Partiendo de un párrafo de J. Cortázar, me he preguntado si no es el psicoanálisis un tratamiento moderno de la cultura para “educar” el goce hacia la estética del “bien decir”.
El cuento que incluye el párrafo aludido se llama: “Ahí pero dónde, cómo” está en Octaedro.
“...escribiéndolo por lo menos lucho contra lo inapresable, paso los dedos de las palabras por los agujeros de esa trama delgadísima....”
Cualquier lector gustoso de alternar autores puede encontrar citas como la de Cortázar en Octaedro. Bioy Casares por ejemplo decía que: “Escribir es un intento de pensar con precisión”. Borges, intentaba con poemas “cifrar” su pensamiento. Existen, muchas confesiones literarias vinculadas al afán de retener algo de esa satisfacción inconsciente que el psicoanálisis nomina como Goce.
El interrogante que funda este trabajo, parte de la premisa de que ambas prácticas intentan con el instrumento simbólico, capturar un real que se presenta como inasimilable.
La interpretación que provee de sentido
Sabemos que la “Asociación Libre”, el incentivo a no detenerse a pensar lo que se dice, constituye el único artificio por medio del cual (Lacan llama a la palabra: médium) el analista puede incidir en la cura de un sujeto.(2) El analista promueve las palabras a sabiendas que las mismas exigen respuestas. Ahora bien ¿De qué modo responde un analista?
Es evidente que el interés de Lacan no era el de utilizar al lenguaje para la mera comunicación consciente. Desde el principio de su enseñanza Lacan entendió que la propuesta freudiana del inconsciente implicaba adjudicarle al lenguaje un estatuto que pretendía ir más allá de la comunicación. La lingüística de Saussure le sirvió para declarar la supremacía del sgte.; la diferenciación entre enunciado- enunciación de Jacobson fue promocionada para subrayar la posición subjetiva de quien habla y durante su 1º tiempo de enseñanza no hizo más que distinguir los recursos literarios de la metáfora y la metonimia como modalizaciones propias del inconsciente estructurado como un lenguaje. Este modo de abordaje de los dichos, es desde mi punto de vista, el punto nodal de acercamiento entre el psicoanálisis y la literatura.
El lenguaje vale más por su pretensión evocativa que por la literalidad de sus vocablos.
E. Laurent expone que:“la posición fuera de discurso del psicótico que habla; la juventud de la palabra en el niño, en tanto ésta supone ya ahí el lenguaje; la identificación del débil mental con la necedad del sgte., son las cuestiones que llevan a Lacan a interrogar a quienes hablan en la talking-cure. El dispositivo freudiano le parece alentar cualquier cosa menos la charlatanería y, por eso, abrevia la sesión”.(3)
En ese mismo artículo dice Laurent que “la sesión analítica es una verdadera compresión de la charla, como una centrifugación de la palabra vacía.”
Justamente, es la idea de “compresión” lo que nos acerca nuevamente a los escritores. La escritura ofrece ese trabajo de centrifugado ya realizado ...Casualmente es lo que hace el analista, opera reduciendo la gama de colores de las mil y un palabras que intentan brillar en el discurso del paciente a unos pocos sgtes. “plenos”. Del mismo modo que no todo lo que se dice vale, no todo lo que se escribe queda.
Sin embargo, es necesario darse cuenta que los relatos escuchados de un analizante no pueden ser homologados a los relatos narrados de un escritor.
¿Cuál es la diferencia entre ambas producciones, ya sean formaciones del inconsciente u obras de arte? ¿No provienen acaso ambas de una matriz singular que busca ser descifrada? ¿Acaso no es el mismo Lacan el que dice: “Todo acto fallido es un discurso logrado”? (4 )
La diferencia no aparece a simple vista si se considera que los relatos, (dichos) son entramados subjetivos en los cuales es factible cifrar algo del dialecto del inconsciente. Bajo esta concepción, es la interpretación que adjudica sentido la que se presta al desciframiento de ambas. Habría un nivel en el que podrían recibir un tratamiento similar, sería el nivel elemental que Miller explica como del pasaje obligado del sgte. al sgdo.
La multiplicidad de las interpretaciones: ignorancia de lo real.
La postura de Freud, reconocida y recordada por Lacan cuando realiza su homenaje a M. Duras (5), no es otra que el de conceder al artista la delantera.
Y si retomamos la comparación, la situación se complica si postulamos que tanto una como otra constituyen en si mismas, interpretaciones. Sea obra de arte o formación del inconsciente, son productos que resultan de elaboraciones previas, que bien pueden pensarse como verdaderas “traducciones” de una materia prima que exige ser desarrollada.
Aquí el punto de diferencia es que la obra de arte, el escrito en el caso de la literatura, no es permeable a la interpretación que apunta al real ocultado y recubierto por el talento del artista.
