“El que busca bajo la superficie lo hace a su propio riesgo”
Oscar Wilde
El psicoanálisis se ha difundido ubicándose como un discurso claramente interesado en el saber sobre las causas. El vínculo entre el “saber” y los “sufrimientos” corporales o mentales es una relación altamente estimulada por la práctica psicoanalítica por considerársela una condición necesaria para el inicio del tratamiento.
Ahora bien, ¿Por qué esperar del análisis un saber? Las sesiones no son clases, ni los consultorios aulas. No se trata del saber formal de las escuelas o de las universidades, tampoco el saber encontrado en los libros.
Entonces me pregunto: ¿es apropiada esta espera? ¿Cuál es el saber buscado? Más aún: ¿con qué finalidad queremos obtenerlo?
Comenzaré por las opiniones de C. Soler en “Finales de Análisis”, a modo de mapa orientador. La autora, compara por lo menos tres corrientes que, partiendo de la enseñanza de Freud, dieron origen a distintas clínicas. En cada una de ellas podemos hacer un ejercicio de localización de los momentos del dispositivo analítico. Lo traduciré en un esquema:
De la Asunción Subjetiva a la Descarga del Objeto
Me centraré en los extremos: en los requisitos que deben ser verificados para la entrada en análisis como para la salida del mismo.
La Entrada. El análisis requiere de la existencia de un sujeto posicionado en un no saber lo que le ocurre con su cuerpo o con sus pensamientos. Ese sufrimiento inicial lo empuja a dirigirse a un analista, porque supone en el analista un saber sobre sus padecimientos. Luego, el dispositivo analítico exige, una transformación del sujeto, de lo contrario no hay análisis posible. Este momento verificable en cada caso de un modo diferente, lo llamamos: Rectificación Subjetiva, e implica que la demanda se ha reformulado, que el sujeto de algún modo ha ingresado en ella y aún más, que invita a pasar en ella al analista. Lo llamamos: el Síntoma Analítico.
Entiendo que es por esta mutación de la posición inicial del sujeto, que Lacan propone el término “Asunción Subjetiva” para la apertura del análisis.
Miller nos muestra que el término “Asunción” funciona como un antónimo de “Represión”. En tanto el efecto de la represión es un desentenderse, como si sonara el teléfono y uno se negara a atender, y exclamara: “no estoy para nadie”. Mientras que la asunción subjetiva implica la aceptación de dejarse representar por el sgte., y esto no es sin el levantamiento de la represión.
Entiendo entonces que la tarea de Subjetivación tiene su propio espesor clínico. El dispositivo analítico, precisa de cierta docilidad por parte del analizante, para hacer caminar el análisis. Una predisposición que no es solamente la de hablar ante otro, también la aceptación del sujeto que cuando habla dice más de lo que dice. Esta mínima inclinación anímica si se quiere, ya comienza a esbozar la división subjetiva que esperamos como analistas por ser la prueba cabal de la creencia en el Inconsciente. Dicho de otro modo: es “asumir la experiencia de la Spaltung”, que mis actos tienen una causa que me implica y que no es externa.
Las entrevistas preliminares tienen así una importancia capital, que lleva su tiempo de aprendizaje como dice Lacan, y tal vez cuesta un poco más ahora que estamos acostumbrados a las respuestas rápidas. En ellas el analista intenta hacer salir al sujeto de la pereza. Hacerle abandonar la pereza con la que el sujeto del inconsciente vive, en cada uno, lo que ocurre en su vida. El analista en la experiencia analítica, pone a trabajar al sujeto del Inconsciente, mientras que el saber del inconsciente descansa, se jubila, diría Miller.
El Sujeto Dividido
Comenzado el análisis, dos operaciones van dibujando de a poco ciertos cambios. Algunas verdades se revelan, y ciertos sgtes “de peso” pierden su antiguo valor, mientras que el sujeto del inconsciente va asumiendo cada vez mejor la parte que le corresponde.
Lejos de implicar un ejercicio de intelectualización, se trata de un verdadero trabajo de “elaboración” al que se ve sometido todo aquel se decide a pasar por la experiencia analítica.
El Sujeto Destituido
Lacan en los diferentes momentos de su enseñanza ha marcado el final con matices distintos, sea “reconocimiento del deseo” (Discurso de Roma-1953) o “saber revelado” (La Dirección de la Cura, 1958) o cuando señala al sujeto: “Tu eres objeto” (Informe a D. Lagache, 1958). Sin embargo, ha mantenido hasta el final de su enseñanza, la postura de que al final, siempre hay una Ganancia de Saber.
