“UN MÉTODO
PELIGROSO”
EL DIRECTOR
Cronenberg siempre es
un imprescindible, eso ya lo sabemos. Lo que ignorábamos es su relación y su posición favorable al psicoanálisis,
resulta un hallazgo. Encontramos en una entrevista realizada por José Arce a
propósito de esta película, las declaraciones siguientes:
J. Arce: Freud unía el sexo
a buena parte de los trastornos mentales.
La verdad es que Freud fue cambiando sus ideas sobre la sexualidad. Vivió una época de mucha represión sexual, y muchos de los pacientes que iban a verle eran víctimas de esa represión; así, es lógico que sexo y problema estuvieran unidos. Puede parecer en la película que Freud es un tipo muy dogmático, pero en realidad no es así; de hecho, escribió un libro titulado “Más allá del principio del placer” en el que trataba la relación entre muerte y sexualidad, a raíz de una conversación que tuvo con Sabina.
J. Arce: Es curioso lo
cíclicas que se vuelven las críticas hacia el psicoanálisis.
Estas cosas son así, es cíclico, ciertamente. Hace poco leí en el New York Times que el análisis freudiano se está volviendo muy popular en China porque están saliendo a la luz los problemas que tiene su ingente clase media y están volviendo a mirar sus postulados. Freud tuvo una carrera muy longeva, escribió muchos libros y desarrolló muchas teorías que tienen mucho potencial para ayudar a la gente, desde luego. Creo que su vigencia aún será muy larga.
LA PELÍCULA
En este film Cronenberg
abandona toda derivación genérica, básicamente es una película sin género,
filmada de un modo excelente, con una fotografía y una dirección artística
espectaculares. Cronenberg se adentra en la subjetividad de los personajes que
es precisamente lo que hace trascender la composición del film. La densidad
psicológica de los mismos hace ingresar al director canadiense en un nuevo
estadio de su cine. Las películas que preceden a ésta, la subjetividad era
buceada en cuerpos que se destrozan, imágenes escalofriantes y abrumadoras. “Un
método peligroso” no participa de estos juegos, pero invita a cualquier
espectador a un encuentro con una intimidad tanto o más inquietante.
La filmación comenzó el
26 de mayo y finalizó el 24 de julio de 2010. Basada en la obra teatral “The
talking cure” de Christopher Hampton (quien participó en el guión), a su vez
basada en la novela “Amost dangerous method” de John Kerr.
El trío conformado por Freud, Jung y Sabina
Spielrein tienen como fondo un cuarto personaje: la banda sonora compuesta por
Howard Shore. En ella la ópera Sigfrido (Siegfried) de Wagner es clave en la
historia, al igual que la correspondencia epistolar del trío. Este cuarto
personaje cuenta de una manera subliminal –si cabe el término- la confrontación
psicológica, epistémica, ética, social y racial de la asimetría entre Freud y
Jung. Pero también dice Howard Shore “El
mito de Sigfrido es el núcleo de la historia, de la relación entre Sabina y
Jung. Esto me llevó a la obra de Wagner y a la creación de su personaje”. Bien
por Shore, efectivamente Sabina tuvo la fantasía de tener un hijo con Jung al
que llamaría Sigfrido, sería el Ideal, ya que uniría la raza aria (Jung) con la
judía (Sabina). Un detalle no menor en el mito, el padre de Sigfrido es Sigmund, rey
de los francos.
Aldo Carotenutto[1] en
1977, azarosamente, recibió del prof. George de Morsier de Ginebra, una colección
de documentos encontrados en los archivos del Palacio Wilson, el que había sido
la sede del Geneva Institute of Psychology. Encontrados por casualidad, se
conoce que habían pertenecido a la doctora Sabina Spielrein, una pionera en el
campo del psicoanálisis. Ella a principios de 1920 vivió y trabajó en Ginebra y
allí analizó algunos meses, entre otros, a Piaget. En 1923 decidió regresar a
Rusia, su país de origen. Tomando estos documentos Carotenutto escribió su
libro “Una Secreta Simetría. Sabina Spielrein entre Freud y Jung”, publicado
por Edit. Gedisa, cuya 1ª. edición en español es del año 1984. Posiblemente
Hampton y Kerr se inspiraron en este
libro, en tanto contiene el Diario de
S.Spielrein y las cartas entre los tres psicoanalistas.
EL
ARGUMENTO
Se refiere a un momento
muy particular en los orígenes del psicoanálisis. En el tejido de las
relaciones de Freud, Jung y Sabina, se juega el relato del primer gran cisma
del psicoanálisis. Esos acontecimientos tuvieron consecuencias políticas para
la instalación y consolidación del psicoanálisis en Viena, Berlín, Zurich,
Budapest y en general en Europa. En esa encrucijada histórica y científica,
Cronenberg opta claramente por el psicoanálisis, dejando de manifiesto las
desviaciones de Jung hacia investigaciones telepáticas e intereses míticos.
