena hacer una referencia al lugar de la educación en su intersección con el psicoanálisis. Freud tenía sus valiosos interlocutores en ese campo: Pfister, Aichhorn.


H ay referencias valiosas de sus intercambios, quizás la más fecunda a -mi entender- sea la serie que él establece entre las profesiones que denominó imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Educar es una profesión imposible en el sentido que junto a las otras no es total, sino parcial y pone en juego un real propio a su quehacer.


Tanto el quehacer del educador como el del psicoanalista plantean cada uno un real propio, Freud nos legó esa serie, es el deber ético de cada uno de nosotros tender a especificar nuestra práctica.

Al aproximarnos a un fenómeno, si nos situamos del lado de la verdad, ésta nos conduce a la impotencia, al déficit, en cambio, lo real, lo parcial, el fragmento nos orienta respecto de la causa. Es lo que encontramos en los síntomas. Es con ellos, con los que hacemos lazo, pues nos vinculan al Otro. Es con nuestro núcleo de real más propio y más singular que nos vinculamos. Hay que entender que el lazo, no implica ausencia de síntoma, sino por el contrario, es en ese mismo lugar - núcleo de real - donde se da la juntura entre muros, entre lo singular del goce y el modo en que eso se entrama en los ámbitos públicos y sociales en los que nos desempeñamos.


Por eso lo que me interesó del film es lo que se deja entrever de la irrupción de lo sexual y de lo sintomático.


Seleccioné tres personajes que ponen en escena lo que está orientado por lo que no cambia en la adolescencia, es decir, el despertar de la sexualidad, el de los sueños;” el de la primavera”.


Paso ahora a referirme al film.


En primer lugar, Souleiman, es el adolescente que introduce una pregunta respecto a la sexualidad. Se trata del rumor sobre la homosexualidad del profesor. Uno podría preguntarse: de quien es la pregunta? No es acaso que quien formula una pregunta, ya posee la respuesta. En todo caso es el que deja caer la sexualidad “entre muros” para que comience a resonar.


Los dichos acerca del sexo surgen en general en boca de los varones, “ver el escote de las mujeres”, lo escrito por uno y no dicho sino leído por otro, acaso por vergüenza; dique propio de la adolescencia.


En segundo lugar, las dos adolescentes, desafiantes, incisivas, llevan al profesor a la tensión respecto de la lengua, especialmente refiriéndose incisivamente a sus dichos. Parecen desinteresadas, pero están bien atentas; incluidas .


Finalmente, el tercer personaje, es aquel que “no comprende”. Aparece durante la película, en silencio, mirando, casi pidiendo algo con la mirada y en la última escena, a fin de año en la evaluación, a solas, le dice al profesor que “no sabe” y que no puede decidir. (Elección de especialidad en la que se ingresa en los últimos años del bachiller francés).


En síntesis, tres personajes que marcan bien el momento y el drama de la adolescencia. Drama en términos de lo que se les presenta y deben afrontar como tareas en la vida: responder frente a su posición sexuada y responder frente al saber del Otro.


El personaje del profesor realiza el trabajo sobre la lengua en la clase de manera colectiva. Es revelador. Evoca lo que acontece con el lenguaje de los adolescentes entre ellos y lo que provoca al resto. Los códigos, los neologismos, la transformación de la lengua que comparten. Hacen lazo con ese sistema neológico, es decir, con lo que hace síntoma en el lenguaje. Eso está muy bien mostrado en la película.


Otro aspecto que parte de la propuesta del profesor es la tarea de presentar el “autorretrato” y la acotación que aparece más de una vez “no es una autobiografía”. ¿Por qué la autobiografía no? Es interesante correlacionarlo con lo que se observa en la clínica donde el adolescente en general, no historiza. Podría parafrasearse: “soy tan joven que no tengo pasado”.


En una nota que aparece en el historial del hombre de las ratas Freud hace una referencia a “los recuerdos de la infancia” que se establecen a partir de la pubertad y que están sujetos – quiero subrayar esto que sigue – a un complejo trabajo de refundición análogo a la formación de las sagas de un pueblo sobre su historia primordial. Se busca en estas “formaciones de fantasía” sobre la primera infancia” borrar la memoria del quehacer autoerótico por lo tanto, se actúa como un historiador que relata la historia a la luz del presente.


La fantasía, su argumento, aparecen plagados de seducciones, atentados, cuando en verdad sólo se trataba del autoerotismo; es así que la fantasía implica sexualización del recuerdo. Por lo tanto no se puede más que falsear la imagen del quehacer sexual infantil.


