“Al Oriente, el estanque de la aurora
se vuelve océano agitado
Las palomas se llaman angustiadas
como si temieran ahogarse
en el follaje crepuscular”
Hassan Malik de Granada-siglo XII
(Traducción del árabe de E. García Gómez)
La lengua nos proyecta, predetermina una cierta concepción de mundo para el hablante, estructura modalidades del pensamiento; además en el caso de la lengua árabe -alluga arabiya-[1] es creadora de una cultura: la cultura musulmana. Por ello, sin una comprensión profunda de la lengua árabe tendremos pocas posibilidades de comprender el pensamiento religioso del Islam, la poesía árabe, los orígenes del álgebra, el arte y la arquitectura árabes, etc.
Con la intención de caracterizar la lengua árabe desde la filosofía, podemos sostener que así como el pensamiento occidental se centra en el Ser, el pensamiento árabe-musulmán cuestiona la permanencia del ser[2].
En el centro semántico del sistema griego, se encuentra el verbo esti (ser), que, según Aristóteles, está implícitamente contenido en cualquier otro verbo. La correspondencia entre pensamiento y realidad ya fue establecida por Parménides cuando afirma “Pensar y ser son lo mismo”. Esta pretensión del pensamiento fue posibilitada por los fenómenos del lenguaje; así, “el verbo ser, característica central del sistema logos (y de todo el indoeuropeo), permitiría el enlace exacto entre la realidad misma y el pensamiento: por el verbo ser, el pensamiento homo-loga la realidad”[3].
Por otro lado, la lengua griega flexiona temas, en el tradicional ejemplo de las gramáticas elementales de latín (lo mismo para el griego), el radical ROS de rosa permanece fijo, porque una rosa es una rosa y cualquier factor que le sobrevenga a la sustancia rosa: su color, su relación con el mundo, etc. se registran en las desinencias: ROSam, ROSarum, ROSae, etc.
Ahora bien, en la lengua árabe los acontecimientos son diferentes, el árabe flexiona la raíz misma de las palabras, no hay radicales fijos, el radical es trilítero, intraflexionado y emerge de un verbo: el radical SLM surge del verbo SaLaMa (rendirse, entregarse) y origina un árbol de palabras: SaLaM (paz), iSLaM (sumisión), SaLyM (nombre propio masculino), muSLiM (creyente), etc. Observemos cómo sustantivos y adjetivos en árabe son siempre derivados de un verbo, de una acción; por ejemplo, el sustantivo corazón: qalb, deriva del verbo girar, darse vuelta: qalaba.
Esta modalidad de la lengua árabe es generadora de un pensamiento auricular, y no especular u ocular como en el sistema griego, “la ausencia de amarras del verbo ser como verbo de ligación y la indeterminación semántica de sus radicales trilíteros posibilitan la no pretensión de la ousía, de la sustancia y hacen de la lengua árabe una lengua abismal por la alta indeterminación de los radicales de sus vocablos”[4]. Por ello, y debido a una percepción de la existencia en la que prima la contingencia, la labilidad, la ausencia de soportes fijos, se vuelve primordial la noción de ma´na o intencionalidad del hablante.
El oído es para los beduinos el padre de los sentidos, por ello, los árabes son poetas “por instinto”. La cultura árabe es “ante todo lingüística”. Aprender a oír es el conocimiento más preciado.
“Si ya hundido estoy
Por qué el miedo a mojarme?
Contra el tiempo queremos aferrarnos
a nuestras vidas, cuando son bienes suyos” (Al Mutanabi-Siglo X)
Traducción del árabe Said Esber
Por otra parte, mientras la palabra griega physis que puede traducirse como “naturaleza” acarrea la noción de abundancia de ser porque tiene su propia suficiencia y autonomía frente a los dioses y porque parece carecer de falta; la palabra árabe tabia por el contrario, encierra el significado de huella, de vestigio, de impronta que deja un pie sobre la arena porque el universo entero es una gran huella que Dios dejó tras de sí. La tabia islámica está rota, quebrada en infinitos átomos, es polvo corpuscular.