Desde su moral burguesa y aria no pudo aceptar que la causa del mal neurótico
fuese sexual, aun habiendo encontrado ese hallazgo en el tratamiento de Sabina,
o tal vez por eso mismo. Freud sostiene su autoridad ante su invención, de la
que popularmente se lo denominó ser el padre. Sin embargo en la tensión
agresiva con Jung, en su presencia, se desvanece- literalmente- dos veces.[2]
El relato del film se inicia
cuando el psiquiatra Carl Jung de 29 años, está empezando su carrera
profesional y vive en el hospital Burgholzli con su esposa embarazada. Ensaya
el tratamiento inventado por Sigmund Freud, el psicoanálisis o “curación por la
palabra” con Sabina Spielrein, joven rusa de 18 años. Sabina además de haber
sido ya diagnosticada de esquizofrenia o histeria grave, es una joven muy
culta, habla a la perfección el alemán y demostrará su calidad intelectual en
sus estudios de medicina, su tesis doctoral sobre la esquizofrenia, su
aplicación al psicoanálisis freudiano y su producción en este campo,
especialmente con su artículo sobre la pulsión de vida y muerte: “La
destrucción como causa de la creación” (también traducido como nacimiento). El
mismo fue presentado ante la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1911, a la
perteneció y fue publicado en 1912 en el Jarhbuch
(que editaba Jung).
Evidentemente el
psicoanálisis resultó ser un método
peligroso para Jung, quien
careciendo de la propia
experiencia de un análisis y desconociendo los ardides de la transferencia,
quedó entrampado en una relación que excedía los límites del dispositivo.
Involucrado Freud en ese enredo, Jung, inicialmente pretendió negar la relación
amorosa y sexual que había establecido con S.Spielrein. Se puede conjeturar que
lo que comenzó siendo una necesidad personal de negar la importancia de la
sexualidad, se transformó en una cuestión teórica. Su negación a aceptar el
papel fundamental de la misma como causa de las neurosis fue el punto crucial
de la ruptura final con Freud.
Sin embargo, S.
Spielrein, al menos hasta que regresó a Rusia y habiendo concluido ya su
relación personal con Jung, procuró convencer tanto a éste como a Freud de que
era mucho más lo que tenían en común que aquello que los separaba.
Se advierte una muy
buena información sobre este recorte de los inicios del psicoanálisis tanto de
Cronenberg como del guionista , puesto que las palabras del personaje Freud a
veces son citas literales tomadas de sus epistolarios.
La sobriedad en el
relato y la asepsia estética son cualidades que acompañan al film y colaboran
en relevarlo otorgándole una gran dignidad tanto a los personajes como al
psicoanálisis en su momento de invención.
EL COMENTARIO
El
hallazgo de Jung con el que no supo qué hacer
Lo
que Freud aisló: “Pegan a un niño”, una teoría sobre el fantasma
Esta historia tiene muchas
aristas que se podrían recorrer, pero me interesa un punto que la película pone
de manifiesto pero deja en cierta obscuridad por los límites y objetivos
propios de una narración cinematográfica.
Haré referencia a la segunda carta de Jung a
Freud, fechada el 26 de octubre de 1906, cito: “Preciso “abreaccionar” mi
experiencia más reciente. Estoy tratando a una histérica con su método es un caso difícil, una estudiante rusa
de 20 años de edad que hace 6 que está enferma.
El primer trauma entre
los tres y cuatro años. Vió al padre
darle a su hermano mayor unas palmadas en las nalgas desnudas. Impresión
profunda. Después no podía evitar pensar que había defecado en la mano del
padre. Entre los cuatro y los siete años intentos convulsivos por defecar sobre
sus propios pies de la siguiente manera: se sentaba en el piso con un pie
debajo de las nalgas, presionaba el talón contra el ano y trataba de defecar al
tiempo que procuraba evitarlo. ¡A menudo retenía la deposición durante dos
semanas de esta manera!. No sabe cómo fue que comenzó a hacerlo; dice que era
completamente instintivo y estaba acompañado por sensaciones de tembloroso
júbilo. Más adelante reemplazó este fenómeno por una masturbación intensa. Le
estaría sumamente agradecido si me dijera en pocas palabras qué opina de este
caso”.[3]
Cuando Jung escribe a Freud esta carta hacía dos años que trataba a Sabina.
El historial del caso
continúa, cuando se sentaba a la mesa para las comidas no podía dejar de pensar
en la defecación y se imaginaba a las personas defecando. Por otra parte, las
manos del padre tenían una significación especial, el sólo verlas le provocaba
una excitación sexual. La situación empeoró y a los dieciocho años no podía
mirar a nadie. A partir de entonces comenzó la alteración de crisis depresivas
y arrebatos de llanto, risas y gritos.
Sus síntomas se manifiestan de manera alarmante a los catorce años. En el I
Congreso Internacional de Psiquiatría y Neurología de 1907, Jung presenta el
caso como “histeria psicótica”.