Al contrario, G. García (6 ) advertía hace unos años en un curso en Tucumán, que la relación entre el artista y la comunidad se sostiene en un vínculo oscilante entre idealización y cobardía. Lo que admira la sociedad es el talento del artista de envolver un real de modo tal, que uno podría olvidarse del vacío que causa la genial transformación. Se paga con idealización el encubrimiento de la falta.
Sin embargo, los actos fallidos, los lapsus, los sueños llevados al análisis no provocan la idealización; sino, más bien el cuestionamiento, la interpelación que si bien abre una serie de significaciones la meta es señalar el sin-sentido que los origina. No es difícil conocer de donde proviene esta vertiente de la interpretación que no se conforma con engordarse de significaciones. Bien lo señala Miller (7) cuando grafica la circunferencia que representa al inconsciente y en su interior un círculo mucho más pequeño que representa lo reprimido, indicando la no coincidencia exacta entre el inconsciente y lo reprimido. Se deduce entonces que: no todo elemento se prestó a ser representado por lo simbólico. No es casual el título del apartado en el que despliega el tema : “Los límites del lenguaje”.
Lacan, propone la interpretación por vía de la “la letra”. La que señala al sgte. en tanto separado de todo valor de significación.
Es por esta razón que en Los signos del goce, Miller afirma que Lacan apuntaba que la interpretación elemental fracasa cuando se la aplicaba a la obra de arte, en tanto es una interpretación que no tiene en cuenta la función del objeto como tal .
La interpretación del artista: cifra del goce
Incluimos así la existencia de un real que siempre se escabulle. En otros términos: Lo real es lo no realizado. Y en este sentido podemos pensar en el inconsciente “como lo nacido”.
Por lo tanto, la obra de arte, aún aquella que utiliza el lenguaje para “realizar” parte del inconsciente, solo recubre el vacío que la causa. Al decir de Lacan, en ese cifrado está el goce.
De este modo se puede colegir, que los escritos o las obras de arte en general, permanecen disponibles a una infinidad de interpretaciones, mientras que para el artista es un auto-tratamiento que implica nada menos que la deposición de un goce al que Lacan indica de manera radical.(8) Habría que subrayar que esta es la única razón por la que se interesa por el arte, porque lo considera como objeto a, como aquello que está en el lugar del goce perdido.
“Lo fundamental del artista no es que produce sentido, aunque lo haga, sino que además ofrece algo de sí mismo, que es material. Entendemos de esta forma la pregunta sobre el animal, que se le ocurre a Lacan respecto del goce: Si para pintar es necesario un pincel, ¿cómo pintaría una serpiente? Haría falta que deje caer sus escamas; y un pájaro sus plumas.
La novedad de Lacan es la proposición de que la articulación sgte. entraña un efecto distinto del de sentido, un efecto de goce”.
La interpretación analítica: respuesta de escritura.
Suponer una homología entre la escritura y los relatos asociativos, implica a su vez el paralelo entre lo oral y lo escrito. Esto proviene según la opinión de Miller, de “La instancia de la letra”,un texto que sirve para mostrar lo que hay de escritura en la palabra.(9 ) Aclara: “cuando se trata del inconsciente estamos en la escritura”.
No obstante hay que distinguir que si bien el análisis es posible gracias a la palabra del analizante, el dispositivo funciona cuando la interpretación del analista no es otra más que una respuesta de escritura. Es la interpretación que opera por el equívoco entre lo que se escucha y lo que se lee.
Es por esto que Lacan en su última enseñanza habló de lalengua, de la apalabra, de la lituraterre. Conceptos por medio de los cuales vuelve a incluir la invención de cada uno como aporte a la comunidad que habita lalengua.
Lo interesante en el caso de extremar la comparación entre lo narrado en análisis y lo narrado en un cuento es que ambas producciones dejan un resto. En el caso del arte permanece como resto desconocido y cercenado, pero igualmente provocador de nuevas historias; mientras que en el caso del análisis ese resto interviene, no es segregado. El trayecto del análisis lo va cercando cada vez más hasta invitarlo a participar de un modo nuevo. Al final del análisis, se espera que el analizante se decida a saber hacer con ese resto pulsional, con eso que se es. (10)
*Adriana C. Congiu de Flaja
El cuento que incluye el párrafo aludido se llama: “Ahí pero dónde, cómo” está en Octaedro.
“...escribiéndolo por lo menos lucho contra lo inapresable, paso los dedos de las palabras por los agujeros de esa trama delgadísima....”
Cualquier lector gustoso de alternar autores puede encontrar citas como la de Cortázar en Octaedro. Bioy Casares por ejemplo decía que: “Escribir es un intento de pensar con precisión”. Borges, intentaba con poemas “cifrar” su pensamiento. Existen, muchas confesiones literarias vinculadas al afán de retener algo de esa satisfacción inconsciente que el psicoanálisis nomina como Goce.
