Estamos en el año 2011, y en un siglo caracterizado por el avance del capitalismo, una voracidad que nunca es excesiva porque por estructura siempre quiere más.
Luis Tudanca caracteriza claramente el estado del sujeto contemporáneo. Es aquel que se encuentra en el lugar de desecho del mercado.
“Desocupado no significa solamente sin trabajo, lo que no es poco. El desocupado es un sin lugar, un desalojado, un sin fábrica, alguien divorciado de la producción de mercancía pero que sin embargo, sigue al servicio de su circulación. Es en suma un desocupado del Otro” (1)
Situémonos ahora en 1896, años de gestación del psicoanálisis, fecha de La herencia en la etiología de las neurosis. Las neurosis, ¿se heredan, se adquieren? Ninguna de estas opciones Freud las considerará como validas. Demuestra que hablar de condiciones y de predisposición, o de causas concurrentes, accidentes, no es suficiente para explicar la histeria. Se produce ahí la separación del pensamiento de su maestro Charcot.
Freud hablará de causas específicas y se preguntará cuáles son estas causas:
“Apoyado en un examen laborioso de los hechos he de afirmar que esta última suposición corresponde exactamente a la realidad; que cada una de las neurosis conocidas tendrá por causa inmediata una perturbación particular de la economía nerviosa, y que estas modificaciones patológicas funcionales reconocen como origen común la vida sexual del individuo, sea un desorden de la vida sexual actual, sean sucesos importantes de la vida pretérita”. (2)
Perturbación entonces que tiene como origen la vida sexual del individuo. Lacan hablará de una condición estructural del sujeto: su falta-en-ser. Hay una carencia esencial, como se refiere Lacan, ya que “…la pulsión en cuanto que representa a la sexualidad en el inconsciente no es nunca sino parcial.” (3)
En Lacan, lo sexual freudiano se traduce finalmente en un “no hay acuerdo al Otro del sexo opuesto, sino por las vías de las pulsiones parciales, donde el sujeto busca un objeto que le sustituya esa pérdida de vida que es la suya por ser sexuado.”(4)
Para el psicoanálisis es el lenguaje, al cual somos arrojados al nacer, lo que hará marca en el cuerpo del sujeto, produciendo de una vez y para siempre la división del sujeto, división contra sí mismo.
“El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…; su causa es el significante, sin lo cual no habría ningún sujeto en lo real. Pero ese sujeto es lo que el significante representa y no podría representar nada sino para otro significante” (5)
¿No es este punto de separación que inscribe Freud de su maestro Charcot lo que el psicoanálisis tiene para decir en cuanto a lo social? ¿No hace ahí Freud una subversión, un viraje que despeja cualquier teoría del sujeto fundada en una herencia (¿la genética de hoy?), para fundar el sujeto del inconsciente, en su relación de alineación, que es desconocimiento de su propia división? Se puede decir que Freud supo captar un goce particular en la histeria, y con esto hay un distanciamiento del positivismo psiquiátrico de su época que ubicaba a la etiología de la histeria en un registro biológico. Freud se separa de esa homogeneización del sujeto.
Lacan calificará como oscurantismo a todo enunciado que no distinga lo inconsciente de lo instintual, de lo genético, es decir de lo biológico. Si Freud supo rescatar a la histeria de una homogenización biológica, Lacan advertirá la homogenización que produce el mercado. Como bien dice Colette Soler, “…el efecto de un discurso consiste siempre en producir homogeneización.” (6) Un discurso Amo, entonces, producirá “el sofocamiento de las virtudes singulares”.
Ante el malestar de la civilización el psicoanálisis ofrecerá entrar a cada sujeto al ajedrez de la experiencia analítica. Advirtiendo que el origen de los atolladeros del vivir cotidiano, de la nerviosidad económica generalizada, muchas veces se encuentra en el desarreglo estructural de todo sujeto: la pulsión y el lazo al Otro sexo. Una economía libidinal, siempre en la mira ante los ojos del Mercado. Siempre dispuesta para obtener, de su ley de hierro, la obturación de un agujero.
Febrero, 2011
Francisco E. Ruiz
Luis Tudanca caracteriza claramente el estado del sujeto contemporáneo. Es aquel que se encuentra en el lugar de desecho del mercado.