Freud escribe
respondiendo a aquella carta de Jung: “…La visión del hermano azotado revela
una huella en la memoria que se remonta al primero o segundo año, o a una
fantasía trasladada a aquel período….La fijación infantil de la libido en el
padre es el caso típico de elección de objeto: el autoerotismo anal…La
excitación anal debe hacerse sentir en los síntomas como fuerza pulsional.
Casos como estos, que se fundan en una perversión reprimida, son
particularmente interesantes para investigar”.[4]
Entre la documentación
expuesta y las escenas de la película vemos que existe una divergencia,
mientras en la primera S.Spielrein ve a su hermano siendo pegado por el padre,
en el relato de la segunda, es la protagonista la que es pegada por el padre,
quiero creer que esa licencia tomada por el guionista hace a la consistencia
del film. Pero en esa diferencia, precisamente, se basa la elaboración que
Freud llevará adelante en su texto “Pegan a un niño” de 1919.
Es a partir de esa
frase expuesta por pacientes en análisis, la que remite a una situación
imaginada, que Freud descubrirá y elaborará mecanismos inconscientes que
encubren vías de satisfacción inaceptables para los sujetos.
Cito a Freud “…la
fantasía de presenciar cómo pegan a un niño aparecía regularmente enlazada a un
elevado placer y culminaba en un acto de satisfacción autoerótica placiente…”[5].
Es decir que la situación imaginada, al culminar, imponía regularmente al
sujeto, una satisfacción sexual de carácter masturbatorio. El goce obtenido de
esa fantasía era la causa de que se reprodujera infinitas veces.
Luego Lacan retomará la
elaboración que Freud realiza sobre esta fantasía y la elevará a la categoría
de fantasma fundamental. Pero lo más interesante es que Lacan pondrá de
manifiesto una comunicación semántica entre el ser golpeado y ser amado. El
golpe puede ser una forma, -no recomendable por cierto- del reconocimiento del
otro en su ser, tanto más ser, en tanto que resulta insoportable. Se podría
traducir por un “No me eres indiferente”. Si bien una caricia es mejor que una
bofetada, una bofetada es mejor que nada. Si el fantasma en su desarrollo
lógico se inicia con el enunciado “el padre pega al niño odiado por mi”, en su
conclusión se puede enunciar “que el padre me pegue por temor a que mi padre
prefiera a mi hermano”, lo que desliza entre líneas que el golpe toma una
significación amorosa para el sujeto del fantasma.
De esta naturaleza es
el fantasma de Sabina.
Si bien en el lenguaje
cinematográfico es imposible plasmar el desarrollo freudiano - el que aquí
sintetizo-, deja en claro lo que Jung no pudo: advertir “el error” producido por la transferencia. Como dice
Laurent, el psicoanalista se pone una máscara y con ella avanza, y debajo de
esa máscara hay otra, y cualquiera sea la máscara que el analista lleva, hay
una presencia subterránea de un objeto que atraviesa todo el análisis, una
presencia pulsional decía Freud. Así mismo en 1915 en “Observaciones sobre el
amor de transferencia” dejaba en claro que tanto satisfacer las pretensiones
amorosas del paciente como reprimirlas eran fatales para el análisis y anotaba
“…nos guardamos de desviar a la paciente de la transferencia amorosa, o
disuadirla de ella, pero también, y con igual firmeza, de toda correspondencia.
Conservamos la transferencia amorosa, pero la tratamos como algo irreal…”[6]
Jung entró al método
freudiano por el lado equivocado y concluyó en elaboraciones tan extravagantes
como postular un inconsciente judío
diferenciándolo del inconsciente ario, el que carecía de esas porquerías
enunciadas por el psicoanálisis.
Quedan claros la
cobardía de Jung y el coraje de Freud. Ninguna simetría.
ELVIRA ESCALANTE
Psicoanalista. Mbro y docente del IOM deTucumán. Mbro y docente de la Asociación Freudiana de Tucumán .
[1] Profesor
de Teoría de la Personalidad en la Universidad de Roma, miembro de la
Asociación Internacional de Psicología Analítica. Director de dos revistas y de
dos colecciones de libros. Autor de varios libros de su especialidad.
[2]
Biografía de Ernes Jones
[3]
Carotenutto, Aldo “Una Secreta Simetría. Sabina Spielrein entre Freud y Jung.
Edit Gedisa, 1ª Edición 1984, Barcelona, España, pág 17
[4] Ibid.
pág 56
[5] Freud,
Sigmund, Obras Completas, Tomo III “Pegan a un niño. Aportaciones al
conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales” 1919. Biblioteca Nueva
1973, 3ª edic. , pág 2465
[6] Freud,
Sigmund. Obras Completas, Tomo II, “Observaciones sobre el amor de
transferencia” 1915. Biblioteca Nueva 1973, 3ª edic. pág.1693
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