Por lo tanto, la Destitución Subjetiva, no implica asumirse como objeto, no implica tomar la carga sobre sí, sino más bien, sacársela de encima. Podríamos oponer la asunción sgte. a la descarga del objeto.
Sobre la ganancia de saber
¿De dónde proviene la idea de obtener saber, de ganarlo a cambio de sucesivas pérdidas de goce? ¿Por qué esperar un saber sobre las causas de mi sufrimiento?
Lo primero que debemos recordar, son los orígenes del Psicoanálisis. Nació inmerso en una época en que las ciencias de la naturaleza – la física, las matemáticas, la bilogía- habían transformado la naturaleza misma mediante la búsqueda de las relaciones de causalidad. Este objetivo específico, de suponer una relación entre la causa y el efecto, era parte del paradigma de la ciencia de ese momento, y eso es lo que explica que Freud inscribiera en éste conjunto al psicoanálisis. Pensemos en que justamente los primeros escritos de Freud eran referidos a cuestiones etiológicas (Etiología: discurso por las causas), y que no es otra cosa que aquello que Lacan reformularía luego con el nombre de objeto a como causa del deseo.
Entonces, el hallazgo de Freud al escuchar a sus pacientes a partir de esta hipótesis como una premisa del tratamiento, fue poder situar a la sexualidad en el lugar de la causa fundamental de los desórdenes mentales, y nos dio la idea de que la causa era real y pasada. Es por esto que la primera idea de Freud era pensar el inconsciente como una memoria (en tanto planteaba que la causa sexual siempre nos remite al pasado, por eso apunta a los recuerdos, etc.)
Lo interesante, es que Freud, fue modificando sus ideas y si bien en un momento intentó localizar las causas en determinado momento del desarrollo (por eso dividió el desarrollo infantil en etapas: oral, anal, genital) como si hubiese cierta causalidad física; hay que ver que el planteo mismo de la Represión ya constituía una idea sobre la causalidad diferente y mucho más compleja si la comparamos con la física por ejemplo, en tanto proponía la idea que la relación causa-efecto, estaba interferida por la Represión.
Es esta idea la que sustenta al Inconsciente como una memoria que conserva recuerdos que el sujeto desconoce, recuerdos que no están a su disposición hasta que la represión no es levantada. Lo maravilloso es que esta memoria del inconsciente no cumple una función adaptativa sino al revés. Porque lo que prueba es que siempre recordamos el camino para no encontrar lo que deseamos. Buscamos para no encontrar, para que la búsqueda misma borre el hallazgo o bien lo evite.
Por lo tanto, en el lugar de la causa: habría un saber sexual, reprimido, capaz de influir y determinar gran parte de la vida del sujeto.
Conclusiones
-1-Que el saber en juego en psicoanálisis es un saber que sostiene una paradoja: se lo busca en tanto suponemos que conociendo las causas de nuestros sufrimientos nos curamos. Sin embargo, es ésta una causa que sólo puede existir en tanto permanece oculta. Dice Miller: “No podría soportar la luz del día, del conocimiento. Una vez que se la conoce deja de existir”.
-2-Si a la entrada hay un saber supuesto, a la salida hay un saber asegurado. Salimos instruidos con un saber que nos priva de recurrir al analista. (C. Soler, 2º Conf.)
Un saber sobre el sexo, sobre cómo hablarle al otro. “El beneficio esencial de un análisis es el que obtiene el sujeto por haber aceptado ponerse a trabajar en su propia vida y no dejar que el saber inconsciente trabaje en su lugar. Es un beneficio que el sujeto alcanza por medio de ese trabajo de la palabra que es un psicoanálisis, el beneficio del bien-decir”.
-3-Por lo tanto lo que se espera de un análisis es la invención del saber y en este sentido, la creación artística es una vía posible y legítima de terminar un análisis. Esto explica el talante lúdico de Miller para comentar Lacan. Porque como él dice: “El saber no tiene por qué ser triste”.
Adriana Congiu de Flaja Practicante del Psicoanálisis.
Miembro del Grupo de Estudios
Psicoanalíticos de Santiago del Estero
Bibliografía
Soler, Colette: 1º Conferencia: Fines del Análisis. Historia y Teoría; en “Finales de Análisis”. Ed Manantial.
Miller, J. Alain: “Cap. VIII: Fenómeno y Estructura” en Los Signos del Goce. Ed. Paidós. Bs. As.-Barcelona- México, 1998.
