Transferencia

Transferencia
*Auspiciada por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por Resolución Nº 728 CUDAP:EXPE-MGE:0004039/2011. A partir del 6 de Septiembre del 2011.

*Declarada de Interés Académico por el Honorable Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, por contribuir al desarrollo de la producción cultural de la provincia. (Resolución CD FHCSyS Nº 143/2011), a partir del 23 de Agosto del 2011.

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Declarada
de Interés Educativo por el Instituto de Acción Cooperativa (Art. 1º; Resolución 406/2008 - Santiago del Estero, 18 de Julio de 2008), teniendo en cuenta la importancia que representa para el acervo cultural la difusión de conceptos y pensamientos del Psicoanálisis en la Cultura.

EL KIGURUMI COMO VARIANTE DEL TRAVESTISMO



 


A través del presente trabajo se intentará aproximarse a la lógica del travestismo a través del fenómeno kigurumi, poco conocido en occidente y ligado al mundo del animé.

Manga y Animé

El término animé identifica a los dibujos animados producidos en Japón. La palabra manga hace referencia a las historietas  del mismo origen. Manga y anime están íntimamente relacionados. La mayoría de los mangas tienen su versión animé y viceversa.   Ambos son  productos de entretenimiento comercial que se convirtieron en un  fenómeno cultural de gran impacto en la actualidad.

Además de la riqueza argumental de muchas de sus historias, un elemento distintivo del animé es su estética. La mayoría de  sus personajes se caracterizan por sus ojos muy  grandes y expresivos y sus cuerpos estilizados. Los demás rasgos faciales como la nariz y la boca son pequeños, de modo que los ojos resaltan aún más.
Particularmente, algunos personajes femeninos presentan determinadas características que en conjunto forman lo que en la cultura otaku* se denomina moé (que en japonés significa literalmente “florecimiento”). Son rasgos y conductas relacionados con la inocencia, la ingenuidad y la ternura de la niñez, combinados con  otros más ligados a la sensualidad. Aunque el origen del término es desconocido,  se cree que proviene de  un juego de palabras de “moeru” (quemarse), interpretado en sentido figurado como "quemarse de pasión" (estar locamente enamorado). Esta imagen entre niña y mujer adulta le da el atractivo que caracteriza a los personajes femeninos. Es el formato idealizado de la mujer que propone  el mundo del animé. Recuerda a Lolita, la niña por la cual el protagonista  de la novela de Vladimir Navokov (“Lolita”. 1955) desarrolla una obsesión sexual. El nombre de este personaje femenino es tomado para designar a mujeres con estas características.

Kigurumi

En las convenciones dedicadas al animé y al género fantástico, es costumbre que muchos de los seguidores se disfracen de sus personajes favoritos; actividad denominada cosplay.
El kigurumi es una variante del cosplay, con la diferencia de que en el primero el cuerpo queda completamente cubierto.  La palabra proviene del japonés, que literalmente significa vestirse de muñeco (kiru: vestir, gurumi: muñeco). Los elementos que particularizan es el uso de una máscara que imita las características faciales de los personajes animé y el zentai (en japonés significa “cuerpo entero”), una malla de lycra color carne que cubre todo el cuerpo como una segunda piel.
Sobre este va el vestido, o bien un traje de baño, ropa interior o en algunos casos un traje de látex ajustado. El efecto final obtenido al usar el disfraz completo es de ser una muñeca viviente, como la palabra japonesa lo indica.

El kigurumi  es una actividad poco conocida a diferencia del cosplay, que está difundido en convenciones de todo el mundo, además de ser desaprobada por muchos de los cosplayers. La gran mayoría de los practicantes de esta actividad son hombres y casi todos los personajes interpretados son femeninos. Es posible encontrar sitios web de países occidentales dedicados a su difusión, en los que sus practicantes suben sus fotos y videos.

Fetichismo y travestismo. Lycra y máscara.

Freud, nombra al fetichismo en “Tres ensayos para una teoría sexual”, de 1905, cuando enumera las diferentes desviaciones al fin sexual. Viene a ser una sustitución del objeto sexual por una parte del cuerpo poco apropiada para dichos fines o alguna prenda de vestir como la ropa interior, medias, zapatos o corset.

En el  texto “Fetichismo”, de 1927, afirma: “el fetiche es el sustituto del falo de la mujer en cuya  existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual – bien sabemos por qué- no quiere renunciar”[1]. Es un símbolo del pene, de uno en particular, el de la madre. El sujeto se resiste a la idea de que la madre no tiene el falo, ya que si a ella le falta,  también a él puede faltarle en algún momento. A través del sustituto del fetiche, la castración es rechazada.

El falo de la madre, en tanto que no lo tiene, es un falo simbólico. Dice Lacan en el texto “la función del velo”: “en efecto, todo lo que se puede trasmitir en el intercambio simbólico es siempre algo que es tanto ausencia como presencia. Sirve para tener esa especie de alternancia fundamental que hace que, tras aparecer en un punto, desaparezca para reaparecer en otro” [2].

