Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

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Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

Sobre los vínculos amorosos (por Paola Frías)


Harto sabido es, para cualquier lector de las obras freudianas, que no existe en la vida de un sujeto elecciones azarosas ni direccionamientos casuales. Ante la pérdida de lo natural –concomitante al segundo nacimiento humano- lo que queda es una construcción que estará gobernada por una serie de lógicas, lógicas fundamentales pues se desprenden de ardides estructurales, que van tejiéndose con piezas contingentes de la historia individual de cada sujeto.

En Freud, el amor queda despojado de toda estética romanticista y es catalogado como una repetición. Siendo la piedra angular de la subjetividad, la castración rodea toda la problemática del objeto amoroso y de los impasses de la vida erótica. La Ley y su operatoria, arrojan al bastardo humano a naufragar por los caminos exogámicos y a iniciarse en la incansable empresa de hallar el objeto perdido -del objeto en realidad nunca poseído- y de vivenciar con cada partenaire sustituto, la añoranza del goce interdicto, de sentir en carne viva la fustigación del precepto “no hay complementariedad entre ambos sexos”.

A Freud le debemos la conciliación de las aguas, antaño divididas entre normalidad y perversidad. Aún en la sexualidad más próxima a la normal, se pueden encontrar rasgos perversos, claro que ello no supone desdibujar las estructuras clínicas, sino admitir la diferenciación rasgo-estructura y ser coherentes con las apreciaciones sobre la vida infantil perversa y polimorfa… si todos hemos sido niños, pues todos habremos de cargar con esta condición. Lo que en lenguaje corriente se conoce como “amor a primera vista” o bajo la rúbrica de la mitología griega “el flechazo de Cupido”, no es otra cosa que lo que se llama en psicoanálisis, condiciones de amor o condiciones de goce. Es en este sentido que se habla de rasgo perverso de la sexualidad, en tanto no cualquier objeto despierta el deseo sexual, sino que requiere de ciertas características para producir el enganche. No basta ser hombre para ligarse a una mujer ni viceversa, pues los mecanismos no son ni automáticos ni innatos sino que responden a complejos y meandros contenidos fundamentales de la vida anímica de un sujeto. Son las fantasías inconscientes en Freud y un poco más escudriñado, es el fantasma en Lacan. Del vienés se pesquisan algunas funciones atribuidas a las fantasías inconscientes, a saber: determinan los síntomas, intentan responder a enigmas fundamentales de la condición humana, son un medio del cual se puede obtener placer, nacen a partir de una situación de angustia, etc. En cuanto al francés, y amojonando la cuestión a sus tres (RSI), el fantasma está anclado en elementos imaginarios, en un ordenamiento simbólico y, lo más fundamental, en un real que es inmodificable: el sujeto evanescente está punzado por un imposible, por un más allá del placer.

En un pasaje de su ya conocido Introducción del Narcisismo (1914), el Dr. repara en la siguiente observación: las relaciones amorosas de los individuos, parecen reeditar dos modelos que pertenecen a la pretérita situación cuando niño. El tipo narcisista, en la que el objeto de amor se figura como si fuera uno mismo y el tipo anaclítico, en la que el objeto de amor se figura como si fueran el padre o madre. No seguido por un pensamiento maniqueista, agrega que la distinción no es tajante y se puede encontrar caracteres de ambos en un mismo vínculo amoroso. Para Miller, la versión lacaniana de esta señalización se la encuentra en el par imaginario (a-a’, donde se juega la identificación) y su par simbólico (S-A, donde se juega el reconocimiento), con todas las consecuencias de ambas formaciones, en la constitución subjetiva del hombre.

Y se podría seguir. Hablar del amor y el rebajamiento de la autoestima del amante a favor de la exaltación del amado. Hablar de amor y su nexo indisoluble con la culpa. Hablar de amor y su cruce con el síntoma. Hablar de amor y tomar la vertiente punitiva del superyó. Hablar de amor y la posición subjetiva de la mujer y el hombre ante esto. Hablar de amor y su particularidad en las estructuras clínicas. Hablar de amor y las entregas sacrificiales en su nombre. Hablar de amor y más, y más allá del amor.

Las relaciones amorosas son una vasta y preciosa exposición sobre las tragedias humanas. Constituyen una puesta en escena, especial para localizar el posicionamiento subjetivo de sus partenaires ante conceptos cruciales como la castración, el goce, el deseo, el Otro, el objeto a. Este es el motivo por el que he traído una historia de vida real. Una pieza para pensar, sin dogmas ni dictámenes acabados, las lógicas que determinaron el curso de los sucesos y que van en sentido opuesto de lo aparente y de lo que puede ser considerado heroico.