Lacan, Jacques: “Función y Campo de la Palabra en Psicoanálisis” en Escritos 1. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
Lacan, Jacques: “La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder” en Escritos 2. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
Lacan, Jacques: “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache: psicoanálisis y estructura de la personalidad” en Escritos 2. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
Oscar Wilde
El psicoanálisis se ha difundido ubicándose como un discurso claramente interesado en el saber sobre las causas. El vínculo entre el “saber” y los “sufrimientos” corporales o mentales es una relación altamente estimulada por la práctica psicoanalítica por considerársela una condición necesaria para el inicio del tratamiento.
Ahora bien, ¿Por qué esperar del análisis un saber? Las sesiones no son clases, ni los consultorios aulas. No se trata del saber formal de las escuelas o de las universidades, tampoco el saber encontrado en los libros.
Entonces me pregunto: ¿es apropiada esta espera? ¿Cuál es el saber buscado? Más aún: ¿con qué finalidad queremos obtenerlo?
Comenzaré por las opiniones de C. Soler en “Finales de Análisis”, a modo de mapa orientador. La autora, compara por lo menos tres corrientes que, partiendo de la enseñanza de Freud, dieron origen a distintas clínicas. En cada una de ellas podemos hacer un ejercicio de localización de los momentos del dispositivo analítico. Lo traduciré en un esquema:
De la Asunción Subjetiva a la Descarga del Objeto
Me centraré en los extremos: en los requisitos que deben ser verificados para la entrada en análisis como para la salida del mismo.
La Entrada. El análisis requiere de la existencia de un sujeto posicionado en un no saber lo que le ocurre con su cuerpo o con sus pensamientos. Ese sufrimiento inicial lo empuja a dirigirse a un analista, porque supone en el analista un saber sobre sus padecimientos. Luego, el dispositivo analítico exige, una transformación del sujeto, de lo contrario no hay análisis posible. Este momento verificable en cada caso de un modo diferente, lo llamamos: Rectificación Subjetiva, e implica que la demanda se ha reformulado, que el sujeto de algún modo ha ingresado en ella y aún más, que invita a pasar en ella al analista. Lo llamamos: el Síntoma Analítico.
Entiendo que es por esta mutación de la posición inicial del sujeto, que Lacan propone el término “Asunción Subjetiva” para la apertura del análisis.
Miller nos muestra que el término “Asunción” funciona como un antónimo de “Represión”. En tanto el efecto de la represión es un desentenderse, como si sonara el teléfono y uno se negara a atender, y exclamara: “no estoy para nadie”. Mientras que la asunción subjetiva implica la aceptación de dejarse representar por el sgte., y esto no es sin el levantamiento de la represión.
Entiendo entonces que la tarea de Subjetivación tiene su propio espesor clínico. El dispositivo analítico, precisa de cierta docilidad por parte del analizante, para hacer caminar el análisis. Una predisposición que no es solamente la de hablar ante otro, también la aceptación del sujeto que cuando habla dice más de lo que dice. Esta mínima inclinación anímica si se quiere, ya comienza a esbozar la división subjetiva que esperamos como analistas por ser la prueba cabal de la creencia en el Inconsciente. Dicho de otro modo: es “asumir la experiencia de la Spaltung”, que mis actos tienen una causa que me implica y que no es externa.
Las entrevistas preliminares tienen así una importancia capital, que lleva su tiempo de aprendizaje como dice Lacan, y tal vez cuesta un poco más ahora que estamos acostumbrados a las respuestas rápidas. En ellas el analista intenta hacer salir al sujeto de la pereza. Hacerle abandonar la pereza con la que el sujeto del inconsciente vive, en cada uno, lo que ocurre en su vida. El analista en la experiencia analítica, pone a trabajar al sujeto del Inconsciente, mientras que el saber del inconsciente descansa, se jubila, diría Miller.
El Sujeto Dividido
Comenzado el análisis, dos operaciones van dibujando de a poco ciertos cambios. Algunas verdades se revelan, y ciertos sgtes “de peso” pierden su antiguo valor, mientras que el sujeto del inconsciente va asumiendo cada vez mejor la parte que le corresponde.
Lejos de implicar un ejercicio de intelectualización, se trata de un verdadero trabajo de “elaboración” al que se ve sometido todo aquel se decide a pasar por la experiencia analítica.
El Sujeto Destituido
Lacan en los diferentes momentos de su enseñanza ha marcado el final con matices distintos, sea “reconocimiento del deseo” (Discurso de Roma-1953) o “saber revelado” (La Dirección de la Cura, 1958) o cuando señala al sujeto: “Tu eres objeto” (Informe a D. Lagache, 1958). Sin embargo, ha mantenido hasta el final de su enseñanza, la postura de que al final, siempre hay una Ganancia de Saber.
Por lo tanto, la Destitución Subjetiva, no implica asumirse como objeto, no implica tomar la carga sobre sí, sino más bien, sacársela de encima. Podríamos oponer la asunción sgte. a la descarga del objeto.