La relación del sujeto con el fetiche está ligada a la historia personal del fetichista. Hay un momento determinado en su memoria que se detiene súbitamente, como si fuese un film. Como una cinta continua, se fija justo en el momento anterior en el que descubre que la madre está castrada. La imagen queda detenida en algo cercano al lugar donde debería haber un falo, quedando el sujeto enfocado en el objeto adyacente a ese lugar,  los zapatos, el corsé, las medias, la ropa interior. Actúan como cortina, como velo, que cubren no sólo el objeto sino también la falta de objeto. Ocultan tanto lo que se tiene como lo que no se tiene.

Sobre el velo, dice Lacan en el texto citado anteriormente, se dibuja la imagen de lo que se encuentra más allá como falta. Debajo del vestido hay nada. Esta nada oculta bajo el velo, ese más allá proyectado en la pantalla del fetiche es lo que cautiva al sujeto.

El travestismo es, de algún modo, complementario al fetichismo. En este, el sujeto se identifica con el falo materno, oculto bajo el vestido, envuelto en lycra.  Lacan observa que la relación del sujeto con el fetiche está permanentemente en un frágil equilibrio. La cortina siempre está en peligro de correrse y el sujeto se esfuerza en mantenerla. Se puede encontrar en él  como una alternancia de identificaciones, en la cual el sujeto, para mantener esta relación ilusoria necesita ponerse detrás del velo, donde el falo debería estar. Enmascarado, recubierto por el zentai y usando un vestido es todo él el falo de la madre oculto tras las ropas.

El kiguruplayer (practicante de kigurumi) es alguien entregado a la relación imaginaria, cautivado por la estética animé. El hecho de disfrazarse es acompañado por una necesidad de registrarse con una cámara. Esta fascinación  por la imagen remite al momento en el que el sujeto asume su imagen especular. El momento en el que el niño reconoce con júbilo su imagen en el espejo.
Lacan, en el texto “La función del velo” hace una observación de otros autores que estudiaron el fenómeno del fetichismo, los cuales hablan  del valor predominante dado a la relación visual en la constitución de la relación primitiva con el objeto materno. Citan ejemplos de sujetos inmovilizados forzadamente  o que recibieron poco contacto físico por parte de sus madres que los mantenían a distancia. De este modo, el sujeto quedó totalmente entregado a la relación visual.

La persona con este disfraz recuerda a una marioneta. El silencio que guarda acentúa más esta similitud. El kiguruplayer no habla para no revelar su sexo.
En el texto “La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica” Miller se refiere al bunraku, el teatro de marionetas japonés*. Cada muñeco es accionado por tres titiriteros visibles al espectador, la voz está aportada por el recitador que lee un escrito. Texto y cuerpo están separados, como lo están la marioneta y el recitador, a diferencia del teatro occidental.

Dice Miller “el bunraku sirve entonces como ficción de un mundo en el que los cuerpos no estarían afectados por el lenguaje, el cual se asumiría al lado.”

Sin embargo, en el kigurumi no hay un recitador, no hay un texto. Solo está la muñeca, que posa, que baila.


Lacan remarca la concepción,  de parte de Freud, del fetiche como trofeo, como símbolo de un triunfo. De alguna forma, el fetichista le gana a la castración, afirmándola y negándola al mismo tiempo. Reconoce que la mujer no tiene el falo, pero hace como si lo tuviera. El kiguruplayer se captura con la cámara y observa su imagen, en la que triunfa sobre la castración. Él es el falo, bajo la piel de lycra y  vestido de lolita. Un ser perfecto.


Marcelo Ramírez.
Alumno tesista de la Lic. en Psicología de la  Universidad Católica de Santiago del Estero. Miembro del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Santiago del Estero.

Referencias bibliográficas:

Freud, Sigmund.  Obras Completas. “Tres ensayos para una teoría sexual” ed. El Ateneo, Bs. As., 2005,  Tomo III

Freud, Sigmund.  Obras Completas. “Fetichismo” ed. El Ateneo, Bs. As., 2005,  Tomo II.

Lacan, Jacques. El seminario. La relación de objeto, “La función del velo”. Ed. Paidos, 2007.

Lacan, Jacques. El seminario. La relación de objeto, “la identificación con el falo”. Ed. Paidos, 2007.

Paginas web consultadas




* El término otaku designa comúnmente a un  aficionado al manga y animé. 
[1] Freud, Sigmund.  Obras Completas. “Fetichismo” ed. El Ateneo, Bs. As., 2005,  Tomo III p. 2993.

[2] Lacan, Jacques. El seminario. La relación de objeto, “La función del velo”. Ed. Paidos, 2007. p. 154
* El fenómeno del bunraku fue estudiado por Barthes en  el texto “El imperio de los signos”, que fue tomado por Lacan y trabajado en el  Seminario 18, en el texto “De un discurso que no sería de apariencia”.

1 comentarios:

Matapanopticus dijo...

me parece un tanto superficial tu trabajo... sin una reflexión personal sobre el tema. Puras sitas.

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