Así es como el autorretrato nos conduce a otra categoría: la de la imagen - yo ideal - cómo me veo y cómo eso se articula con el Ideal - instancia simbólica - coordinada a la función paterna, desde dónde soy mirado, nombrado etc.


Lo llamativo de la película es que Souleiman, quien será expulsado, responde a esa consigna; por única vez y de un modo sobresaliente mientras que al resto de las consignas se resiste. Su respuesta al autorretrato es una serie de imágenes propias, sus fotografías, su cuerpo, sus tatuajes, momento donde sin palabras el adolescente queda incluido, entre las miradas, convocado por el mismo profesor ¿Qué valor adquiere la imagen en esa etapa y más aún para cada sexo?


Souleiman es el personaje que encarna la agresión en la película, con su momento culminante de enfrentamiento; es aquél cuyo autorretrato está solo hecho de imágenes.


La agresión como relación fundamental del yo con el otro, remite a una de las tesis de Lacan en “La agresividad en psicoanálisis” donde revela su vínculo al yo del estadio del espejo; agredido y agresor.


Los jóvenes que aparecen durante la mayor parte del film lo hacen sentados, quietos, hablando. Hasta que como respuesta a un cruce de palabras entre el profesor y las dos adolescentes Souleiman reacciona frente a la injuria: “zorra” y nuevamente introduce la ruptura de la escena.


Respuesta que bajo la modalidad del acting-out - llamado al Otro - da cuenta de un real que no puede ser metabolizado por el símbolo y que deja afuera algo, rompiendo el resorte de la imagen. Algo se rechaza y el adolescente por el acto de violencia queda él todo fuera de la escena de la escuela.


Finalmente el valioso autorretrato, como imagen en su tensión con el ideal, los lleva a conversar sobre sus futuras elecciones, una de las adolescentes desafiantes será policía y lee La República de Platón; vaya qué combinación...


Por último, la joven que no habla a lo largo del film. Silenciosamente presente, con una demanda muda, angustiante. Frente a la elección inminente: ¿sólo está desorientada vocacionalmente - cuestión crucial en ese tiempo en que la respuesta terapéutica a la orientación vocacional suele traer demandas varias - o bien se trata de otra cosa? ¿En qué sentido alguien no puede responder? Podría ser en el sentido de la estructura. Problema que excedería al profesor. Es un personaje conmovedor pues sufre. Quizás padece una inhibición, que afecta tanto al saber como a las elecciones. Su relación a la angustia la hace un personaje bien interesante respecto del silencio que sostiene el personaje.


Ahora bien, qué seleccionar del film Los Coristas que es más tradicional en cuanto al relato, como su estética; está localizado en la pubertad. Evoca más bien el lugar de la relación que Freud tenía con Pfister alrededor de la década del 20’ cuando surge el problema del ejercicio del psicoanálisis por parte de los legos. Pfister se ocupaba del niño desamparado, que no es el neurótico.


La película muestra un “entre muros” diferente. La tensión entre un objeto que causa el deseo de un colectivo organizado alrededor de una lógica centrada en la autoridad que prohíbe y que se transgrede en un espacio definido. ¡Cómo el surgimiento de la causa hizo lazo en un espacio cuya lógica era vigilar y castigar, a través del lema “acción y reacción”!


El objeto voz organiza el lazo, ahí donde sólo reinaba un reglamento.


Se trata de otra aproximación al problema de la sexualidad en la pubertad, no en sentido genital, sino en términos libidinales.


Las niñas sólo aparecen una vez, espiadas. Es una película donde el objeto mirada también está puesto en juego: la mirada del niño entre rejas, castigado, el silencio que acompaña la escena, el silencio de la voz del niño protagonista.


El lugar del profesor, en este caso el preceptor, encarna la función de un padre que causa, es un padre bien dividido cuya función es decir si al deseo promoviendo su causa, en este caso el coro.


El preceptor es también un padre que muestra su castración, en relación a su deseo y a una mujer, a la que desea pero no obtiene, este aspecto se deja “entrever” mientras que, y para concluir, en la película “entre muros”, la sexualidad se pone en juego, como irrupción; quizás por la caída de los semblantes de la época que la adolescencia, como despertar; interpela.


Clarisa Kicillof
Miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana.
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Docente del Instituto Oscar Masotta.


* Conferencia dictada en la Universidad Nacional de
Santiago del Estero, organizada por el Instituto
Oscar Masotta. La misma aludió a los filmes:
«Entre los Muros de la Escuela» y
«Los Coristas».

* Imagen:TRAS LA PUERTA, grafito y tinta de Gabriela Céspedes

0 comentarios:

para continuar haga click en ENTRADAS ANTIGUAS

..