Sobre la ganancia de saber
¿De dónde proviene la idea de obtener saber, de ganarlo a cambio de sucesivas pérdidas de goce? ¿Por qué esperar un saber sobre las causas de mi sufrimiento?
Lo primero que debemos recordar, son los orígenes del Psicoanálisis. Nació inmerso en una época en que las ciencias de la naturaleza – la física, las matemáticas, la bilogía- habían transformado la naturaleza misma mediante la búsqueda de las relaciones de causalidad. Este objetivo específico, de suponer una relación entre la causa y el efecto, era parte del paradigma de la ciencia de ese momento, y eso es lo que explica que Freud inscribiera en éste conjunto al psicoanálisis. Pensemos en que justamente los primeros escritos de Freud eran referidos a cuestiones etiológicas (Etiología: discurso por las causas), y que no es otra cosa que aquello que Lacan reformularía luego con el nombre de objeto a como causa del deseo.
Entonces, el hallazgo de Freud al escuchar a sus pacientes a partir de esta hipótesis como una premisa del tratamiento, fue poder situar a la sexualidad en el lugar de la causa fundamental de los desórdenes mentales, y nos dio la idea de que la causa era real y pasada. Es por esto que la primera idea de Freud era pensar el inconsciente como una memoria (en tanto planteaba que la causa sexual siempre nos remite al pasado, por eso apunta a los recuerdos, etc.)
Lo interesante, es que Freud, fue modificando sus ideas y si bien en un momento intentó localizar las causas en determinado momento del desarrollo (por eso dividió el desarrollo infantil en etapas: oral, anal, genital) como si hubiese cierta causalidad física; hay que ver que el planteo mismo de la Represión ya constituía una idea sobre la causalidad diferente y mucho más compleja si la comparamos con la física por ejemplo, en tanto proponía la idea que la relación causa-efecto, estaba interferida por la Represión.
Es esta idea la que sustenta al Inconsciente como una memoria que conserva recuerdos que el sujeto desconoce, recuerdos que no están a su disposición hasta que la represión no es levantada. Lo maravilloso es que esta memoria del inconsciente no cumple una función adaptativa sino al revés. Porque lo que prueba es que siempre recordamos el camino para no encontrar lo que deseamos. Buscamos para no encontrar, para que la búsqueda misma borre el hallazgo o bien lo evite.
Por lo tanto, en el lugar de la causa: habría un saber sexual, reprimido, capaz de influir y determinar gran parte de la vida del sujeto.
Conclusiones
-1-Que el saber en juego en psicoanálisis es un saber que sostiene una paradoja: se lo busca en tanto suponemos que conociendo las causas de nuestros sufrimientos nos curamos. Sin embargo, es ésta una causa que sólo puede existir en tanto permanece oculta. Dice Miller: “No podría soportar la luz del día, del conocimiento. Una vez que se la conoce deja de existir”.
-2-Si a la entrada hay un saber supuesto, a la salida hay un saber asegurado. Salimos instruidos con un saber que nos priva de recurrir al analista. (C. Soler, 2º Conf.)
Un saber sobre el sexo, sobre cómo hablarle al otro. “El beneficio esencial de un análisis es el que obtiene el sujeto por haber aceptado ponerse a trabajar en su propia vida y no dejar que el saber inconsciente trabaje en su lugar. Es un beneficio que el sujeto alcanza por medio de ese trabajo de la palabra que es un psicoanálisis, el beneficio del bien-decir”.
-3-Por lo tanto lo que se espera de un análisis es la invención del saber y en este sentido, la creación artística es una vía posible y legítima de terminar un análisis. Esto explica el talante lúdico de Miller para comentar Lacan. Porque como él dice: “El saber no tiene por qué ser triste”.
Adriana Congiu de Flaja Practicante del Psicoanálisis.
Miembro del Grupo de Estudios
Psicoanalíticos de Santiago del Estero
Bibliografía
Soler, Colette: 1º Conferencia: Fines del Análisis. Historia y Teoría; en “Finales de Análisis”. Ed Manantial.
Miller, J. Alain: “Cap. VIII: Fenómeno y Estructura” en Los Signos del Goce. Ed. Paidós. Bs. As.-Barcelona- México, 1998.
Lacan, Jacques: “Función y Campo de la Palabra en Psicoanálisis” en Escritos 1. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
Lacan, Jacques: “La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder” en Escritos 2. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
Lacan, Jacques: “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache: psicoanálisis y estructura de la personalidad” en Escritos 2. Ed. Siglo Veintiuno Editores. Argentina, 1988.
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