“Desocupado no significa solamente sin trabajo, lo que no es poco. El desocupado es un sin lugar, un desalojado, un sin fábrica, alguien divorciado de la producción de mercancía pero que sin embargo, sigue al servicio de su circulación. Es en suma un desocupado del Otro” (1)
Situémonos ahora en 1896, años de gestación del psicoanálisis, fecha de La herencia en la etiología de las neurosis. Las neurosis, ¿se heredan, se adquieren? Ninguna de estas opciones Freud las considerará como validas. Demuestra que hablar de condiciones y de predisposición, o de causas concurrentes, accidentes, no es suficiente para explicar la histeria. Se produce ahí la separación del pensamiento de su maestro Charcot.
Freud hablará de causas específicas y se preguntará cuáles son estas causas:
“Apoyado en un examen laborioso de los hechos he de afirmar que esta última suposición corresponde exactamente a la realidad; que cada una de las neurosis conocidas tendrá por causa inmediata una perturbación particular de la economía nerviosa, y que estas modificaciones patológicas funcionales reconocen como origen común la vida sexual del individuo, sea un desorden de la vida sexual actual, sean sucesos importantes de la vida pretérita”. (2)
Perturbación entonces que tiene como origen la vida sexual del individuo. Lacan hablará de una condición estructural del sujeto: su falta-en-ser. Hay una carencia esencial, como se refiere Lacan, ya que “…la pulsión en cuanto que representa a la sexualidad en el inconsciente no es nunca sino parcial.” (3)
En Lacan, lo sexual freudiano se traduce finalmente en un “no hay acuerdo al Otro del sexo opuesto, sino por las vías de las pulsiones parciales, donde el sujeto busca un objeto que le sustituya esa pérdida de vida que es la suya por ser sexuado.”(4)
Para el psicoanálisis es el lenguaje, al cual somos arrojados al nacer, lo que hará marca en el cuerpo del sujeto, produciendo de una vez y para siempre la división del sujeto, división contra sí mismo.
“El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto…; su causa es el significante, sin lo cual no habría ningún sujeto en lo real. Pero ese sujeto es lo que el significante representa y no podría representar nada sino para otro significante” (5)
¿No es este punto de separación que inscribe Freud de su maestro Charcot lo que el psicoanálisis tiene para decir en cuanto a lo social? ¿No hace ahí Freud una subversión, un viraje que despeja cualquier teoría del sujeto fundada en una herencia (¿la genética de hoy?), para fundar el sujeto del inconsciente, en su relación de alineación, que es desconocimiento de su propia división? Se puede decir que Freud supo captar un goce particular en la histeria, y con esto hay un distanciamiento del positivismo psiquiátrico de su época que ubicaba a la etiología de la histeria en un registro biológico. Freud se separa de esa homogeneización del sujeto.
Lacan calificará como oscurantismo a todo enunciado que no distinga lo inconsciente de lo instintual, de lo genético, es decir de lo biológico. Si Freud supo rescatar a la histeria de una homogenización biológica, Lacan advertirá la homogenización que produce el mercado. Como bien dice Colette Soler, “…el efecto de un discurso consiste siempre en producir homogeneización.” (6) Un discurso Amo, entonces, producirá “el sofocamiento de las virtudes singulares”.
Ante el malestar de la civilización el psicoanálisis ofrecerá entrar a cada sujeto al ajedrez de la experiencia analítica. Advirtiendo que el origen de los atolladeros del vivir cotidiano, de la nerviosidad económica generalizada, muchas veces se encuentra en el desarreglo estructural de todo sujeto: la pulsión y el lazo al Otro sexo. Una economía libidinal, siempre en la mira ante los ojos del Mercado. Siempre dispuesta para obtener, de su ley de hierro, la obturación de un agujero.
Febrero, 2011
Francisco E. Ruiz
Licenciado en Psicología.
Asociado al IOM-CID
Santiago del Estero.
Miembro del Grupo
de Estudios Psicoanalíticos
de Santiago del Estero.
Asociado al IOM-CID
Santiago del Estero.
Miembro del Grupo
de Estudios Psicoanalíticos
de Santiago del Estero.
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