Raúl Gonzales Tuñón, en el prÓlogo de su
libro de cuentos "el otro lado de la estrella", comenta la fÓrmula
con la cual fue definida gran parte de su generación: “hablan en ruso”.
En esta frase, como en toda construcción
lingüística, se encuentra un sentido determinado, algo simbólico, una idea que
transmitir o una nueva forma de decir las cosas. Detrás de esas pocas palabras indudablemente
hay una forma de ver el mundo, de entender al sujeto y a partir de ahí las
relaciones entre los mismos.
¿Pero qué quiere decirnos esa frase? ¿Que
simboliza? ¿Que visión del mundo pretende encasillar?
La respuesta a estas preguntas es la
siguiente: literatura. ¿Cuál? literatura rusa. A prior podríamos pensar que si
la frase diría "hablar en afgano" es en la literatura afgana donde encontraríamos
las respuestas, y así con cualquier país o región al cual sea alusiva la frase.
Pero no, va más allá eso y hay que precisarlo.
Máximo Gorki en su libro “la madre”,
escrito en la primera década de 1900, concluye con una frase que haría tronar
los cimientos de todo un sistema: " no ahogaran la verdad ni con océanos
de sangre". El poder y la densidad de la frase nos conmueve hasta el día
de hoy, era una forma de decir no, pero por sobre todas las cosas, era el grito
milenario de millones de hombres rusos frente a la opresión. Pero esa frase no podría
ser solo el simple final del libro de Gorki, es la coronación perfecta de
cientos de libros escritos por muchos literatos rusos, donde lo humano decide
iniciar el camino de la dignidad.
Raskolnikov, personaje celebre de Dostoievski
en “crimen y castigo”, mata para robar, roba para pagar la pensión, paga para
no quedar en la calle. Es la Rusia desempleada, de zares y elites que gozan sus
privilegios a costa de un pueblo que tiene un destino de muerte en guerras o peor aún, muere bajo el fusil del hambre. Raskolnikov
es un grito.
Iván karamazov, en la novela " los
hermanos karamazov", del mismo autor, antes de ser condenado por la muerte
de su padre, inicia un alegato donde no se propone lograr su absolución , sino
que haciendo una interpelación monumental del sistema en el que le toco nacer
busca la absolución de todo un pueblo. Iván es otro grito.
Resurrección, novela del gran novelista
ruso León Tolstoi, pregona el grito colectivo de los desposeídos, de los sin
tierra, de aquellos que no tienen lugar en el país de las galas aristocráticas
y banquetes militares. Es el mismo autor
quien en “La muerte de Iván Ilich" aborda el problema de la existencia a partir
de la muerte. La novela es un aprendizaje de la vida humana a través de la
aceptación de la finitud, un experimentar, a partir de la angustia de la muerte
cercana, el camino del ser profundo, prescindiendo de las banalidades
terrenales, un preparase para la muerte como ser humano, como sujeto que se
auto conoce en la vigilia del final.
Pero es en Nikolai Gogol, iniciador de toda esta forma
de ver el mundo a partir de la escritura, donde encontramos quizás el sentido y
horizonte de la interpelación rusa, de la gran rebelión interna del sujeto,
anunciando con genialidad en su novela “ las almas muertas” el destino del
sujeto ruso: “ El alma rusa, universal y panhumanista, la que acogerá dentro de
sí, en amor fraternal, a todos nuestros hermanos, y al final, tal vez
pronunciara la palabra definitiva de la gran armonía universal...Cuando
ocupemos nuestro puesto natural entre los pueblos destinados a influir sobre la
humanidad no solo con la tiranía sino también con las ideas..”
En definitiva cuando las generaciones de
todo tiempo y lugar sean capaces de interpelar al mundo rebelándose ante lo
establecido, de conquistar la libertad y el conocimiento, de desandar el camino
de la dignidad ultrajada; es decir
cuando todo ser humano sea capaz de hablar en ruso.-
Ezequiel
Álvarez
Abogado
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