Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

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Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

Crónicas: Lou Andreas Salomé (por Guillermo Zimmermann)


                Rosa, oh contradicción pura en el deleite

                 de ser el sueño de nadie bajo tantos

                     párpados

 

 

En 1937, a la edad de 76 años, moría en Gottingen, Alemania, Lou Andreas Salomé.

Su vida notable, su curioso destino, habían hecho de ella una afamada personalidad en los medios intelectuales Europeos. Es curioso observar que en sus últimos días en esta pequeña ciudad de la vieja Sajonia, sus paisanos la apodarían “La bruja de Hamberg”, desconcertados por sus bastos conocimientos y su inclasificable personalidad.

Hay distintas perspectivas para acercarse a esos 76 años de vida, transcurridos entre diversas geografías de Europa y que atraviesan guerras mundiales, trascendentes sucesos políticos y también urgentes revoluciones intelectuales.

Podríamos empezar por considerar la obra de Lou, recordar entonces que estamos hablando de una notable y prolífica ensayista, de una fina y abierta inteligencia. En los últimos 25 años de su vida se convirtió en psicoanalista y, según propias palabras de Freud, realizó notables aportes al movimiento. El objeto de esta nota biográfica sin embargo, no es el de profundizar en su obra intelectual. Se trata de revelar algunos detalles de su extraordinaria vida, que nos aproxima a una época de esplendor cultural e intelectual irrepetible. Particularmente, vincula tres personalidades (y sin duda, al menos dos corazones) que pueden señalarse como algunas de las mas grandes plumas en lengua alemana de todos los tiempos: el filósofo a martillazos Friedrich Nietzsche, el extraordinario poeta checo Rainer Maria Rilke y, por supuesto, el doctor Sigmund Freud. Entre lo rutilante de estos nombres, la figura de Lou se presenta como un enigma apasionante. Bella, inteligente, y dueña de motivaciones poco comunes para las mujeres de aquella época, despertaba ardientes pasiones al tiempo que profesaba una invariable dedicación a lo intelectual; nada quedaba indiferente a su presencia, mientras demostraba su inconformismo por cualquier sistema filosófico, religioso o ideológico.

Tal vez deba ahondarse en sus orígenes para aproximarse a su misteriosa personalidad. Louise Salomé nace en Rusia en 1861. Su nacimiento coincide con un hecho histórico de enorme importancia como lo fue la emancipación del siervo de la gleba. Los ideales de libertad e independencia acompañarán a Lou durante toda su vida. Crece pues en un ambiente rebelde y estimulante. Su primer guía y profesor será el pastor Hendrick Guillot: veinte años mayor que ella, casado y con hijos, no duda en divorciarse e intentar casarse con su joven y brillante discípula. Lou rechazará la propuesta de matrimonio (un acto que se repetiría muchas veces en su vida). Es incluso este hecho el que precipita su partida de Rusia, iniciando un viaje junto a su madre que, después de algunas cortas estancias en países europeos, concluiría en el arribo de Lou a Roma en 1882.

Será pues en la ciudad eterna donde conocerá a Paul Rée, un filósofo judío alemán de cierto renombre, y a Federico Nietzsche. Los tres se convertirían en inseparables amigos. Inseparabilidad que se verá rápidamente perturbada por el irresistible enamoramiento que la casta e inteligente Lou despierta en los dos hombres. Ambos le ofrecen matrimonio; ambos son, una y otra vez, rechazados por la dama; que sin embargo les profesaba la más incondicional amistad y la mas sincera admiración intelectual (Salomé será una de las primeras exegetas y defensoras del pensamiento Nietzscheano). Hay que decir, sin embargo, que ambos hombre digirieron este amargo cóctel de admiración, amistad e inquebrantable castidad de muy distinta manera. En el caso de Rée deberíamos decir más bien que no pudo digerirlo de ninguna manera: el autor terminará su vida dramáticamente, cuando en 1901 se suicida en el lugar donde, veinte años antes, Lou lo había rechazado por primera vez. Fueron inseparables amigos, incluso convivieron durante 5 años en Berlín, sin embargo Salomé nunca cedió a las peticiones matrimoniales de Rée.

 Lo que ocurre con Nietzsche es bien distinto: después de años de amor no correspondido y al borde de la locura, inicia una furiosa etapa productiva en donde encuentra el añorado bálsamo del olvido. En esos días escribe “Así habló Zaratustra”, obra inmortal. Gracias a una correspondencia Nietzsche- Rée recientemente publicada podemos hacernos una idea de las presiones bajo las que el filósofo construyó su poema. “Si no encuentro la piedra filosofal para convertir esta mierda en oro, estoy perdido” le confiesa allí a su amigo, competidor y conocedor a la vez de la terrible pasión que lo atormentaba. Parece razonable: un hombre intenta olvidar a la mujer inolvidable proclamando la llegada del superhombre. Tampoco parece sorprendente, bien mirado, el resultado final: el bálsamo perdió con el tiempo su efecto medicinal. Nietzche, decidido a no amar a ninguna otra mujer, caerá definitivamente en las garras de la locura en 1889, para morir dos años después.