Evita, tras las sombras de un Padre Ideal

Eva María Ibarguren es hija de Juana Ibarguren y de Juan Duarte… al menos es lo que ella escribe en su novela familiar. De hecho, siendo la menor de cinco hermanos, es la única que recibe la injuria de no ser reconocida por el padre. La duda sobre la paternidad de esta última hija, según rumores de la época, parece ser el disparador de la ruptura entre Duarte e Ibarguren. ¿Carlos Rosset o Juan Duarte? he aquí el primer enigma que debe resolver Eva. Nacida de una relación adúltera, por cuanto su madre era no sólo la empleada doméstica de este hombre sino también su amante, tuvo que soportar una vida de pobreza y miseria, de calumnias e infamias.

La primera vez que conoce a su padre, todavía muy pequeña, lo hace en el marco de una situación verdaderamente siniestra. Además de ser espectadora de las violentas discusiones entre su madre y quién -después lo supo- sería la esposa legítima de Juan Duarte, tuvo que confrontarse con la imagen de este hombre en un féretro: “Eva este es tu padre” diría su genitora. Lo sucedido después, no puede menos que ser una justa metáfora del lugar que ocuparía Eva en sus relaciones amorosas de la juventud; mientras los acompañantes y deudos del muerto caminaban en procesión por un sendero (el de la aristocracia, el de la legalidad, el de la aceptación, el del reconocimiento), Juana y sus hijos, a escondidas peregrinaban por otro camino (el de las sombras, el de la marginación, el de los ilegítimos, el de los rechazados). Esta ignominia será su condena y su fuerza para reivindicarse muchos años después. Ignominia que para borrar, pagó un alto precio.

A los 15 años de edad, sola y decidida, Eva se instaló en Buenos Aires con el sueño de ser actriz. Aquí es donde pueden rastrearse ciertas particularidades sobre su vida amorosa. Damián Gómez, Agustín Magaldí, José Franco, Pablo Suero, Emilio Karstulovicz, Pedro Quartucci, Guillermo Vassena, Olegario Ferrando, entre otros fueron sucesivos amantes de Eva antes de conocer a Juan Perón.

Solo para ilustrar, contaré las circunstancias en que conoció a uno de sus primeros amores, Damián Gómez. Escuchó una voz que leía, se acercó y lo vio apoyado en el marco de la puerta de un vagón, leyendo un ejemplar de A mi amigo el campesino, de Eliseo Reclus. He aquí tal vez, lo que cautiva a esta jovencita: la imagen de un hombre mucho mayor que ella, pero también el objeto voz. La voz parece tener una radical importancia en su vida erótica y no por casualidad, decía que le gustaba declamar ni por casualidad tampoco, trabajó después en radioteatro.

De pronto, los diferentes hombres que pasaron por la vida de esta mujer parecen responder a ciertas características: mayores de edad, con beneplácito económico, con poder en algún rubro y casados. Eva siempre ocupó el lugar de amante, de aquella que sirve solo a los fines del uso sexual… aprovechado el objeto, era descartado. Esta historieta parece reiterarse con cada encuentro, pues cada vez es la tercera excluida en las relaciones secretas e ilegítimas… vivir siempre a la sombra, como un objeto que causa el deseo sexual de los hombres pero que no consigue salir de ese lugar de degradación. Se puede oler una mezcla de automatismo (pues aparecen ciertas articulaciones significantes en sus elecciones) con compulsión a la repetición (pues todas las relaciones, la dejaban en un margen de suma peligrosidad).

Quedé marcada a muerte. Conocer a Perón fue mi día maravilloso. Fue el comienzo de mi nueva vida” (Eva Duarte a Vera Pichel en Evita íntima. El negrito es mío) El peso de los significantes me obliga a escandir la primera expresión. Lo que para el ideal social se constituye en un logro, en tanto consigue salir del anonimato y formalizar una relación legal, es para la mirada del analista un acontecimiento sísmico que pone a prueba sus identificaciones, su lugar ante la castración, su relación con el significante Nombre del Padre, en definitiva toda su subjetividad.

Nuevamente Eva es cautivada por la voz de este General, sus conversaciones se reducían a monólogos de él y poco a poco consigue recibir los dones de un hombre: un apellido, aquello que le fuera negado en el origen de su vida. Sin embargo, este ingreso al ordenamiento simbólico está contaminado por un fraude. Se modifica el acta de su nacimiento: nacida en Junín (no en los Toldos) el 7 de mayo de 1922 (o sea después de la muerte de la esposa legítima de Juan Duarte) y siendo hija reconocida por Juana Ibarguren y Juan Duarte, es nominada como María Eva Duarte (ya no Eva María Ibarguren). Y es que la mujer de un presidente no podía ser producto de una vergonzosa relación adúltera. Con Perón logra poner a su servicio los organismos representantes de la Ley, pervierte lo que debiera funcionar como regulador en un intento de cambiar su historia, de enajenarse de ella… claro que el retorno siempre es más cruel, puesto que lo hace desde lo real.