El interrogante que funda este trabajo, parte de la premisa de que ambas prácticas intentan con el instrumento simbólico, capturar un real que se presenta como inasimilable.
La interpretación que provee de sentido
Sabemos que la “Asociación Libre”, el incentivo a no detenerse a pensar lo que se dice, constituye el único artificio por medio del cual (Lacan llama a la palabra: médium) el analista puede incidir en la cura de un sujeto.(2) El analista promueve las palabras a sabiendas que las mismas exigen respuestas. Ahora bien ¿De qué modo responde un analista?
Es evidente que el interés de Lacan no era el de utilizar al lenguaje para la mera comunicación consciente. Desde el principio de su enseñanza Lacan entendió que la propuesta freudiana del inconsciente implicaba adjudicarle al lenguaje un estatuto que pretendía ir más allá de la comunicación. La lingüística de Saussure le sirvió para declarar la supremacía del sgte.; la diferenciación entre enunciado- enunciación de Jacobson fue promocionada para subrayar la posición subjetiva de quien habla y durante su 1º tiempo de enseñanza no hizo más que distinguir los recursos literarios de la metáfora y la metonimia como modalizaciones propias del inconsciente estructurado como un lenguaje. Este modo de abordaje de los dichos, es desde mi punto de vista, el punto nodal de acercamiento entre el psicoanálisis y la literatura.
El lenguaje vale más por su pretensión evocativa que por la literalidad de sus vocablos.
E. Laurent expone que:“la posición fuera de discurso del psicótico que habla; la juventud de la palabra en el niño, en tanto ésta supone ya ahí el lenguaje; la identificación del débil mental con la necedad del sgte., son las cuestiones que llevan a Lacan a interrogar a quienes hablan en la talking-cure. El dispositivo freudiano le parece alentar cualquier cosa menos la charlatanería y, por eso, abrevia la sesión”.(3)
En ese mismo artículo dice Laurent que “la sesión analítica es una verdadera compresión de la charla, como una centrifugación de la palabra vacía.”
Justamente, es la idea de “compresión” lo que nos acerca nuevamente a los escritores. La escritura ofrece ese trabajo de centrifugado ya realizado ...Casualmente es lo que hace el analista, opera reduciendo la gama de colores de las mil y un palabras que intentan brillar en el discurso del paciente a unos pocos sgtes. “plenos”. Del mismo modo que no todo lo que se dice vale, no todo lo que se escribe queda.
Sin embargo, es necesario darse cuenta que los relatos escuchados de un analizante no pueden ser homologados a los relatos narrados de un escritor.
¿Cuál es la diferencia entre ambas producciones, ya sean formaciones del inconsciente u obras de arte? ¿No provienen acaso ambas de una matriz singular que busca ser descifrada? ¿Acaso no es el mismo Lacan el que dice: “Todo acto fallido es un discurso logrado”? (4 )
La diferencia no aparece a simple vista si se considera que los relatos, (dichos) son entramados subjetivos en los cuales es factible cifrar algo del dialecto del inconsciente. Bajo esta concepción, es la interpretación que adjudica sentido la que se presta al desciframiento de ambas. Habría un nivel en el que podrían recibir un tratamiento similar, sería el nivel elemental que Miller explica como del pasaje obligado del sgte. al sgdo.
La multiplicidad de las interpretaciones: ignorancia de lo real.
La postura de Freud, reconocida y recordada por Lacan cuando realiza su homenaje a M. Duras (5), no es otra que el de conceder al artista la delantera.
Y si retomamos la comparación, la situación se complica si postulamos que tanto una como otra constituyen en si mismas, interpretaciones. Sea obra de arte o formación del inconsciente, son productos que resultan de elaboraciones previas, que bien pueden pensarse como verdaderas “traducciones” de una materia prima que exige ser desarrollada.
Aquí el punto de diferencia es que la obra de arte, el escrito en el caso de la literatura, no es permeable a la interpretación que apunta al real ocultado y recubierto por el talento del artista.
Al contrario, G. García (6 ) advertía hace unos años en un curso en Tucumán, que la relación entre el artista y la comunidad se sostiene en un vínculo oscilante entre idealización y cobardía. Lo que admira la sociedad es el talento del artista de envolver un real de modo tal, que uno podría olvidarse del vacío que causa la genial transformación. Se paga con idealización el encubrimiento de la falta.