“Lo natural es que de noche mi camella
no vea claro si para ella es más vasto
mi pecho que el desierto”
(Al Mutanabi- Irak- siglo X)
Traducción del árabe Said Esber
Ahora bien, el devenir de las cosas -wuyud- y el mundo están ligados a la emoción, es decir, comprendemos porque nos emocionan las cosas, porque las escuchamos en sus transformaciones y no porque veamos cosas y tengamos conceptualmente en claro lo que ellas son. Una de las mayores dificultades que tiene un alumno de árabe es la tarea de buscar palabras en un diccionario porque primero tiene que desentrañar la raíz que está subyacente a la palabra y cuando encuentra la raíz en el diccionario, encuentra equivalencias aproximadas y finalmente el contexto le otorga el significado. La lengua, la poesía, el pensamiento configuran un continuo desentrañar signos, alusiones, destellos de algo que subyace, que es anterior y que constituye una acción primaria unida a otras acciones dentro de una lengua que se estructura por derivaciones –ishtiqaq-.
“Soy prisionero de dos cárceles: mi casa y la poesía” (Al Maharri)
“nada me turbó más que un pichón sobre una rama
entre la isla y el río, y yo una sombra que se desvanecía”
(Abu Hassan-Siglo XII)
En la poesía árabe -sir- confluyen lo emotivo y lo racional; ya desde la tradición pre islámica, ninguna forma de belleza es más apreciada que el poema. La poesía devela verdades, una porción de infinito; pero la verdad es errante, es una forma de vagabundeo. La poesía árabe “es la encarnación del errar por excelencia”[6].
“Si el mar todo fuera la tinta para las palabras de mi Señor
Ciertamente el mar se agotaría antes que las palabras de mi Señor
Se agoten” (Quran 18: 109 -Siglo VII)
La rapidez peculiar que el desierto con su sentimiento de espacios dilatados e intemporales otorga a sus hijos, permite que la poesía fluya, haciendo constataciones más que deducciones de la realidad, asociando en rápida progresión, las imágenes buscan las ideas que se quieren expresar, saltando elípticamente por encima de secuencias de pensamiento intermedias que está sobreentendidas. Esta elipsis -que en griego significa “falta”- los filólogos árabes la llaman iyas, resulta característica de la locución árabe y del lenguaje coránico. Por ejemplo, la expresión Allahu Akbar -Dios es grande- elimina la cópula “es”, porque el hecho de nombrar y oír las cosas expresa ya que “son”, la idea emerge así de modo escueto, como una ecuación.
La poesía dice siempre más que lo que dice, la elipsis del poema, es también elipsis del poeta, de la idea, es tener presente algo que no se nombra, es un estar de otra manera. El poeta trabaja con la falta, su escritura pone al descubierto la grieta que resquebraja el muro de la plenitud de sentido, apropiándose de la falta descubre en ella y a través de ella la posibilidad de la escritura.
Afirma el poeta contemporáneo sirio libanés Said Esber -candidato al Nobel de Literatura-: “escribo en árabe; en esta lengua la presencia se identifica con lo invisible. Ahí, el mundo está ausente, aunque visible. El hombre es continuo estado de ausencia. Escribir la poesía en esta lengua y según su genio es develar lo invisible y el abismo de la ausencia que nos separa de ella. Escribir poesía es ligarse a decir “algo” y este “algo”, en árabe, es el propio abismo, lo invisible”.
Licenciada y Magíster en Filosofía
Docente e Investigadora de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNTBecaria
en la Universidad de Granada (España)
Premio FAMU.
[1] A lo largo de este trabajo, los vocablos griegos y árabes aparecerán en su forma fonética y no en su grafía.
[2] Seguimos en esta idea al Dr. Mohamed Manan- Profesor de
[3] Cfr. Manan, M. Op. Cit. Pág.11
[4] Cfr. Lauand Jean Acerca de la ciencia en el mundo árabe -pág.12-Paidós Orientalia-2002.
[5] Cfr. Manan, M. Op. Cit. Pág. 13.
[6] Cfr. Esber Said -Poesía y estética árabes -Ed. del Oriente y del Mediterráneo- Madrid- 2001.
3 comentarios:
excelente revista!!
excelente revista!!
EXCELENTES LOS TRABAJOS DE PARLETRE!!
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