Se puede marcar un antes y un después en la vida matrimonial de los Perón. Eva es mandada por el Presidente a un viaje a Europa por el tiempo de algunos meses, su regreso a nuestro país estuvo signada por su militancia política, su acción social y creo también, por una modificación en su postura subjetiva: algunos de sus comportamientos empiezan a dar muestra de la asunción de cierta posición fálica (desde el cambio en su vestimenta, pasando por las transformaciones en la relación con su marido hasta en su misma ocupación).

Ella, que había sufrido el estigma de la clase eclesiástica y de los más favorecidos, azota sin miramientos sus intereses y comienza a velar por los desamparados, por la clase obrera, por ella misma en cada rostro de un pobre. Casi un efecto psicotizante desprendido del poder que ahora tenía y estratagemas casi perversos personificados en el nombre de Juan Perón, no le permitieron a esta mujer aceptar el límite de su cuerpo. Con visibles signos de su enfermedad, Eva obstinadamente o se reía o minimizaba o negaba o generaba todo un delirio paranoico sobre el diagnóstico de su patología (por ejemplo, culpando a la oligarquía de querer inventarle una enfermedad). Su resistencia a ser operada (a ser castrada), sus conductas para falsear los estudios médicos (ponerse el termómetro al revés o desayunar a escondidas para realizarse controles que requerían estar en ayunas) hablan de este arrojo de su cuerpo a una caída sin retorno. Infatuada y embelesada consigo misma, terminó por encontrar una muerte temprana.

El cuerpo, verdadero fetiche para Perón, fue cuidadosamente preparado: mandó a coser un vestido de raso blanco, a teñir el cabello, pintar las uñas, maquillar el rostro y embalsamarlo. Sostener la imagen narcisista, un todo perfecto. Esto no era más que la extensión de una misión a la que se encomendó cuando Eva ya estaba deteriorada: sostener el brillo de la imagen, aun cuando para esto fuera necesario valerse de una ortopedia (por ejemplo, cuando mandó a construir el arnés que la sostuviera en pie durante un desfile protocolar) o de intencionados engaños (por ejemplo, cuando “arregló” la balanza para que Eva no supiera de su pérdida de peso).

Dice Néstor Braunstein que la ética del heroísmo no es más que la otra cara de la ética del sacrificio. Y uno podría preguntarse en nombre de quién se inmoló Evita… ¿acaso fue un intento de inscribirse, de ser aceptada a raíz de la espuria que recibió del no reconocimiento de su padre? de niña pobre y marginada a una mujer poderosa y admirada, ¿acaso fue este el pase de admisión para yacer en el mausoleo de los Duarte? ¿O perseguir una causa (la causa de los cabecitas negras) a costa de su propia vida, fue una forma de borrar los lastres de su pasado? Un intento de taponar las máculas, las faltas de garantías erigiéndose ella misma en fiadora de esta salvación, un Otro no barrado. ¿O acaso fue la caída de las identificaciones maternas lo que la precipitó a este suicidio? ¿Como ser la mujer legal de un hombre? ¿Como ser Jefa Espiritual de la Nación o La Mujer del Látigo o La Capitana? Nominaciones todas que comportan un nuevo posicionamiento subjetivo, que apelan al significante Nombre del Padre, que demandan el pasaje de un Yo Ideal a un Ideal del Yo, que confrontan con la propia inconsistencia y con la del Otro… no habiendo atravesado todos estos duelos y siempre queriendo cargar con las culpas y fallas del Otro, Eva hizo su propia entrega sacrificial: su vida.

Paola Frías

Miembro del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Sgo. Del Estero. Actualmente escribe su Trabajo Final para la Lic. en Psicología en la UCSE


Bibliografía consultada:

*Braunstein, N. Freudiano y Lacaniano Ed. Manantial. 1999

*Freud, S. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, I) 1910.Tomo XI.

*Freud, S. Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (Contribuciones a la psicología del amor, II). 1912. Tomo XI

*Freud, S. El tabú de la virginidad (Contribuciones a la psicología del amor III). 1918-1917. Tomo XI.

*Freud, S. Introducción del Narcisismo. 1914 Tomo XIV

*Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo. 1921. Tomo XVIII

*Gerez, M. Entre deudas y culpas: sacrificios. Letra viva. Bs. As. 2008

*Miller, J. Lógicas de la vida amorosa. Manantial. 1991

*Miller, J. Introducción al método psicoanalítico. Paidós. Bs. As. 1997

*Sucarrat, M. Vida sentimental de Eva Perón. Ed. Sudamericana. 2006.

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