Sin embargo, los actos fallidos, los lapsus, los sueños llevados al análisis no provocan la idealización; sino, más bien el cuestionamiento, la interpelación que si bien abre una serie de significaciones la meta es señalar el sin-sentido que los origina. No es difícil conocer de donde proviene esta vertiente de la interpretación que no se conforma con engordarse de significaciones. Bien lo señala Miller (7) cuando grafica la circunferencia que representa al inconsciente y en su interior un círculo mucho más pequeño que representa lo reprimido, indicando la no coincidencia exacta entre el inconsciente y lo reprimido. Se deduce entonces que: no todo elemento se prestó a ser representado por lo simbólico. No es casual el título del apartado en el que despliega el tema : “Los límites del lenguaje”.
Lacan, propone la interpretación por vía de la “la letra”. La que señala al sgte. en tanto separado de todo valor de significación.
Es por esta razón que en Los signos del goce, Miller afirma que Lacan apuntaba que la interpretación elemental fracasa cuando se la aplicaba a la obra de arte, en tanto es una interpretación que no tiene en cuenta la función del objeto como tal .
La interpretación del artista: cifra del goce
Incluimos así la existencia de un real que siempre se escabulle. En otros términos: Lo real es lo no realizado. Y en este sentido podemos pensar en el inconsciente “como lo nacido”.
Por lo tanto, la obra de arte, aún aquella que utiliza el lenguaje para “realizar” parte del inconsciente, solo recubre el vacío que la causa. Al decir de Lacan, en ese cifrado está el goce.
De este modo se puede colegir, que los escritos o las obras de arte en general, permanecen disponibles a una infinidad de interpretaciones, mientras que para el artista es un auto-tratamiento que implica nada menos que la deposición de un goce al que Lacan indica de manera radical.(8) Habría que subrayar que esta es la única razón por la que se interesa por el arte, porque lo considera como objeto a, como aquello que está en el lugar del goce perdido.
“Lo fundamental del artista no es que produce sentido, aunque lo haga, sino que además ofrece algo de sí mismo, que es material. Entendemos de esta forma la pregunta sobre el animal, que se le ocurre a Lacan respecto del goce: Si para pintar es necesario un pincel, ¿cómo pintaría una serpiente? Haría falta que deje caer sus escamas; y un pájaro sus plumas.
La novedad de Lacan es la proposición de que la articulación sgte. entraña un efecto distinto del de sentido, un efecto de goce”.
La interpretación analítica: respuesta de escritura.
Suponer una homología entre la escritura y los relatos asociativos, implica a su vez el paralelo entre lo oral y lo escrito. Esto proviene según la opinión de Miller, de “La instancia de la letra”,un texto que sirve para mostrar lo que hay de escritura en la palabra.(9 ) Aclara: “cuando se trata del inconsciente estamos en la escritura”.
No obstante hay que distinguir que si bien el análisis es posible gracias a la palabra del analizante, el dispositivo funciona cuando la interpretación del analista no es otra más que una respuesta de escritura. Es la interpretación que opera por el equívoco entre lo que se escucha y lo que se lee.
Es por esto que Lacan en su última enseñanza habló de lalengua, de la apalabra, de la lituraterre. Conceptos por medio de los cuales vuelve a incluir la invención de cada uno como aporte a la comunidad que habita lalengua.
Lo interesante en el caso de extremar la comparación entre lo narrado en análisis y lo narrado en un cuento es que ambas producciones dejan un resto. En el caso del arte permanece como resto desconocido y cercenado, pero igualmente provocador de nuevas historias; mientras que en el caso del análisis ese resto interviene, no es segregado. El trayecto del análisis lo va cercando cada vez más hasta invitarlo a participar de un modo nuevo. Al final del análisis, se espera que el analizante se decida a saber hacer con ese resto pulsional, con eso que se es. (10)
*Adriana C. Congiu de Flaja
Bibliografía
1- Cortázar, Julio,:”Ahí pero dónde, cómo” en Octaedro. Ed. Alfaguara
2- Lacan, Jacques: “Función y Campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” en Escritos 1. Ed. Siglo Veintiuno.
3- Laurent, Eric: “Concepciones de la Cura en Psicoanálisis” . Ed. Manantial
4- Lacan, J. Ob. Cit.
5- Lacan, Jacques: “Homenaje a Marguerite Duras, del Rapto de Lol V. Stein” en Intervenciones y Textos 2. Ed. Manantial.
6- García Germán: “Sobre Joyce” en El Curso de Tucumán-1990-Formación , Clínica y ética. Ed. Anáfora.
7- Miller, J. Alain: “Los límites del lenguaje” en La experiencia de lo Real en la Cura psicoanalítica. Ed. Paidós
8- Miller, J. Alain: Los signos del goce” . Ed. Paidós
9- Miller, J. Alain: Conferencias en nueva York y Cursos en París “Lenguaje, aparato de goce” Ed. Colección Diva.
10- Tendlarz, Silvia: “La objeción del tiempo a la neutralidad” en Rev. Ovidio. Ed. Asociación Freudiana de Psicoanálisis. San miguel de Tucumán, 2006.
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