De aquel apasionado triángulo nos queda un curioso testimonio, de negro humor premonitorio: la fotografía con la que hemos decidido ilustrar este artículo. Nietzche y Rée intentan en vano remolcar un carro, la carga es Salomé, quien empuña un látigo.[1]

Sabemos que Lou permaneció virgen hasta por lo menos los treinta años[2], sin embargo, no permanecería mucho más tiempo soltera. Se casaría finalmente, y con otro intelectual, el lingüista Friedrich Karl Andreas; con quien se une en un “matrimonio no consumado” (es decir que nunca mantuvieron relaciones físicas) matrimonio que duraría casi 43 años. ¿Pero como consiguió el Dr Andreas el tan anhelado, implorado, y esquivo “si” de la bella rusa? Lo menos que puede decirse es que utilizó una táctica sin ambages. Sencillamente amenazó con suicidarse delante de Lou si no le cedía su mano, y como ésta dilataba la situación no dudó en clavarse una navaja en el pecho. Al parecer este acto fue lo suficientemente convincente. Hay que apuntar que aunque luego haya mantenido relaciones con muchos otros hombres, siempre volvió a los brazos de Andreas, y lo acompañó hasta sus últimos días.

Hacia 1897 Salomé, ya casada,  conocerá al joven poeta (catorce años más joven que ella) Rainer Maria Rilke. Luego de una corta e intensa relación sentimental Lou se transformaría para el poeta en una figura mas maternal, confidente y protectora, y siempre inspiradora para su obra. El “Libro de las horas”, obra fundamental del poeta, lleva por epígrafe “puesto en las manos de Lou”. En efecto, la figura de Lou flota, omnipresente, en toda esta obra que entre otras interpretaciones puede entenderse como un largo diálogo con Dios. Incluso varios poemas presentan una extraña ambigüedad, que no nos permite saber si el yo poético ensalza la figura del Creador o de Salomé. Aunque tal vez nunca tan claramente como en este período, esta ambigüedad se presenta en toda la obra de Rilke[3]. Lou fue siempre su musa.[4]

Cuando ya contaba con cincuenta años de edad, Lou conoce al Dr Freud en Viena. Su interés y compromiso con el psicoanálisis fue inmediato y total, y no la abandonaría hasta su muerte. En la nota que con motivo de su muerte Freud escribe en 1937, comenta que Lou se quejaba de no haber conocido el psicoanálisis mucho antes en su vida. Vale saber que fue la primera mujer admitida en el círculo psicoanalítico de Viena, y la primera psicoanalista reconocida como tal. Freud siempre tuvo de ella la más alta opinión, cultivó una amistad particularmente estrecha con Ana Freud, la famosa hija de Sigmund.  

Querríamos concluir estas notas con algunas de las palabras que el Dr. Freud le dedica en el panegírico que ya hemos presentado más arriba, y que señalan inequívocamente la alta estima en que le tenía. Indican también, nos parece, que de alguna manera tampoco Freud permaneció indiferente al enorme magnetismo de su primera y más famosa pupila.

 “No exagero si reconozco que todos sentimos como un honor que se reuniera a las filas de nuestros colaboradores y compañeros de armas, al mismo tiempo como una renovada garantía de la verdad de las teorías del psicoanálisis. (…) Pero detrás de esto su personalidad permanecía oscura. Su modestia y discreción eran mas que ordinarias.”[5]  

 

 

Guillermo Zimmermann

Psicoanalista. Prof. de Lógica de la UCSE

Miembro de Estudios Psicoanalíticos

 

 

           



[1] Nietzsche, el rabioso Nietzsche, el misógino, el heroico también. Supo escribir alguna vez el siguiente aforismo: “Vas con mujeres? No olvidas el látigo?”

[2] Después de la ruptura definitiva de su amistad, Nietzsche se referiría a ella siempre como una “atrofiada sexual”

[3] Es llevando hasta el extremo esta idea que hemos elegido los versos que sirven de epígrafe a este texto. Nos parecieron extrañamente adecuados y, sin embargo, no se trata sino del epitafio que el poeta escribió para sí mismo.

[4] El papel de Lou Salomé como inspiradora de pensadores y escritores era tal, que al parecer circulo en los medios intelectuales Europeos un chiste, en el que se decía que cualquiera que conozca a Salomé daba luz a un libro a los nueve meses.

[5] FREUD, Sigmund. 1937. Lou Andreas Salomé. Obras Completas. Biblioteca nueva. Pág 3334



2 comentarios:

Daniel Auatt dijo...

agregaría a la bibliografía la correspondencia entre Rilke y Lou Andreas Salomé y la película sobre Nietzsche de Liliana Cavani : "Más allá del bien y el mal".En ambas la particular presencia de Lou Andreas Salomé es inquietante y enigmática.

pepe trueno dijo...

No la ví a esa película, aunque me la comentaron. Igual no había mucho espacio, y me pareció que ya estaba muy cargado el artículo. Un abrazo y gracias por el comentario

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